En el 2023 se firmó un convenio de asociación entre Comfama y el Municipio de Támesis, cuyo objetivo es aunar esfuerzos para el desarrollo de estrategias y actividades que promuevan el sano esparcimiento y la cultura en el municipio. En el marco del programa de Jornada Escolar Complementaria se creó un proyecto de apropiación del patrimonio. Conoce los detalles.
¿Qué es el patrimonio?
“Lo que no se conoce no se ama” es la premisa que orienta las aspiraciones de Francisco Serna Zapata para transformar su comunidad. Él dirige Visión Sur, la empresa que se alió con el programa de Jornada Escolar Complementaria Bibliotecas a través de Inspiración Comfama para crear "Yo soy explorador", una experiencia que busca asombrar a los niños y a las niñas de las Instituciones Educativas de Támesis que participan del proceso con los tesoros patrimoniales del territorio que habitan. La experiencia consiste en llevarlos a visitar lugares emblemáticos del pueblo y sus alrededores guiados por las historias de cinco pequeños exploradores ficticios y por un juego de preguntas.
Francisco deja salir aquella frase sobre el amor debajo de un gigantesco samán que nos baña con una sombra centenaria. A su lado está Juan Pablo Arteaga, politólogo que oficia como guía de los recorridos. Detrás de ambos, el paisaje está dominado por tres montañas que cubren la mitad del cielo. Por una de ellas se está escondiendo el sol, convirtiendo al monumental Cristo que la corona en una sombra espectral. En otra se precipita una cascada, el sonido del agua cayendo y su choque contra las piedras se puede escuchar a pesar de la distancia. En el último cerro, más boscoso que los anteriores, se intuye el murmullo de animales de monte. El canto de más de cinco tipos de pájaros distintos se confunden entre sí. De algún lado llega olor a café recién hecho. Al frente tenemos un piedra colosal repleta de tallas de figuras expresivas hechas hace casi dos milenios. Estámos sentados en el patio de recreo de la institución educativa San Antonio de Padua, vecina del “Parque Educativo Cartama, un encuentro de saberes”.

Nada más describir este escenario es una muestra del patrimonio del que Francisco y Juan Pablo quieren que nos enamoremos. Para ellos el patrimonio no consiste unicamente en arqueologia y edificios antiguos. Se trata de la consciencia histórica de una manera singular de ser en el territorio, del reconocimiento de las personas que han desarrollado obras reveladoras y, sobre todo, del respeto por el medio ambiente, ya que apropiarse del valor que todo esto tiene es la mejor forma de cuidarse y prosperar como comunidad.
¿Dónde comienza la historia de Támesis?
Hace un poco más de 170 años, Pedro Orozco Ocampo, sus hermanos y su esposa, Rafaela Gómez Trujillo, salieron de su tierra natal, Sonsón, Antioquia, con el propósito de colonizar tierras en el suroeste de la región. Se dice que empezaron por comprar la titularidad de unos predios a otros colonos que ya estaban ocupando una importante zona del Valle del Cartama. Allí crearon un poblado que bautizaron San Antonio, mientras que al río más cercano decidieron llamarlo Támesis, acogiendo la idea de doña Rafaela de tomar prestado el nombre del río que cruza la ciudad de Londres. La prosperidad del poblado atrajo a nuevos colonos que hicieron que se multiplicara la población. Cuando ya eran muchos, alguien propuso invertir los nombres entre el nuevo pueblo y el río, pues de ese modo el santo se encargaría de protegerlos de probables inundaciones. Desde entonces, el pueblo antioqueño lleva aquel nombre de origen británico.
Pero la historia de Támesis tiene un inicio aún más antiguo. Los estudiosos del tema estiman que las personas que habitaron por primera vez la zona lo hicieron entre los siglos II y V d.C., es decir, hace aproximadamente 1800 años. Así lo indica la enorme cantidad de hallazgos arqueológicos que han sido descubiertos en los últimos 70 años en distintas partes del municipio. Algunos de los más asombrosos son los petroglifos, figuras talladas sobre piedras enormes con otras rocas que hacían las veces de cinceles, figuras que contienen los relatos de las sociedades indígenas que encontraron en este valle el cobijo de sus dioses. Los principales grupos humanos prehispánicos que se establecieron en esta región fueron cartamas, caramantas, ansermas y catíos. Una comunidad, derivada de la cultura de estos últimos, un grupo Emberá Chami, sobrevivió al exterminio colonial y hoy en día viven en el Resguardo Indígena La Mirla, ubicado a 9 km del Parque principal de Támesis.

