Libros infantiles sobre mariposas

De orugas a lectores: Pequeñas metamorfosis en las Bibliotecas Comunitarias

Niños y niñas de las Bibliotecas Comunitarias de Envigado descubren en Cazadores de Historias que leer también es volar, imaginar, cuidar y transformarse.

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De orugas a lectores: Pequeñas metamorfosis en las Bibliotecas Comunitarias
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Cazadores de Historias es la Hora del Cuento de las Bibliotecas Comunitarias de Envigado. Aquí, niños y niñas hacen de la curiosidad una brújula en busca de historias que hagan cosquillas a su imaginación, como pasa en el Oso cazamariposas de Susanna Isern. En mayo, decidimos explorar algunos cuentos de personajes diminutos —de esos que suelen pasar desapercibidos— para preguntarnos por la vida de los seres más pequeño y los cambios que afrontan.

Comenzamos a leer libros sobre insectos, estos nos recuerdan la belleza escondida en lo pequeño. Descubrimos historias de bichos que se transforman, que renuevan su forma y nos asombran con sus misterios. El primer ser en llegar a nuestro encuentro fue la mariposa, que con su ciclo de vida despertó preguntas sobre los cambios que vivimos, sobre esa metamorfosis personal que todos atravesamos.

Un refugio para insectos

Pero ¿dónde encontrar respuestas cuando estos seres alados, tan frágiles y libres, escapan a la mirada? En el Parque Las Mariposas, en la Loma del Esmeraldal, los niños y niñas de las tres bibliotecas comunitarias conocieron orugas hambrientas —como la de Eric Carle— devorando hojas de aristoloquia. Descubrieron que este espacio existe gracias a la resistencia de Alberto González (sobrino de Fernando González) y sus vecinos, quienes defendieron esa zona verde de convertirse en un edificio para mantenerlo como jardín, huerta y refugio para los insectos.

Entre lecturas compartidas y datos curiosos sobre las mariposas, Mariana Martínez quedó cautivada por estos insectos. En ella se despertó un interés que fue más allá de los libros: quería saber más, investigar, seguir el rastro de su vuelo.

En uno de esos encuentros leímos De oruga a mariposa, de Steven Parker, un libro que reveló el paso a paso de la magia de la metamorfosis. Después de terminado el cuento, Mariana abrió los ojos con fascinación, comprendió que aquellas criaturas diminutas escondían un proceso extraordinario, y que había algo en su vuelo que le susurraba, que la llamaba para que por sí misma descubriera las historias que se escondían en una crisálida.

Acompañar el vuelo

Una de las actividades más hermosas que vivimos en el Parque Las Mariposas, fue el apadrinamiento de una oruga. Estos pequeños cazadores de historias acompañaron ese proceso de transformación, se convirtieron en amigos y confidentes, pero también tenían una misión: limpiar sus casitas, ofrecerles alimento y, quizás, contarle a su oruga alguna historia. Cuando las mariposas salieron de sus crisálidas, volaron hacia las flores que encontraron cerca para alimentarse de su color, para tomar un poco de esa flor y llevar un pedacito de ella a otros lugares.

Mariana, sin embargo, no se conformó con despedir a su primera mariposa. Les pidió a sus padres volver al Parque, para ayudar a más orugas y acompañar otra vez ese delicado proceso. Su curiosidad se transformó en compromiso: mirar de cerca lo pequeño para descubrir en ello la grandeza de la vida.

La historia de Mariana nos recuerda que leer no termina en las páginas de un libro: se expande en la curiosidad, se transforma en preguntas y abre puertas hacia lo desconocido, hacia la naturaleza que nos rodea. Leer juntos no solo nos acerca a los libros, también despierta la capacidad de asombro, esa fuerza que convierte a cada niño y niña en explorador, en cuidador, en un verdadero cazador de historias.

Invitamos a todos los niños y las niñas a ser parte de Cazadores de Historias, la Hora del Cuento que se realiza en las Bibliotecas Comunitarias de Envigado en los barrios La Florida, El Salado y San Rafael. Allí podrán descubrir, junto a nosotros, relatos que despiertan la curiosidad y el asombro. Si quieres participar puedes inscribirte aquí.

Por: Camila Noreña Arroyave