El Test de Proust a Camilo Cardona

Las librerías son lugares de todas las edades

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Las librerías son lugares de todas las edades

Las librerías son lugares de todas las edades, en sus anaqueles guardan historias de todos los tiempos, incluso de los que no han pasado, son espacios ficcionales donde todos los mundos son posibles. Si leer es también conversar, entonces la librería 9 ¾ está llena charlas pendientes, de libros que esperan un lector con quien hablar, a quien poderle contar sus relatos. Pero esos libros necesitan de alguien que les dé voz, que hable por ellos y les presente a un compañero. 

Camilo es un joven librero de 26 años, egresado de Estudios Literarios de la UPB, que trabaja en la librería 9 ¾. Es un lector devoto que destaca de los libros la virtud que tienen de atrapar, de encerrar al lector, en el tiempo de lectura, en su propio mundo de ensueño. Admira esa capacidad de traducir en palabras la vida tanto interna, como externa del ser humano, pero entiende que no solo se quede ahí, porque tienen la posibilidad de expandir esa realidad, de darle otras formas a través de historias. Por esto, entre el amplio repertorio de libros que lee, destacan los de fantasía, ciencia ficción y cuentos infantiles, siendo un ávido lector de Ursula K. Leguin.

Dice que sus lecturas son conversaciones atemporales, en un tiempo relativo y ficcional creado por la palabra, es un espacio en el que conversa no solo con los autores, entiende que un libro es un objeto en el que se entrelazan muchas voces, traductores, editores, correctores, incluso el mismo librero que se lo vendió o el amigo que le recomendó el libro. Todas esas voces matizan los textos y los enriquecen, las lecturas comunican a autores de diferentes épocas, los lectores crean esos puentes de relaciones anacrónicas entre personas que nunca se conocieron, pero que en el ejercicio de las letras encuentran afinidades. Por esto, podemos decir que hay cosas que Borges le puede enseñar a Cervantes. 

Aunque considera que la literatura ha estado siempre presente en su vida, ha tenido momentos de alejamiento. Nos dice que después de algunas lecturas necesita tiempos de reposo, porque hay libros que lo dejan con un sinfín de emociones, y unos específicos lo dejan totalmente tirado en el piso en posición fetal mencionando para sí mismo “¡Qué leí!”. “Es una relación de amor y odio”. Su madre es bibliotecóloga, por eso siempre sabe cómo encontrar los libros perdidos "Son capacidades detectivescas que uno adquiere”. Sin embargo, de pequeño no leía mucha literatura: “Más que todo eran enciclopedias y revistas informáticas de mecánica”. Solo fue hasta los quince años, con Opiniones de un payaso de Heinrich Böll, que comenzó con el hábito regular de la lectura, en ese punto se volvió a enamorar y desde entonces es un gusto que no ha soltado.

Camilo llegó a la librería por una cuestión de azar, por una compañera de la universidad que lo recomendó. Cerca de cumplir los dos años, lleva un año y ocho meses encontrando en este espacio nuevas voces, generando conversaciones fantásticas y entablando charlas tan amenas con los clientes que, por momentos, la venta del libro pasa a un segundo plano, y así se abren más campos de diálogo. Nos cuenta la anécdota de un cliente frecuente, un profesor universitario, que ha comprado muchas cosas, Guerra y paz, La trilogía de fundación ilustrada, pero sus conversaciones no solo llegan al libro, con él habla sobre medicina, filosofía, sobre la vida. Por eso, considera que poder escuchar al otro, junto con reconocerlo, son las capacidades fundamentales que debe tener un librero. 

Libros que juegan

Antes de entrar a la librería, de la misma forma que los lectores de Harry Potter se preparan para entrar a otra realidad cuando comienzan la lectura, se debe hacer un pacto ficcional. El nombre, alude a la plataforma de la estación de King´s Cross, en Londres, que atraviesan los estudiantes de Hogwarts cuando van a ingresar a ese mundo mágico. Pero más que una referencia a la reconocida saga de fantasía, Susana Pérez Toro fundó la librería en 2015 con el propósito de crear un lugar donde las personas pasaran de su realidad normal a una realidad de ensueño, que es la que producen los libros. Ha tenido tres sedes, todas por el sector de Las Palmas, y actualmente en el centro comercial Viva Palmas.

Aparte del espacio de la librería, cuenta con un café y una zona infantil con juegos y libros colgados al techo, y una agenda cultural semanal con horas del cuento los domingos y miércoles. En el segundo piso está el salón 9 ¾ que se alquila para eventos y se dan clases semanales de programación para niños. Es un espacio donde la literatura juega, donde las palabras toman formas y se impregnan en las paredes; aquí las imágenes también narran. Por esto, en su catálogo destaca tanto los libros infantiles como colecciones especiales y libros ilustrados. Hay una preocupación por la forma, por tener libros bonitos, por tener ediciones que no sean tan comunes. Sin embargo, hay variedad también para todos los gustos. Camilo nos cuenta que: 

La intención de la librería es poder armar una biblioteca más curada. No es solo la edición de Cien años de soledad que encuentras en todos lados, también es encontrar ediciones bonitas de muchos clásicos de la literatura

Test de Proust para libreros y libreras

¿De las virtudes de los libros cuál es tu favorita?