En la actualidad, Támesis es abundante en campos de café, cacao y caña, entre otros productos, lo que hace que tenga un gran potencial agroindustrial. Aunque, su riqueza hídrica ha hecho que sea llamado “Emporio energético del nuevo milenio” y su abundancia en minerales preciosos provoque que varios proyectos mineros se quieran asentar en la zona. Ambas tentativas han entrado en conflicto con una visión de conservación ambiental del territorio, ya que una buena parte de la ciudadanía prefiere apostarle a la producción agrícola y al turismo sostenible como motor de desarrollo del municipio, en lugar de la economía extractivista.
Támesis es el hogar del organal más grande de Colombia, el cual consiste en unas cuevas que justamente el río San Antonio se encargó de modelar con paciencia a lo largo de millones de años. Tanto insistió en cruzar la montaña que terminó por atravesarla. Si uno sigue el camino del río llegará a un punto en el que encontrará metido en el corazón de la montaña. Harán falta 20 km de piedra caliza para llegar al otro lado. Asimismo, Támesis es de lejos el lugar con la mayor cantidad de petroglifos en el país. Hasta en los solares de las casas ordinarias del pueblo es posible apreciar estos maravillosos vestigios arqueológicos.
Redescubrir el lugar que se habita
Salimos del Parque Educativo con un grupo de veinticinco niños rumbo al Museo Cartama guiados por Juan Pablo. Cinco cuadras nos separaban del lugar que fue remodelado a finales de diciembre de 2023, ubicado al interior de la Casa de la Cultura Hipólito J. Cárdenas. Su colección ascendió a 82.000 piezas, entre elementos líticos, cerámicos y figurines, gracias a los hallazgos logrados durante las exploraciones que precedieron la construcción de la Conexión Pacífico 2, un importante proyecto vial que unió el norte con el centro del país. Las piezas magnas de la colección son una aguja de hueso de venado y una máquina tatuadora, dos delicados artefactos difíciles de encontrar, a los especialistas les asombra que se hayan conservado en tan buen estado hasta ahora.
Los niños pudieron ver de cerca las vasijas en las que los indígenas cocinaban sus alimentos, los cuchillos y los arcos que utilizaban para cazar, los moldes que usaban para crear hermosas piezas de oro, las hachas que usaban para la guerra y para cortar madera, los restos óseos de las personas que usaron todos esos implementos y los residuos de los rituales con los que despedían a sus muertos.

Después de que todos los objetos fueron apreciados en detalle, el mediador del museo llevó a los estudiantes a una sala cuyas paredes exhiben reproducciones fotográficas de los petroglifos. Allí les invitó a que se sentaran y cerraran los ojos. Luego, les pidió que tomaran una piedra imaginaria y que empezaran a tallar sobre otra roca grande que tienen al frente la figura de los petroglifos que más les gustara. Todos empezaron a plasmar su imaginación sobre el aire. Se les pidió que interiorizaran esas líneas, esa iconografía cotidiana, que la sientieran propia. Finalmente, contaron cuál era la figura que más les llamaba la atención y varios coincidieron en la espiral.
Para Francisco los petroglifos son relatos que nos cuentan cómo vivían las comunidades indígenas: "Retratan algunos de los animales que cazaban, que les servían de alimento; figuras geométricas que muestran sus conocimientos matemáticos, como espirales abiertas y espirales cerradas; imágenes que hablan de la fecundidad y la maternidad; u otras que exhiben la apariencia de sus jefes, con artículos como báculos y penachos; también se ve que conocían de astronomía, en uno de esos grabados es posible ver la ubicación de los planetas". Según él, los indígenas encontraron la forma de dejarnos esas historias para poder transmitirla a esta generación, para saber de dónde venimos y hacia donde vamos.
Una vez terminó el ejercicio de imaginación, se les pidió a los estudiantes que se reunieran en la plaza central del museo. Allí se les entregó un fanzine con la historia de los exploradores y el juego. Este fanzine funcionaría como un mapa guía del resto del recorrido. De camino a la siguiente parada, apreciamos las fachadas de las casas decoradas con petroglifos y nos detuvimos en un mural con animales endémicos de la zona. Juan Pablo aprovechó para hablarnos de jaguares, osos de anteojos y gallitos de roca.

Llegamos a Oasís del arte, la librería y galería del artista Gabriel Salcedo. Las paredes sostienen cuadros de su autoría y de otros pintores del municipio, comparten el espacio con estanterías repletas de libros. Sobre una de ellas estaba dispuesto un altar con obras de autores tamesinos, entonces aprovechamos la ocasión para hablar de escritores y escritoras como María Teresa Agudelo, Aura Echeverri Uribe, José Libardo Porras, Everardo Rendón Colorado, Fernando Moncada, Carlos H Cardona B, Sandra Patricia Ramírez Patiño, Gabriel Jaime Salcedo Blandón, Mario Escobar Velásquez, Gustavo Adolfo Salcedo Blandón, Luis Hernán Rincón Rincón, Víctor Alonso Orozco Cadavid, Carlos Mario Velásquez Ramírez y Edwin Andrés Rendón. Afuera de la librería, Gabriel dispuso una mesa con libros libres para que cada uno de los niños y las niñas se llevaran uno para su casa.
El recorrido terminó con los niños y las niñas jugando en el atrio de la iglesia del Parque principal. Se distribuyeron por grupos, desplegaron el fanzine, rodaron los dados y empezaron a lanzarse preguntas de lo que acaban de aprender durante el recorrido. Desde allí observamos la cotidianidad del pueblo, una escena que todos habían visto muchos veces, pero esta vez se sentía diferente. El sonido del agua se escucha más fuerte, así como el canto de los pájaros y el murmullo de los animales salvajes. Los niños y las niñas ahora saben los nombres de algunas de las personas que han encontrado en las letras una forma de vivir y que esa también es una alternativa para ellos. Ahora saben que hacen parte de una historia milenaria, que son dueños de un tesoro, de un escudo que los protege de las amenazas externas que quieran arrebatarles lo que les pertenece.

Por esta experiencia de Jornada Escolar Bibliotecas han pasado cerca de 300 niños y niñas entre abril de 2023 y junio de 2024.