Costureros Comfama

Aranjuez: una comunidad que se teje en cada conversación

Foto Bibliotecario por un día otraparte
Aranjuez: una comunidad que se teje en cada conversación

El tejido es una práctica ancestral y de gran importancia a lo largo de la vida humana. Requiere paciencia, tiempo, creatividad y ritmo. Todos los jueves, a las dos de la tarde, en la Biblioteca Comfama de Aranjuez, un grupo de mujeres se reúne con un propósito: tejer. Pero no solo se trata de entrelazar uno o más hilos, estas mujeres ven el tejido como algo que las une a la memoria colectiva femenina. Tejer es un pretexto para hilar conversaciones y amistades.  

El costurero de Aranjuez es un espacio de encuentros en donde, a partir del tejido, se recuerdan y narran historias. Tejer, como una unión de la vida al entorno cotidiano, crea una conexión íntima entre las mujeres que asisten al costurero cada jueves. Para Carlos Mario Gil, su coordinador desde 2019, en el costurero se forman familias comunitarias, ya que es un espacio que se desarrolla desde la confidencialidad, la familiaridad y la espontaneidad.  

Estas mujeres siguen el hilo cuando conversan y escuchan. En el costurero de Aranjuez, el hilo del tejido se entrelaza con el de la conversación como símbolo de la memoria, de la continuidad de la vida y de la conexión entre las personas. 

Este espacio es dinámico y le brinda a cada una de sus asistentes la oportunidad de transformar. Algunas transforman la soledad por una experiencia que genera aprendizajes comunitarios, ya que el costurero no es un curso como tal. Allí, cada una se convierte en la instructora de la otra. Comparten sus técnicas de bordado, croché o macramé; mientras se regalan la oportunidad de distraerse desde la conversación, la lectura y el diálogo.  

“Desde el primer día me amañé en el costurero. Me gustó el ambiente, las compañeras y la colaboración. Yo cosí durante 31 años, sin embargo, hay técnicas que no manejo muy bien. Acá las compañeras me explican y me enseñan con mucha paciencia”, dijo Cecilia Ramírez, quien hace parte del costurero desde 2019.  

Otras transforman eso que les gusta en un sustento para sus vidas. A través de charlas y talleres, el costurero busca crear conciencia sobre la economía independiente. Que las mujeres sean conscientes de que, el trabajo que hacen como un hobby, también les puede generar ingresos.  

“Yo hago esto porque me gusta, sin embargo, puedo vender mis creaciones siempre y cuando las personas les den un valor monetario adecuado. Cuando la gente no valora lo que hago, no lo vendo. Uno es la primera persona que debe aprender a valorar lo que hace”, expresó Beatriz Velásquez, miembro del costurero desde 2019.  

También se les ofrecen una gran variedad de actividades: charlas sobre el medio ambiente y el aprovechamiento de residuos, el compostaje, la conmemoración del día de la mujer; temas que ellas mismas han propuesto. Por otro lado, se les ofrece el préstamo bibliotecario, el cual les sirve para adelantar las manualidades y perfeccionar sus técnicas.  

Este espacio reabrió sus puertas el 10 de octubre de 2020. Por temas de aforo, la asistencia se redujo a la mitad. Ahora, asisten en promedio entre 22 y 24 mujeres. Sin embargo, las que continúan yendo hablan de las otras como si las tuvieran a su lado, como si ese espacio aún fuese habitado como antes. Esto es reflejo de que estas mujeres no pierden el hilo y son parte de un gran tejido

Marta Luz Taborda

"Vengo desde el año pasado. Una amiguita me trajo para que me entretuviera...

"Yo estudié con monjas, pero como yo tengo un problema en las cervicales y en el cerebro entonces yo casi no sé hacer nada. Todo se me ha olvidado. Yo vengo a entretenerme, a tener más amistades y a disiparme para no estar sola en la casa”.  

Amanda Arteaga

"Estábamos en un grupo de gimnasia y nos invitaron al costurero...

“A veces uno no quiere hacer nada, pero uno viene por cambiar de ambiente. He aprendido a compartir, a hacer muy buenas compañeras. Aquí pasamos muy bueno. A veces nos sacan por ahí, nos llevan a otras partes. Uno que vive tan solo en la casa le hace falta con quién entretenerse y esto nos ha ayudado muchísimo”. 

Beatriz Velásquez

"Mi abuela y mi mamá le hacían cortinas a las ventanas de madera...

“A mí me gusta aprender de todo un poco, sé croché, bordo en cinta y hago el bordado tradicional. Yo soy pensionada, entonces ¿Qué me voy a quedar haciendo en mi casa todos los días? Mejor me vengo para Comfama, no tengo que gastar pasajes ni nada, también es la comodidad”.

Soledad Muñoz

"Mis regalos de Navidad eran maquinitas de coser...

“Es mi segunda clase en el costurero. Vengo de Aranjuez La Piñuela. Me di cuenta del costurero por redes sociales, por medio de un video que sacó el profe invitándonos y me vine de curiosidad. Me pareció chévere, pero más por el tema de costureros e historias porque invitaban a compartir. A parte de un tema manual, también era un tema de compartir historias. Me parece muy interesante que se tejan amistades y conocimientos con otras mujeres”. 

Beatriz Jaramillo

“Hace poco tiempo vengo al costurero. Yo sabía tejer, pero se me fue olvidando porque me dio un infarto en el cerebelo. Una amiga me invitó al costurero porque yo vivo sola, entonces vengo para distraerme”.   

Cristina Piedrahita 

Me dedico al tejido desde chiquita porque en el colegio tenía clases de manualidades. Yo dejé de hacer muchas cosas porque me puse a trabajar. Trabajé 31 años y ya llevo tres años de pensionada. Al pensionarme volví a tomar estas clases. Trabajé en Eduardoño como departamento logístico, allá también recibí clases de madera, de inglés y costura; esto no se le olvida a uno”.  

Hilda Bustamante

Yo estoy haciendo tapabocas personalizados, yo los pinto y los bordo. He vendido más o menos unos treinta. Exactamente no sé cuánto me demoro bordando un solo tapabocas, cuando tengo un ratico me le pego. Lo que pasa es que también soy ama de casa, mamá y tengo muchas matas. Además, nivelo niños de colegio, doy clases de matemáticas, español y lectura”.