No puede ser solo una así que propongo dos. La primera, siempre más compleja de poner en palabras, es la posibilidad de atrapar y hechizar un encanto alrededor de uno. Es la cualidad que tienen las historias, después de cierto tiempo, de volverse una conversación fructífera y sinfín al leerlas; tener el poder de encontrar preguntas y respuestas que el libro va dando con cariño o sin misericordia. Es un diálogo muy introspectivo de lo que el libro le va entregando a uno y la posibilidad de poner en contraste el tiempo. Los libros están sometidos a otra temporalidad. Y la segunda, más exterior y práctica, es el libro como objeto de colección, presto para oler y para observar; para moldear y labrar si es editor o traductor. Mejor dicho, para ser usado y puesto de relieve tanto como se pueda. 

¿Qué cualidades deseas aprender de los libros?

La posibilidad de poder atrapar, de contar algo en lo que alguien pueda incursionar después y encontrar las palabras exactas para algún pequeño sentimiento. Además, y más que una cualidad, es una fascinación que orbita con cuidado con la traducción de textos. Un trabajo que considero primordial, complejo y una segunda puerta de entrada a cualquier libro. Esta labor se vuelve un encuentro de más voces que solo la del autor, porque cuando uno lee un libro traducido, lee a la par a la traductora e incluso a los editores. En algún momento quise estudiar traducción y no se dio, pero tengo varias amigas que traducen o interpretan y adoro cuando sale a colación algo sobre el tema.

¿Cuáles libros recomiendas siempre a tus amigos?  

Es una respuesta que cambió cuando empecé como librero, y ahora está unida a la conversación, la escucha y la atención al detalle, entonces no puedo recomendar solo desde lo que me gustó, sino también desde lo que la otra persona me dice y puede gustarle. Tengo la manía de no querer fallar recomendación alguna. Aquí pulí la capacidad de reconocer todo tipo de lector, aunque cada día venga una sorpresa diferente. Dejando de lado el rodeo, algunos libros que me gusta recomendar son: Claus y Lucas de Agota Kristof, creo que ese es infalible; Opus Nigrum de Margarite Youcenar, que es de los libros más hermosos que he leído y, sin lugar a duda, las seis novelas de Terramar de Úrsula K. Le Guin, una cúspide del alcance que tiene la fantasía como vehículo de historias arriesgadas e importantes.

¿Qué sería imperdonable hacer con un libro?  

Algo que encuentro imperdonable para hacerle a los libros es dejarlos caer en el olvido, y no me refiero al flujo del canon ni a generalidades del mercado, sino al hábito personal de comprarlo y dejarlo agarrar polvo y tiempo. Hay que tenerlo, en la medida de lo posible, tan presente como en el día que se tuvo el flechazo, pero no con culpa. Si uno lo compró, por gusto y capricho, hay que recordar ese impulso sin dejarlo escapar.

¿Por qué la ocupación de librero es la mejor del mundo?  

Decir que es la mejor ocupación del mundo es engañarse un poquito, pero sí puedo afirmar que disfruto de la labor de poder conversar y escuchar otras voces; cuando el lector le da a uno la posibilidad de querer ser escuchado. Aunque no sean muchos los momentos en los cuales se llega a conversaciones más profundas con las personas que vienen a la librería, cuando florecen se van creando atmósferas muy amenas y pasa a segundo plano vender el libro. Entonces esa posibilidad de conversar con el otro, escucharlo y reconocerlo son las capacidades fundamentales que debe tener un librero. 

¿Como lector cuál es su sueño de felicidad?  

Mi sueño de felicidad es poder engancharme con todos los libros que voy a leer y dejar de lado la necesidad de juzgar si es bueno o malo, sino poder encontrar muchas más posibilidades fuera de esas dos categorías. Aunque, también soy un poco quisquilloso, cuando escojo un libro que voy a leer es porque sé que en él voy a encontrar algo que quiero. Cuando alguien habla muy bien de un libro, no solo pienso que está hablando bien del libro, sino que es una combinación de toda su experiencia lectora. Es esa posibilidad de encontrarle varios matices lo que más me emociona.

¿Cuál sería su mayor infortunio?  

