Camilo Atehortúa: “Uno es una especie de prologuista de la experiencia literaria”

camilo Atehortúa
Camilo Atehortúa: “Uno es una especie de prologuista de la experiencia literaria”

Cuando leemos nuestro cuerpo se estremece, los músculos se contraen y nuestra imaginación acelera a velocidades extraordinarias. Sentimos cada pausa, cada respiro y suspiro. Las expectativas y la espera, se traducen en hacer fuerza con cada palabra devorada que, posteriormente, comienza a viajar hilando ideas, párrafos y sucesos.  

Para muchos la lectura puede ser una experiencia corporal, un ritual anclado a los sentidos. Escoger un nuevo libro deja de ser una misión cualquiera, ya que se busca replicar sensaciones que han propiciado lecturas pasadas. Camilo Atehortúa Henao lo define como una necesidad, siendo Miguel Strogoff de Julio Verne y el Memorial del convento de José Saramago, sus primeros contactos con “la droga de las letras”.  

Este librero de 28 años recuerda que sus primeros acercamientos a la lectura fueron los cuentos de gran formato que se guardaban bajo el colchón, “cuando yo abría esos cuentos, no me podía ver porque eran inmensos. Creo que esos espacios de lectura familiar se quedaron, y mi cuerpo siempre estuvo pidiendo esa resonancia que tenían las palabras en mi mente al momento de leer”. 

—¿Cómo alguien tan joven llega a ser librero?— 

“Esa pregunta también me la hago yo constantemente por lo que significa el gremio y los referentes de la ciudad. Luis de Palinuro es uno de ellos, una de las voces más autorizadas de Medellín porque su conocimiento es inabarcable y su voz invita a la conversación. Es muy amable, yo lo tuve al frente porque estuvimos compartiendo la misma calle por dos años”. 

Por ahora, Camilo está a punto de graduarse como historiador y esa ha sido su formación alrededor de las lecturas. Trabaja desde hace dos años en la Librería Fernando del Paso del Fondo de Cultura Económica de Medellín. Llegó por una convocatoria que le compartió Catalina Castrillón, una profesora a la que le tiene mucho afecto. En 2019 comenzó como asistente de librero y ahora es librero administrador de esta sede; su trabajo fue un intento que se convirtió en un proceso de aprendizaje y en una experiencia satisfactoria.  

Recuerda que en la universidad emprendió el oficio de ser librero sin ser muy consciente de lo que estaba haciendo. “Tuve temporadas donde vendía libros. Me iba para La Bastilla en su momento y muy cerca del Colombo a un lugar que se llamaba La Carpa. Todos los libros que vendían en esos espacios eran saldos. Yo compraba los libros que me gustaban y después los ofrecía entre mis compañeros y profesores. Lo pensaba más como un apoyo para los gastos y los pasajes”.   

Camilo dice que se puede llamar librero en término de circunstancias, sin embargo, le queda todo un camino por delante y un bagaje por adquirir. Ser librero administrador implica el papeleo, la coordinación de cortes de venta, los pedidos, la facturación y los asuntos logísticos de la construcción de estrategias para eventos. También la edificación del espacio, la exhibición y la organización de colecciones, “ya en lo que significa la dinámica de ser el librero, el que sabe guiar al lector, el que le acompaña, el que sabe colocar los libros de cierta forma para que la gente no pueda evitar verlos, eso se gana, esas son mañas del oficio”.  

Camilo ha adquirido ciertas cualidades que lo han ayudado a desempeñarse como librero: la memoria, la disposición y el saber leer a la gente. "Yo a la gente no la recuerdo por el nombre sino por el libro que compran, así es como mi cabeza va haciendo un registro. También creo saber identificar y guiar a los lectores, al indeciso, al autosuficiente, al nuevo. Ya en términos de oficio, creo que siempre hay que estar dispuesto a la exploración de autores, temas y colecciones, ya que los libros siempre están en movimiento”.   

Por su formación como historiador, Camilo inició en un reconocimiento de las ciencias sociales. Encontró autores que le abrieron las puertas a escuelas, mundos enteros y constelaciones completas de posibilidades. Sin embargo, al llegar a la Librería del Fondo de Cultura Económica, la literatura se posicionó con más fuerza en su experiencia como lector. “La literatura mexicana fue una explosión incontenible que, aún, me sigue generando estragos. En los libros que siempre tengo cerca hay un sabor mexicano, algo que me parece muy difícil de frenar porque me encantó entrar en esa constelación mexicana”.  

Camilo dice ser un prologuista de la experiencia literaria, alguien que guía y ayuda en la creación de los procesos de formación. Es un librero que, a través del vínculo de la comunicación, es el preparador del conocimiento que va a entregar. “También he aprendido a transmitir lo que me apasiona. Uno no tiene que saber de todo, más bien, lo que a uno le gusta hay que explotarlo y transmitírselo al otro; no hay ningún problema en no conocer y saberlo reconocer”. 

