Palabras criollas

La Traga de muchos

"La Traga embriaga y hace que digas sí a todo. La Traga, ya saben, es un estado de enamoramiento constante. La Traga depura las puertas de la percepción. No hay nada mejor, pero nada, que tener una Traga".

Pilar Gutiérrez Palabras criollas
La Traga de muchos
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Cuando me dijeron: “debes escribir un texto definiendo la palabra Traga”, lo primero que se me vino a la cabeza, mientras sonreía, fue: “conjugación en tercera persona del singular del verbo tragar”, pero a medida que lo pensaba me fui llenando de ilusión con lo que podría decir de esta palabra que ya hace parte de mí. Para muchos, he perdido el apellido de cuna y ya soy Pilar Traga-luz. Debo empezar, entonces, por decir que Traga es un estado en el que se vive, se respira, no se piensa mucho, se actúa. Es una especie de motor cuya gasolina es el amor, es un estado contagioso que arrastra a otros amorosos y hace que en equipo todo se logre y, cuando no se logra, igual en equipo se supera.

Cuando a la palabra Traga la antecede el artículo, se convierte en La Traga, esa razón para vivir, para despertarse, para arriesgarse. Pero La Traga es una construcción, no surge de un momento a otro; es exigente, un día la encuentras y no puedes dejar de pensarla. Le quieres dar gusto en todo y ella, engreída y convencida de su poder, pide y pide más. Es insaciable y hermosa al mismo tiempo, y es tal vez su belleza lo que hace que no renuncies, aunque por momentos creas que no puedes más, vuelves a estar ahí, junto a ella.

La Traga te compromete con ella y con muchos, con todos los que puede. No pierde fuerza, al contrario: cada vez tiene más y puede durar el tiempo que quieras y, de repente, ya no es solo tuya, es de todos esos que ella misma arrastró. Pero debo confesar que La Traga, así como te hace gozar, te hace llorar; es dura en ocasiones y te pone a prueba. Es normal que la quieras dejar y no volver a saber de ella nunca más, porque La Traga es intensa, no sabe de medias tintas. Sin embargo, los momentos de decepción y cansancio duran poco: cuando menos piensas, estás con ella otra vez, inventándote proyectos, asociándote con otros, buscando nuevos caminos.

La Traga embriaga y hace que digas sí a todo. La Traga, ya saben, es un estado de enamoramiento constante. La Traga depura las puertas de la percepción. No hay nada mejor, pero nada, que tener una Traga. La Traga te lleva a hacer las cosas con pasión desmedida hasta el punto de no pensar en los frutos, pero aprendes que con el tiempo y la insistencia ellos se hacen ver.

Mi Traga, la primera, fue el libro, y de ahí no he podido salir: llevo casi dieciocho años sujeta en sus garras y ya ha tomado la forma de una casa; antes se llamaba Tragaluz editores —no en vano su nombre—, y hoy es Casa Tragaluz, un centro cultural que sigue siendo mi Traga y, como decía al empezar este texto, La Traga de muchos.