Que no tomen en serio mi trabajo. Las personas que saben cuáles son las implicaciones de ser librero lo saben por el trabajo íntimo con los libros, no sólo en librerías sino en bibliotecas, editoriales, traducción; como escritores o escritoras incluso. Pero hay personas que ven comprar un libro como una transacción que se hace con afán, entonces uno se siente un cero a la izquierda cuando sucede. Y una más personal es que se me quemen los libros; perder la biblioteca de una u otra manera. Que me los roben no tanto, ya que no los presto y en caso de perderlos, ser hijo de una bibliotecóloga lo equipa a uno con capacidades detectivescas para encontrar libros sin importar qué.

¿Cuál sería su mayor infortunio?   

Que no tomen en serio mi trabajo. Las personas que saben cuáles son las implicaciones de ser librero lo saben por el trabajo íntimo con los libros, no sólo en librerías sino en bibliotecas, editoriales, traducción; como escritores o escritoras incluso. Pero hay personas que ven comprar un libro como una transacción que se hace con afán, entonces uno se siente un cero a la izquierda cuando sucede. Y una más personal es que se me quemen los libros; perder la biblioteca de una u otra manera. Que me los roben no tanto, ya que no los presto y en caso de perderlos, ser hijo de una bibliotecóloga lo equipa a uno con capacidades detectivescas para encontrar libros sin importar qué.  

¿Cuál personaje de un libro le gustaría ser?  

Usualmente no digo “Uy, yo quiero ser este personaje; yo quiero estar en esta historia”. Sí me encantaría estar dentro del mundo de la novela El nombre del viento de Patrick Rothfuss. Me gusta mucho que la magia más importante sea llamar por su nombre a las cosas: el viento, el fuego, la tierra; a las personas o a las cosas. Todo tiene un nombre secreto. Entonces sí, yo quería ser uno de los amigos del personaje principal, era un sátiro llamado Bast, que viene del mundo feérico.

¿Cómo fue el primer encuentro con un libro que lo atrapó para siempre como lector?  

Opiniones de un payaso de Heinrich Böll definitivamente fue un punto de quiebre y La Metamorfosis de Kafka; ambos los leí muy joven, con quince años, entonces creo que estaba poco preparado para el torrente. Me acuerdo de la tristeza que me quedó al final con todo lo que le pasa a Gregor Samsa, no la he vuelto a sentir en otro libro. La verdad no sabía muy bien lo que pasaba, pero en ese entonces no quería entrar en un vórtice donde todo el mundo me rechaza y me deja de lado porque no estoy en las condiciones adecuadas. 

¿Su descubrimiento literario más reciente?  

Yo todo el tiempo estoy descubriendo novedades por todo lo que mandan las editoriales y distribuidores, pero la más reciente y la que más me ha sorprendido es El atlas de literatura latinoamericana. Es una excelente herramienta para expandir esas lecturas de escritores y escritoras latinoamericanas que han sido relegados y relegadas a segundo plano. Además, contiene unas ilustraciones preciosas.

El descubrimiento literario que no lo deja de sorprender  

La respuesta es compleja porque implica el hábito de la relectura y en este momento no lo tengo ni lo necesito. Estoy leyendo más que todo cosas nuevas entre clásicos, novedades y lo que se me va apareciendo; es un juego del azar con un poco de criterio caprichoso. Sin embargo, creo que ese descubrimiento al que siempre puedo volver es un cuento ilustrado, se llama “El pato, la muerte y el tulipán” de Wolf Erlbruch, escritor e ilustrador danés y ganador del premio Hans Christian Andersen por su trabajo como ilustrador. Es un cuento que nunca deja de darme preguntas y respuestas y es uno de mis cuentos preferidos, tanto así que tengo un tatuaje del mismo.

¿Qué libro le regalaría a alguien que va a recibir su primer libro?  

"El pato, la muerte y el tulipán" de Wolf Erlbruch.

¿Con qué autor o autora le gustaría sentarse a tomar un café y qué sería lo primero que le preguntaría?  

Con Tedi López Mills, ella es una autora y traductora mexicana. Hay un libro muy preciado en mi biblioteca que se llama Traslaciones, una compilación de poetas mexicanos traduciendo poesía, siendo el poeta traductor el foco central del libro siendo ella encargada de la selección. Me parece precioso y esclarecedor todo el trabajo y la escritura que hace, está llena de matices. Le preguntaría por su trabajo en la traducción que es un oficio que me llama mucho la atención

¿Cuál es la biblioteca o librería que lo dejó descrestado y a la que siempre le gustaría volver?  

Son dos de Bogotá. Una es Tornamesa Zona G, donde empecé mi trabajo como librero realizando una pasantía del Ministerio de Cultura con librerías independientes después de salir de la carrera, y aprendí para bien o mal lo más rudimentario de la labor de un librero. Las personas con las que trabajé allá fueron clave para todo el aprendizaje de cómo vender un libro, de cómo hablar sobre un libro, de cómo trabajar en una librería y de muchas cosas más. La segunda es Wilborada 1047 ubicada en Quinta Camacho. Una casa de tres pisos, hermosa y llena de libros.