Reseña

Las verdades dibujadas del exilio

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Las verdades dibujadas del exilio

En el año 2020 la Comisión de la Verdad decidió contar la realidad del exilio colombiano a través de viñetas. “Transparentes” es el resultado de una compilación de memorias, historias y emociones de las víctimas de esta faceta del conflicto armado.  

A propósito de la inminente inauguración de nuestro Club de lectores: hablemos de historietas, vale la pena traer a colación una de las novelas gráficas que hace parte de nuestro catálogo y que se arriesga a abordar de manera creativa e ingeniosa una problemática de nuestro contexto colombiano que ha sido parte de nuestro equipaje colectivo por mucho tiempo,la realidad de las víctimas del conflicto armado.

Este cómic, llamado Transparentes, fue una idea de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y No Repetición, una entidad colombiana que busca investigar, descubrir y revelar relatos no conocidos del conflicto armado interno, con la intención de poner en manifiesto las acciones cometidas y motivar una resolución y/o reivindicación. Se trata entonces de una estrategia comunicativa para acercar al pueblo colombiano a una faceta de la historia de la violencia que suele ser incluso menos difundida, la del exilio; entendiendo que, como lo dice el comisionado Carlos Martín Beristain en el epílogo de la novela: “La población exiliada y con necesidad de protección internacional sufre sus propias experiencias de desarraigo y despojo, incluso nuevas violencias o amenazas, un choque cultural y un impacto personal y familiar, ausentes en los análisis sobre la violencia en Colombia.” 

Transparentes fue realizado por el ilustrador e historietista español Javier De Isusi, quien fue invitado a uno de los encuentros de la Comisión en el que se escucharon a personas pertenecientes a segundas generaciones de exiliados, es decir, hijos o familiares cercanos de exiliados de nuestro país, quienes, entre muchas otras cosas, sufrieron los estragos de la violencia (aunque no la vivieran de primera mano) al tener que construir su identidad desde la lejanía de sus propias raíces.

La idea del contenido ya se tenía, comisionados como Beristain se habían encargado de recolectar diversos testimonios de víctimas y sobrevivientes residentes en el exterior, de manera que, con el encuentro y la información dada, De Isusi pudiese construir una historia a través de sus famosas viñetas, ganadoras en varias ocasiones de importantes premios en Europa y, muchas de ellas, inspiradas en sus viajes por Latinoamérica. De Isusi no había estado en Colombia, y sintió que esta era una forma de “saldar la deuda”.  

Ocho historias, ocho personajes 

La novela gráfica reúne todos estos relatos en ocho historias de ocho personajes, todos muy diferentes, pero similares en esencia: cada uno de ellos vivió los estragos del abandono forzado de su país como consecuencia de la violencia de grupos paramilitares, guerrillas, redes de narcotráfico y el propio Gobierno colombiano. De Isusi cuenta en una entrevista para el canal de YouTube de la Comisión de la verdad que las historias eran “tremendamente distintas, entonces hacer una historia que reflejara todas esas historias era un reto enorme”, y al mismo tiempo “necesitaba también hacer una historia única”, cosa que logró jugando con ciertos aspectos gráficos de la obra, como el otorgarle a cada personaje un color distinto predominante en la ilustración de su capítulo o escogiéndoles un nombre cuya letra inicial fuese parte de la palabra Colombia. El resultado: un collage colorido en el que cada voz, a su manera, ocupa un lugar importante en nuestra historia colectiva. Además, De Isusi acompaña cada capítulo con epígrafes que refieren a nuestras canciones, nuestros ritmos colombianos tradicionales, diversos en su composición y provenientes de distintas regiones, recurso que acentúa esta idea de collage e intensifica el sentido patriótico, esa identidad colombiana, que, si bien puede desdibujarse o fragmentarse, nunca abandona el espíritu. 

La Comisión de la Verdad en un intento por tener mayor alcance y dar a conocer sus procesos en públicos más diversos, tomó la decisión acertada de recurrir a este cómic como formato para presentar las historias de exilio de nuestro país. El cómic, siendo un relato que se cuenta a través de imágenes secuenciales, es una herramienta comunicativa que se lleva muy bien con las generaciones actuales, en tanto que los nacidos después de 2000, tienen una predilección por la comunicación práctica, simple, casi que icónica. Nuestro uso constante de emojis para transmitir alguna idea o nuestra facilidad para desenvolvernos con la naturaleza audiovisual de apps como TikTok o Instagram, demuestran que nuestra forma de asimilar y leer el mundo es de un carácter más dinámico y visual. De esta manera, trasladar al plano de la ilustración el dolor, la incertidumbre, la complejidad de las narraciones que hacen parte de nuestra historia de conflicto armado interno, generan un mayor impacto en nosotros. Ponerles rostro y forma a los testimonios se nos hace más digerible, más memorable, y, sobre todo, suscita en nosotros un grado más alto de empatía, pues, como decía Iris, uno de los personajes en este cómic, los sujetos dueños de esas experiencias de algún modo dejan de ser transparientes y se vuelven realidades ante nuestros ojos.  

De esta manera, trasladar al plano de la ilustración el dolor, la incertidumbre, la complejidad de las narraciones que hacen parte de nuestra historia de conflicto armado interno, generan un mayor impacto en nosotros. Ponerles rostro y forma a los testimonios se nos hace más digerible, más memorable, y, sobre todo, suscita en nosotros un grado más alto de empatía.

El cómic, que hoy en día cuenta con una mejor recepción por parte del público lector y ha superado antiguos prejuicios que subestimaban su valor cultural y formativo, propicia en este caso una especie de alfabetización visual: se logra enseñar a los colombianos sobre el pasado y el presente de sus comunidades y se genera un sentido de responsabilidad social, como lo menciona el comisionado Carlos Martín Beristain:“Transparentes es un ejercicio en torno a la verdad de víctimas y sobrevivientes, una contribución para mostrar el exilio y un legado para las nuevas generaciones. El horizonte de este trabajo es la no repetición, porque no somos dueños del tiempo. El tiempo les pertenece a quienes vienen. Nuestra tarea es asimilar ese pasado que no quiere dejar de serlo, y traer el futuro aquí como ese compromiso compartido”. Este es un compromiso que también asume Javier De Isusi como artista y creador de historietas, pues él considera que quienes narran historias, sin importar el medio que utilicen para ello, tienen la facultad de moldear, aunque sea “un poquitín”, el mundo que nos rodea, según lo que se decide contar sobre nuestra historia y el cómo se decide contarlo. En este caso, sus viñetas nos facilitan asociar y comprender los diálogos de los personajes con las realidades humanas, de forma que se empieza a gestar un cambio en la manera en que recibimos y transmitimos información sobre los estragos de la violencia.  

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