Ana María Shua, decir mucho en pocas palabras

Ana María Shua
Ana María Shua, decir mucho en pocas palabras

¿Quién es Ana María Shua?

Detrás de un gran escritor, siempre hay un gran lector. En Ana María Shua, escritora argentina nacida en 1951, esta frase no solo cobra vida sino que se erige con naturalidad para definir lo que ha sido su carrera como artista.

Cuando aprendió a leer palabras, los libros la han acompañado a todas partes. En su infancia devoraba páginas y páginas, en la mesa, en la cama, en el sillón, que incluso sus padres no encontraban la manera para que suspendiera las lecturas y saliera a jugar un poco a la plaza. Esas voces que ha leído desde entonces han sido sus grandes maestras literarias.

Pese a que estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires, su formación artística sigue siendo la lectura asidua, autodidacta y constante. En ella descubrió el camino para empezar a escribir y a ser ella misma leída por otros. En los años setenta, tenía ya varios poemas, cuentos, microrrelatos y hasta libros, y en medio de una sociedad argentina dominada por la dictadura militar, con sus centros culturales y académicos restringidos a unos pocos y con un mercado editorial ávido de novelas, la publicación de su primer libro tardó más de lo debido.

Su trayectoria y llegada al mundo literario

Se dedicó al periodismo, un trabajo en el que había poco espacio para las mujeres, y fue redactora y editora de diversas agencias de publicidad, revistas y folletos. Su amor por el género del cuento fue creciendo y, con su pluma más suelta que nunca, fue conformando un libro, Los días de pesca. Sin embargo, su entrada al mundo literario se realizó con su novela Soy paciente en 1980, con la que ganó el Premio Editorial Losada.

Libros y reconocimientos

Otras de sus novelas son Los amores de Laurita (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim), La muerte como efecto secundario (Premio Ciudad de Buenos Aires en novela y Premio Club de los Trece),  El peso de la tentación y la última, Hija (2016).

En 2009 sus cuatro libros de cuentos se publicaron reunidos con el título Que tengas una vida interesante. En 2014 obtuvo los premios Konex de Platino y el Premio Nacional de Cuento y Relato. En 2015 recibió el Premio Trayectoria de la Asociación de Artistas Premiados y en 2016 el Premio Democracia. También ha recibido varios premios nacionales e internacionales por su producción infantil-juvenil, muy difundida en América Latina y España. En 2016 le fue otorgado en México el I Premio Internacional Juan José Arreola de Minificción.

Sus microrelatos

Sus libros de microrrelato son La sueñera, Casa de Geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas, Fenómenos de circo y La guerra, publicado en 2019 en Buenos Aires y en Madrid. Todo esto la ha llevado a ser considerada por la crítica como La reina del microrrelato. En esas pocas palabras que componen sus ficciones sucede el hechizo. El lector queda atrapado en un detalle elegido adrede por la autora en el que se hallan todas las posibilidades del misterio, del significado, del encuentro.

Además de su extensa producción escrita, ha dado charlas y clases maestras en universidades y otras instituciones de Argentina, América Latina, Estados Unidos, varios países de Europa y Corea del Sur.

Entrevista

¿Cuál es tu microrrelato favorito y por qué? 

“Cuento de horror”, del mexicano Juan José Arreola. “La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones”.  Me fascina la capacidad de conmover en tan pocas palabras, en un género que se considera sobre todo humorístico. Y la ambigüedad del sentido, que permite interpretarlo de muchas maneras. Cada vez que lo pienso, vuelvo a preguntarme si ella ha muerto, si simplemente lo dejó, si la recuerda, o la sueña…

¿Cuál es la diferencia entre microrrelato y cuento?

Como la diferencia entre cuento y novela, lo único que puede probarse con métodos científicos es la extensión, el largo del texto. Si tiene más de trescientas palabras, ya va para cuento. Sin embargo, la brevedad también produce efectos. Y además, el microrrelato se puede permitir un núcleo narrativo mucho más débil que el cuento, suele jugar en el límite, a veces se acerca al aforismo, a veces a la poesía.

Por ejemplo, ¿en qué casillero ubicamos a este microrrelato del escritor argentino Macedonio Fernández? Morimos, se dice. No, es que el mundo dura poco. Tan es así que muchos críticos distinguen al microcuento como un subgénero dentro del microrrelato: textos que son casi cuentos tradicionales en pocas palabras. Un ejemplo maravilloso es “Los dos reyes y los dos laberintos”, de Jorge Luis Borges.

