La voz de Jaime Jaramillo Escobar se levanta desde la sutileza del verso y la rebeldía de las ideas. El poeta de 89 años falleció en su apartamento de Medellín y su rostro sonriente volvió a reverberar en el recuerdo de sus amigos cercanos y en el corazón de los lectores que atesoran sus libros y sus palabras.
Fue testigo y protagonista de una revolución literaria, la del Nadaísmo, movimiento que fundó con el escritor Gonzalo Arango y otros cómplices que seguro festejan la compañía que se les une en ese cielo de escritores que nunca es triste, que siempre es celebración; justo como esa poesía que Jaramillo Escobar no dejó de escribir ni de ejercer, porque el poeta vivió la poesía con toda su carne y sus huesos.
En cada verso vertía su vida y creaba un territorio imaginario en el que cualquier lector podía hallar refugio y compañía, como en estos versos que ofrecían amistad incondicional y la promesa de un encuentro:
Jaime Jaramillo Escobar nació el 25 de mayo de 1932 en Pueblorrico, municipio del Suroeste antioqueño. También conocido como X-504, una placa de carro era su seudónimo y la que cargaba con todo el peso de su poesía. Se dice que este poeta, caracterizado por su ironía, su sarcasmo, su irreverencia y su sátira, fue el mejor de la generación nadaísta. En 1967 conoció a Gonzalo Arango y, a partir de ese momento, sus escritos se convirtieron en piezas importantes y fundamentales para la literatura.
Obras como Los poemas de la ofensa (1968), Sombrero de ahogado (1983), Poemas de tierra caliente (1985), Poesía de uso (2014), son solo algunos ejemplos de su agudeza y destreza para deleitar a sus lectores. Además, fueron sus peldaños para obtener reconocimientos como el premio Cassius Clay de poesía nadaísta en 1967, y Premios Nacionales de Poesía Eduardo Cote Lamus y Universidad de Antioquia, en 1983.
👉Revive aquí sus versos y sus escritos:
Reunimos algunas palabras que sus amigos y sus lectores ofrecen en redes para recordarlo y desearle buen viaje: