#LasPalabrasAbrazan David Gil

De regalo, el símbolo

simbolo2
De regalo, el símbolo

Un calor sofocante invade a Macondo durante su entierro. Es Jueves Santo y, con Úrsula Iguarán, también muere la casa de los Buendía. Ella, la matriarca madre, abuela y bisabuela, es también los pisos de tierra, lo muros de barro y hasta el tibio olor a albahaca en los viejos arcones hechos para guardar la ropa.

Menuda e indomable, con tiempos de ampliación y jornadas de orden, Úrsula es una con la casa. Úrsula es el hogar en pie.

Así funciona el símbolo: lanza cosas para que sean unidas y produzcan sentido. Como Úrsula, también es símbolo la Ítaca que persigue Ulises, la serpiente pecadora del Génesis, la manzana de Lolita o el río de Heráclito, que, como dijo Borges, “interminable, que pasa y que queda”, habla sobre nuestra impermanencia.

Desde “sím”, que hace deslizar vehemente la lengua por el paladar y finaliza con una vibración en la unión de los labios, hasta la danza producida por “bolo”, el filósofo y escritor David Gil disfruta, contempla y explora la palabra símbolo. Hoy, que nos unimos como ciudad para celebrar las palabras y las letras, Gil escogió este vocablo para abrazarnos.

“Quise elegir una palabra que fuera bella, pero que también fuera importante semánticamente para mí. Me gustan las esdrújulas en la lengua castellana, tienen una belleza que no tienen las graves y agudas. Además, el símbolo guarda un alcance filosófico y literario importante, que tiene relación con su etimología”, explica el escritor.

Arrojar algo que tendrá que unirse

Al viajar hasta el origen de la palabra se van revelando pequeños secretos, como que comparte raíz con las palabras diablo, problema e hipérbole a través del verbo griego ballein, que significa lanzar, arrojar o tirar.

“Los prefijos sim y dia son los indicativos que van definiendo el significado. Diaballein, de donde proviene la palabra diablo, utiliza el segundo, que quiere decir contrario, por eso es una figura que disocia, separa, genera enemistades. Sim significa uno solo, relación, encuentro, que junta, que reúne. Símbolo, entonces, es algo que se arroja y que en un punto tendrá que unirse”, anota Gil.

Siendo así, un símbolo puede ser mucho, puede ser todo. De hecho, es mucho y es todo. Las letras son símbolos; las letras unidas, formando palabras, son símbolos; las palabras unidas, formando metáforas, imágenes o frases, son símbolos.

Juan Victorio tiene una definición tan breve como precisa: “el símbolo consistiría en la relación que se establece entre la mención de un objeto y la alusión a un concepto”, y esto es transversal a todo lo humano. Somos humanos porque elegimos el pacto de existir en un mundo simbólico.

Tal y como las parejas que tienen un amuleto de un corazón divido en dos: cada uno guarda una mitad y solo al unir ambas partes cobra vida ese corazón, símbolo del amor.

Contraseña compartida

El símbolo, dice la etimología y reafirma el escritor, es, también, una suerte de contraseña. “Recuerdo que cuando estaba en el Ejército teníamos que dar un santo y seña si alguien se acercaba al campamento. Esa persona debía darnos una contraseña de vuelta para saber que hacía parte de nuestra unidad”, relata.

Aunque las contraseñas se entienden hoy como las claves para ingresar a correos electrónicos o cuentas bancarias, originalmente eran un código que necesitaba de otra mitad para producir un significado, como los símbolos. Esto, llevado al plano literario, permite los juegos de sentido que cada obra les propone a sus lectores y hace posible la doble lectura y la construcción de un sentido profundo ante la muerte de Úrsula Iguarán y la caída de la casa de los Buendía.

Y, pensado desde la vida hoy, durante los tiempos inciertos que nos abrazan, ¿qué símbolo compartimos? Para David Gil, el cuerpo, “como unidad de todo lo que habitamos: alma, mente, organismo y hogar, que finalmente es una extensión de lo que somos”.

Según el escritor, los días y las noches en contacto permanente con nosotros mismos debido al aislamiento preventivo, ha dejado a la vista “síntomas de que no nos conocemos, desconocimiento que se refleja en los conflictos con nuestros espacios o nuestro cuerpo, y en la incapacidad de entender al otro. Esta es una oportunidad de estar vigilantes de nosotros mismos y de los mundos que habitamos”, concluye.

Un símbolo, una rosa, te desgarra / y te puede matar una guitarra —Jorge Luis Borges