Librerías que son laberintos 

Los libros guardan cierta tradición, son hombres y mujeres reflejados a través de las letras. Las ideas, los pensamientos y las historias, nos hacen viajar de un lado para otro siendo las librerías las encargadas de abrirnos nuevos caminos por medio de citas y recomendaciones. La Librería del Fondo de Cultura Económica tiene un sinnúmero de colecciones, todo lo que uno puede, pero no se alcanza a imaginar. Desde ciencias sociales, literatura, arte, letras mexicanas; incluso, su colección Tezontle, que son libros muy difíciles de clasificar. 

El Fondo de Cultura Económica es un sello editorial mexicano. Nació en el 1934 y, gracias a muchos procesos culturales de exiliados españoles, se convirtió en un referente ineludible del pensamiento latinoamericano. En Colombia hay dos sedes, la Librería México del Fondo de Cultura Económica del Centro Cultural Gabriel García Márquez de Bogotá y la Librería Fernando del Paso del Fondo de Cultura Económica de Medellín.  

La sede de Medellín abrió sus puertas en septiembre de 2018 y, hasta agosto de 2019, perteneció al espacio de la Biblioteca Pública Piloto. Luego, por temas de planificación, la librería se trasladó para una calle del sector Estadio donde ya estaban la Librería Grámmata y la Librería Palinuro. “Compartimos calle y empiezan esas cosas lindas porque somos la Librería Fernando del Paso y Palinuro es justamente uno de los libros más importantes de este autor. Allá nos quedamos, pasamos la pandemia y el sábado 31 de julio de 2021 abrimos, de nuevo, en la Biblioteca Pública Piloto”.  

Test de Proust para libreros y libreras 

¿De las virtudes de los libros cuál es tu favorita? 

La posibilidad de ser releídos y que la relectura cree una nueva experiencia. 

¿Qué cualidades deseas aprender de los libros? 

La de esconderse (risas). Ocultarse me parece fascinante. 

¿Cuáles libros recomiendas siempre a tus amigos?   

Esa es difícil por lo que te decía de las experiencias que uno quiere replicar, pero voy a darte títulos. Siempre recomiendo Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi, el Memorial del convento de José Saramago y Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal, un novelista checo.  

¿Qué sería imperdonable hacer con un libro? 

No leerlo, si uno lo tiene, no leerlo. Ya en términos físicos, mojarlo me parece dramático, me parece más dramático que el resaltador que también me es difícil de asimilar.  

¿Por qué la ocupación de librero es la mejor del mundo?   

Porque uno puede compartir lo que ama. El amor por los libros, transmitir esa experiencia lo hace muy valioso. 

¿Como lector cuál es su sueño de felicidad?   

Tener todo el tiempo para leer lo que tengo ahí cerca. Yo creo que eso del tiempo es difícil siempre. 

¿Cuál sería su mayor infortunio?   

Lo he pensado mucho con mi biblioteca personal, que desapareciera porque ahí está uno reflejado.  

¿Cuál personaje de un libro le gustaría ser?    

Blimunda Sietelunas del Memorial del convento, porque ella puede ver más allá en las personas, eso es muy tremendo. Aunque el desenlace tiene su componente difícil, creo que ser ella valdría la pena.  

¿Cómo fue el primer encuentro con un libro que la atrapó para siempre como lector?   

Miguel Strogoff de Julio Verne. Ahí ya los dados salieron con la disposición correcta para seguir por este lado. Lo que te decía de la creación de experiencias. 

¿Su descubrimiento literario más reciente?    

Bohumil Hrabal y Vsévolod Mijáilovich Garshin, un escritor ruso que se suicidó a los 33 años. Es de esa época dorada de la escritura rusa de la transición del XIX al XX; ese es de los últimos descubrimientos fascinantes. 

El descubrimiento que no lo deja de sorprender    

Bohumil Hrabal.  

¿Qué libro le regalaría a alguien que va a recibir su primer libro?    

Seda de Alessandro Baricco porque es un libro con una lectura aparentemente simple, pero que en esa posibilidad de relectura puede convertirse en un libro para tener siempre al lado. Es un libro de esos que se convierten en parte de uno, la estructura... es un libro fascinante. 

 ¿Con qué autor o autora le gustaría sentarse a tomar un café y qué sería lo primero que le preguntaría? 

Bohumil Hrabal y le diría que me enseñe a escribir como él. (risas) 

—Está clara tu admiración por ese autor— 

Es que Una soledad demasiado ruidosa es un texto hermoso y en términos formales es precioso. Otro autor es Sergio Pitol, a él le diría que me enseñara a ser traductor.  

¿Cuál es la biblioteca o librería que lo dejó descrestado y a la que siempre le gustaría volver? 

La librería México del Fondo de Cultura Económica de Bogotá. Yo estuve allá en 2019 para una temporada de inventarios, eso es inmenso, es el mundo en libros. Ahí uno entiende qué es la finitud, es imposible abarcar algo humanamente en términos de lectura. Literalmente es como si fuera un panteón, una especia de lugar sagrado. Muy bonito.