Elegir una única palabra para regalar, inspirar, abrazar a los otros, parece una acción difícil y casi imposible; sin embargo, cuando a Luis Alberto Arango, un gran amante de las palabras dichas, escritas, leídas, le hicimos la pregunta, él ya tenía una respuesta, en su mente ya rondaba una palabra inquieta y constante en su vida.

*Foto tomada del Instagram de Palinuro
Su interés por los libros se originó en la niñez y se afianzó en la juventud en medio de los encuentros y las tertulias con amigos que eran aficionados al arte. Aunque estudió administración de empresas, eligió por vocación ser librero. ¿Cambiar los negocios y las empresas por libros? ¡Ni tan descabellado! Luis Alberto, junto a Elkin Obregón, caricaturista y narrador, Sergio Valencia, humorista, y Héctor Abad Faciolince, escritor y columnista, hizo de los libros leídos un “negocio”, destinado más a la “ganancia” de una buena biblioteca que de importantes y suficientes réditos. Un día, entre copas y tragos, hace alrededor de diecisiete años, a los cuatro se les despertó la obsesión por una librería y la fundaron en el Centro de Medellín, en la carrera Córdoba, entre Perú y Caracas.
Palinuro, ese fue el nombre elegido para el nuevo proyecto; que es también el nombre del piloto de Eneas y del protagonista de una novela de Fernando del Paso. Luis Alberto fue el encargado de administrar la librería y desde entonces los libros que vende han pasado por numerosos lectores, inclusive por los ávidos ojos del curioso librero, quien conoce casi que por completo la colección alojada en sus estanterías. En ellas se asoman todo tipo de lecturas, las obligadas, las inesperadas, las olvidadas, las valiosas, las especializadas o las escasas. En la actualidad, luego de múltiples crisis y dificultades, Palinuro continúa funcionando, pero ya desde el sector Estadio.
Ahora bien, Luis Alberto no solo ha sido un gran lector y crítico de la literatura, sino que, además, ha escrito y publicado ya tres libros. Antología Bisiesta, un poemario, Una razón suficiente, libro de cuentos, y Desorden alfabético, una especie de diccionario íntimo y particular. ¿Cuál es la palabra elegida? El librero, en tono reflexivo y cómplice, confiesa: “Suelo tener una libreta, a la que llamo Florescencia subjetiva, en la que anoto todas las palabras que me gustan; cada que estoy leyendo y me encuentro con una palabra de esas que llegan la apunto inmediatamente”. Este quizás es el borrador de su último libro, de ese diccionario desordenado y pensativo, y tanto en aquella obra como en sus apuntes sobresale la misma palabra: Azar.
¿Por qué esa palabra? Luis Alberto nos dice: “Esta palabra carece de eufonía, no es de buen sonido, pero si hay que creer en algo, en lo único que creo es en el azar. La tengo siempre presente. Tiene que ver con la epifanía, con la serendipia, con el minuto a minuto”. Incluso la define de la siguiente manera:
Un juego de probabilidades
La palabra azar proviene del término árabe az-zahr que, en un principio, hizo referencia a “flor”. Con el paso del tiempo empezó a asociarse al resultado que daba la suerte en las tabas, antecesoras del dado cuadrado. Las tabas eran huesos de diversos mamíferos, con diferentes formas, usadas, desde la antigüedad, en un juego de probabilidades. Este juego fue introducido en América por los españoles y empezó a usarse aquel término árabe con el significado de dado, reemplazando al vocablo latín alea, relacionado, en general, con todos los juegos de azar. En el presente, el azar se asocia a la casualidad, al caso fortuito.
Para León de Greiff, como bien lo recuerda Luis Alberto, era el ebrio azar:
En el recodo de cada vereda la vida me depare el ebrio azar: absorto ante el miraje que en mis ojos se enreda vibre yo —Prometeo de mi tontura pávida—; ante mis ojos fulvos, fulja el cobre del mar: su canto, en mis oídos mi grito acallar pueda! y exalte mi delirio su furia fría y ávida... (¡el ebrio azar, el ebrio azar, el ebrio azar!)
Fragmento de Canción de Sergio Stepansky.
¿Acaso la vida es entonces la sumatoria de múltiples azares? ¿La probabilidad de numerosos encuentros? A lo largo de la vida nos topamos con personas, lecturas, conversaciones, lugares, significados, sueños, caminos, que cumplen con propósitos diversos, a veces confusos, a veces muy definidos, o incluso, en ocasiones, incomprensibles y que van, de manera azarosa, moldeando nuestro existir. Meira Delmar nos habla de un encuentro:
Allá
Si acaso al otro lado de la vida otra vez, por azar, nos encontramos, ¿se reconocerán nuestras miradas o seremos tan sólo un par de extraños? de todos modos, te amaré lo mismo. Juntos. O separados.
¿Dónde aparece la literatura? ¿Cómo llega a nuestras vidas? Para Luis Alberto existe una razón fundamental:
¿Cuál debe ser la función de los libros en medio de la situación actual? Como buen lector apasionado, dice: “Ya la humanidad misma probó que la literatura es una manera de sobrevivir; las bibliotecas fungen como grandes arcas salvadoras. Y volviendo al azar, en medio de esa reclusión que tuvimos, fue como si toda la humanidad ingresara a un gran embudo, a un gran tamiz, y allí fuimos encontrando, por azar, las arenitas de un reloj de arena, encontrando temas nuevos, encontrándonos a nosotros mismos. Somos hijos del azar, la vida es el azar”.