Reseña

Cuerpos ajustados por las pantallas

Reseña de La sala de los espejos, de Liv Strömquist. Un ensayo gráfico sobre las imágenes y la belleza.

cabecera comic La sala de los espejos Mario Cárdenas
Cuerpos ajustados por las pantallas
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Hablar de ensayos gráficos o ensayos en historieta como género es una conversación que, aunque se ha iniciado de forma lateral, nos pone en el camino referencias que gravitan entre la mixtura de las estampas y pensamientos como lo que pasa en el Manifiesto incierto, de Frédéric Pajak, esa maquinaria que recrea el pensamiento de Walter Benjamín en los días que ensayaba su Libro de los pasajes en París, al tiempo que iba acumulando textos e imágenes. Este ejemplo y otros que pueden servir de enumeración para el caso de los ensayos gráficos, un género borroso que depende de las formas y características gráficas y textuales, y por supuesto en el modo cómo se articulan los argumentos y el estilo en un género poroso, como todos, en el que se piensa con imágenes, y texto y algo más. 

En esa dirección, y con otro tipo de herramientas y alcances respecto al trabajo de Pajak, podemos mencionar un tipo de ensayo gráfico fabricado de forma similar al despliegue de argumentos, preguntas e ideas que aparecen rodando cuando algún usuario trata de explicar y contar sobre un tema usando el formato de las historias de Instagram, y otras redes sociales. Hablamos de la dibujante sueca Liv Strömquist (Lund, 1978) y sus populares ensayos culturales: El fruto prohibido (Reservoir Books, 2018) su representación de la historia cultural de la vulva o No siento nada (Reservoir Books, 2020) su ensayo sobre el amor y el deseo en el capitalismo tardío y el pop como medio discursivo. Ensayos culturales, donde la inserción de recursos tipográficos y la distancia con el realismo posibilitan un rápido entendimiento de lo que se discute.  

Una de las últimas entregas de Strömquist, La sala de los espejos (Reservoir Books, 2022), es una discusión directa sobre la recreación obsesiva del cuerpo humano en las pantallas, la obsesión por la belleza, o una idea de la belleza comerciable que se ajusta a tendencias, cambios sociales y demandas del mercado. Un sala donde el ensayo al modo Strömquist, similiar al modo de los horóscopos de Mela Pabón, alias Checkinmela, se inserta en el habitad natural del problema que discute (La imagen y el deseo en redes sociales) para decir desde ahí y con las herramientas informativas y de difusión de estas redes lo que pasa más allá de las imágenes que vemos a diario. Es así como, a su estilo y modo de narración, la dibujante filtra, retoma, cita y arma una conversación con la mecánica de sus ensayos mencionados: la traslación de citas con la recreación de autores, la mezcla de referencias populares y hechos históricos, en una superficie gráfica flexible que deja por fuera la tradición y las convenciones rígidas que aun opera en algunos textos académicos.  

Para el caso de la Sala de los espejos, el ensayo arranca con la imagen de las hermanas Kardashians en un tono de cuento maravilloso: “Érase una vez cinco hermanas, eran las hermanas más bellas del mundo”. Un inicio que le permite desprender sus argumentos mientras van apareciendo capturas de pantalla del Instagram de Kylie Kristen Jenner. La más joven de las hermanas más bellas de mundo, y la más bella de todas ellas. Con Kylie de ejemplo, imagen de fascinación e imitación, la discusión, como es habitual en los ensayos gráficos de la dibujante (ya lo había hecho con Leonardo DiCaprio en No siento nada), se enlazan preguntas centrales de las que, en sus respuestas y discusiones se construye la tesis central con citas de autores, recreación de escenas, y nuevas preguntas que aparecen en el camino. Una de esas primeras preguntas, para este caso es: ¿Por qué la imagen de Kylie despierta sentimientos negativos y de inferioridad? Pregunta que en su respuesta permite la intervención de René Girard y la necesidad que tenemos los humanos de desear aquello que tienen los otros. Algo que para el caso de Kylie como mediadora del deseo le permite estar en el centro de lo que Eva Illouz llama la sexualización del consumo, con el cuerpo y la sexualidad regulados por el mercado. Muchas desean ser Kylie, y lo que tiene Kylie, pero no todas pueden ser Kylie, por eso intentan ser Kylie. Incluso aquellas que la resisten están en su órbita y no pueden escapar a su imagen.  

Más adelante aparecen argumentos de Susan Sontag, de la mencionada Illouz, y otras para explicar, en esta nueva sala de espejos, cómo el deseo y sus mediadores sociales siempre han estado en la historia de la humanidad, sin embargo, el problema se esparce de otro modo en una época donde los humanos y las máquinas nos comunicamos a través de fotografías de forma rápida y descontrolada, una época en la que la imagen de Kylie por la aceleración del consumo ya no se parece a la dibujada por Strömquist en este libro (voluptuosa y carnosa) porque ahora la nueva Kylie es tendencia, según el mercado por ser otra, con cejas delgadas y por ser fuente de otro deseo con sus nuevas medidas producto de la pérdida de peso.  

Eje cómic La sala de los espejos

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