
En medio de contrastes y riquezas culturales, cuyos paisajes montañosos reflejan la diversidad y la historia de la región, el suroeste de Antioquia no solo alberga múltiples topografías, culturas y producciones agrícolas, sino que es también el hogar de comunidades que han forjado su identidad en el tejido mismo de sus tierras. El pasado 13 de octubre, en Fredonia, el café, cultivo predominante en esta parte del departamento, se convirtió en una excusa para hablar de tradición, de pasado, de territorio, de costumbre, de cultura y, también, de familia.

Si bien esta es una región agrícola importante en Colombia, donde se cultiva una amplia variedad de productos, incluyendo aguacate, plátano y hortalizas, el café fue el tema elegido por los equipos de la Biblioteca Comfama Móvil y la Biblioteca Comfama La Pintada, en la primera versión del Festival Vive Bibliotecas Suroeste. Entre otros temas como la diversidad en flora y fauna, la temática del festival surge de la búsqueda por hablar de la experiencia, no solo de Fredonia, el hogar de esta primera edición, sino de toda la región; una búsqueda por conversar de los fuertes del territorio, de las conexiones que sus habitantes tienen con estas.

Con siete actividades con horarios concretos y cuatro actividades permanentes, el intercambio, la reflexión, la memoria y la historia fueron vertientes donde la unión entre personas y el orgullo por la región fue siempre visible. Entre café y comunidad, un aspecto estuvo siempre presente: las palabras. Con actividades de activación creativa, se calentaron motores para escribir sobre el territorio en el marco del concurso, todavía abierto, Antioquia Reimaginada. Asimismo, al aire libre, en el parque se crearon “versos al viento”, creaciones conjuntas donde la belleza y la naturaleza se conjugaban en medio de las emociones retratadas en los versos de los participantes.

Entre diferentes historias y personas, Valeria Ríos Echeverri contó la historia de su marca de café, cuyo eslogan, “tradición hecha sabor”, resume el corazón de los encuentros del día: cómo el recuerdo y la memoria se entrelazan para crear nuevas historias y posibilidades. Habló de una vida rodeada de arbolitos de café donde, desde la infancia, perseguía a su abuelo –a quien llama papá–, con un tarrito vacío de leche Klim, recogiendo granitos de café.

Pero el café no es más que el conductor de una serie de descubrimientos, de cuestionamientos y de historias. Desde ser una mujer agrícola hasta pasar del conocimiento empírico a uno más técnico, se generaron conversaciones entorno a qué va más allá de la taza que sostenemos entre manos, qué es lo que nos dice sobre nuestra tierra, nuestra historia y sobre nosotros mismos.

Todos estos son procesos marcados por el orgullo, el legado y la esencia. “En el campo”, compartió alguien en medio de las conversaciones, “está el desarrollo”. En ese lugar que muchas veces se deja de lado a favor de las grandes metrópolis, surgen otras historias y otras visiones de mundo. Así, historias, secretos, actividades y lecturas se mezclaron en el centro de Fredonia, con público que iba y venía, muchas veces movido por la curiosidad.

Pero la taza de café es prontamente abandonada –no es un centro inamovible–, reemplazada por aquello que simboliza: una serie de sueños, esperanzas y esfuerzos que se traducen en conexiones. Son justo estas conexiones las que abrieron paso a hablar de los animales, de las otras riquezas de la región, pero también de la musicalidad, de volver a la infancia, a esa tierra donde las preguntas, la imaginación y la posibilidad reinan.

Los niños aparecen y reaparecen a lo largo de la jornada, desde lecturas compartidas entre padres, madres e hijos, hasta adultos hallándose sumergidos en historias para los pequeños. Niños que leían, descubrían y preguntaban sobre otros mundos posibles; que miraban a través de visores recuerdos estáticos de otros tiempos; que observaban una adaptación de Roald Dahl en pantalla grande; que interactuaban entre ellos y se llenaban de emoción y la transmitieron a otros. Fueron justamente estos niños los que le dieron cierre a la jornada con una representación teatral. Basada en una adaptación de la famosa obra de Lewis Carroll, llamada “Alicia en el país de los números”, diferentes niños del municipio representaron personajes como el conejo y el gato de Cheshire con nuevos matices.

Nuevos matices que, como las uniones que se generaron durante el evento, son el germinar de nuevas historias, de nuevas construcciones, de nuevos interrogantes. El evento fue una construcción colectiva de la libertad, de sueños y recuerdos, donde la emoción envolvía los diálogos y transformaba conversaciones que de otra forma habrían sido ordinarias en encuentros mágicos. El sonido y la musicalidad de las palabras contaron historias y transmitieron emociones. ¿Qué queda, entonces, más allá de la tacita de café sobre la mesa al final de la conversación? El inicio de una nueva conexión, de una transformación.

La conexión entre el cultivo del café y la comunidad, desde la siembra hasta la taza final, crea un enlace simbiótico entre la tierra y sus habitantes, que evidencian una profunda apreciación por el territorio y las tradiciones locales. El suroeste antioqueño es un territorio impregnado de historia, donde tradiciones ancestrales y la modernidad se unen. Fredonia, en el Festival Vive Bibliotecas Suroeste se cubrió no solo de conversaciones entorno al café, sino alrededor de la cultura, la comunidad y la identidad.
