Reseña

Ser salvaje es un acto colectivo

Reseña de Pareces una salvaje, de Yapi.

Artículo bibliotecas nuevas lecturas > Reseña cómic Pareces una salvaje por Mario Cárdenas
Ser salvaje es un acto colectivo
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La portada de Pareces una salvaje, de Yaneth Pineda (Yapi) muestra a una mujer, aun con la vista atrás, entrando desnuda a un bosque. Su cuerpo blanco, con la sombra que le sube por las piernas, es agarrado por las ramas secas de los árboles que crecen estriados desde el suelo. Algunas páginas más adelante, se ve a una mujer entrando a una casa por una puerta que arroja una luz que ilumina el contorno rosa del marco. Esta vez la mujer no mira atrás, va vestida y lleva en la mano una bicicleta. Estas dos imágenes son el inicio, contrapuesto, de una narración con una mujer que se mueve, se exilia, que retoma su espacio salvaje, una mujer que es muchas mujeres a la vez, en una historia donde los cambios y las transformaciones son el contorno narrativo.

Luego. Al interior de la casa, la mujer de la segunda imagen sigue su camino, se cambia, se mueve, deja ropa, hasta que cansada de mirar mensajes en el teléfono se acuesta en una cama y se duerme. En el sueño de la mujer encontramos, en un instante previo, la imagen de la portada, un camino que primero será por tierra, continua por el agua, pasa por el fuego, hasta volver a la tierra de nuevo. En ese camino, ella, la mujer, se enfrenta a algo desconocido, algo que está en el interior de un lugar a la vez que la lluvia y el clima frío la acompañan en un primer momento del viaje en el que la curiosidad y la vulnerabilidad se insinúan.

En ese camino, o viaje de la transformación, cobran forma las texturas de lápiz y líneas a carboncillo que fueron impresas en risografía, a dos tintas (negro y rosa) sobre un papel que se aleja de un seco blanco. El paisaje natural, en ocasiones, se alumbra por el rosa de una llama encendida, una llama que es un fuego alto que quema, que destruye y transforma lo que antes era un cuerpo blanco, sin mucha luz, en otro que ha recibido el color, mientras la mujer avanza, sigue, no detiene su camino y se reconoce siendo otra.

Mayoritariamente silente esta historieta se escapa y se mueve lejos de una fácil literalidad. Lo que vemos y seguimos más que un mensaje a descifrar es un rito que tiene forma en lo gráfico y las sensaciones que producen las imágenes de una narración dispuesta en la observación. El cambio: ser otra, parecer otra, asumir una nueva forma, estar en el paisaje de otro modo y con nuevos movimientos es esa posibilidad expresada, y acá representada. Para decirlo de otro modo, siguiendo las palabras del título:

parecer una salvaje, ser una salvaje, comportarse así, y encontrar un nuevo camino.

Desde el inicio Yapi propone diálogos con otras dibujantes colombianas, los cuadros con referencias a dibujos de Lorena Alvarez y a Paola Gaviria (PowerPaola) por mencionar algunas de las viñetas, más que decorativas, se mezclan en la composición central de las páginas, como dimensiones y ventanas en las que además de un diálogo se expande lo que se cuenta. Esos mundos, testigos gráficos, de las otras dibujantes, de las otras mujeres que la esperan al final del camino, remiten a otras lecturas: lo antropomórfico en PowerPaola y el encuentro con otros espacios (de la imaginación) en el caso de Lorena Alvarez. Lo que hace entonces que Pareces una salvaje dialogue con una tradición gráfica a la vez que leemos la historia que contiene, en el que ser salvaje no es un acto individual sino colectivo.

Donna J. Haraway, escribió en su Manifiesto ciborg “Los cuerpos son mapas de poder e identidad”. Es el cuerpo de la mujer que acá se le dibuja viviendo activamente con la naturaleza salvaje, el cuerpo de una mujer y su fuerza, el cuerpo y su poder que en la página final nos muestra el cambio asumido y su identidad, sin temor a parecer, sin cumplir con lo que otros quieren que sea.