¿Por qué publicar microrrelatos en vez de novelas?

¿Por qué elegir? Se pueden publicar novelas y también microrrelatos. Cada género provoca una particular forma de deleite en el lector. (De hecho yo escribo novelas, cuentos y microrrelatos). Para el escritor es muy placentero poder empezar, pulir y terminar (o descartar) un texto en un solo día, como una pequeña piedra preciosa, mientras se lucha durante años con los borradores de una novela.  

¿Con cuál cuentista te sentarías a tomar un café y qué sería lo primero que le preguntarías?

Jaja, me da igual, y creo que le preguntaría por su relación con las editoriales, si le pagan en término, cómo son sus contratos…Ya no me acuerdo en qué libro un mecenas se quejaba que mientras él solo quería hablar de arte, los artistas que protegía solo querían hablar de dinero.

¿Cuáles son los mejores cuentos y cuentistas de América Latina? ¿Qué piensas sobre ellos y cómo se relaciona tu obra con esa tradición?

Imposible establecer una lista de todo el continente; tenemos maravillosos cuentistas en todas partes. Pero sí me gustaría relacionar mi obra con la tradición argentina en microrrelato, que es muy clara y fuerte y ya tiene muchos años, desde que Borges y Bioy publicaron, en 1955, la primera antología del género: los Cuentos breves y extraordinarios.

Todos los grandes cuentistas argentinos escribieron microrrelato: Borges, Cortázar, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Marco Denevi, Isidoro Blaistein. Y para mí fue muy importante encontrarme, en los setenta, con la revista mexicana El Cuento, dirigida por Edmundo Valadés, que publicaba a los microrrelatistas latinoamericanos de esa época: Arreola y Monterroso, para empezar, y muchos más: los mexicanos Felipe Garrido, Guillermo Samperio, el salvadoreño Alvaro Menen Desleal, Enrique Jaramillo Levi de Panamá, Luis Britto García de Venezuela y muchos otros. Muchos años después descubrí la revista colombiana E-Kuóreo, dirigida por otros dos grandes de microrrelato colombiano, Harold Kremer y Guillermo Bustamante.

¿Qué procedimientos distinguen a la microficción de otros géneros?

La máxima concentración de significado en la mínima cantidad posible de palabras.

¿Qué es lo que más te gusta del género del microrrelato?

Precisamente esa capacidad de decir mucho en pocas palabras. También su cercanía con la poesía. Y su rebeldía, ese jugar siempre en las fronteras del género. Si parece un poema, es un poema, si parece un aforismo, es un aforismo, si parece un pensamiento, es un pensamiento…si el lector no sabe bien lo que es, seguramente será un microrrelato.

¿Cuáles son las características de un buen microrrelato?

Muerde. Eso es lo más importante, como en cualquier otro género literario. Que no salgamos indemnes de su lectura, que nos deje marca. ¿Cómo se consigue? Ahí entra una dosis de misterio…

¿Cuál sería un consejo esencial para alguien que quiere empezar a escribir microrrelatos?

El primer consejo es que se busque un trabajo que le de para vivir. Segundo, que lea a los grandes maestros del género: Kafka, Calvino, Micheaux, Borges, Arreola, Monterroso, etc. Tercero, que no se conforme con ser microrrelatista: si no aspira a ser un escritor completo, nunca escribirá buenos microrrelatos.

¿Has leído microrrelatos de la iniciativa en 100 palabras, de Medellín u otras ciudades? ¿Qué piensas sobre ellos? ¿Qué encuentras allí? 

Sí los leí, fue una agradabilísma sorpresa, son textos de excelente nivel. Creo que el tema es un acierto y permite un desarrollo muy amplio, en sentidos muy variados. ¿Qué encuentro? ¡Buena literatura, que no es poco! Ambigüedad, múltiples sentidos, inteligencia, ironía, capacidad de observación, humor, ternura. Y a veces todo eso junto.

¿Qué le recomendarías a alguien que desea narrar su cuidad en un microrrelato?

Que mire a su alrededor. A veces no hay que buscar un tema sino abrirse y dejar que el tema lo encuentre a uno. Y por lo demás, que tenga en cuenta mis consejos para cualquiera que quiera escribir microrrelatos. Por sobre todas las cosas, leer a los mejores autores. Eso siempre hace bien.