Reseña

Los libros no narran historias

Cabecera bibliotecas nuevas lecturas > Reseña Como si hiciese un caballo por Daniela Gómez
Los libros no narran historias
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En el primer ensayo de Como si hiciese un caballo (Asolectura, 2008), la escritora Marina Colasanti (nacida en Etiopía, criada en Libia, en Italia, luego en Brasil), se propone hacer un ejercicio de deconstrucción de su propia historia para descubrir quién sería si no hubiera leído los libros que la han acompañado desde niña. El propósito va más allá de plantear una pregunta didáctica para llegar a una respuesta obvia —que en el caso de ella lo es—, logrando dejar satisfechos a los defensores del libro.

Al principio con bastante detenimiento, Colasanti rastrea la huella que la literatura ha ido dejando en ella, no en términos intelectuales sino morales: los valores que atraviesan su relación con los otros y su mirada personal sobre temas tan cruciales como la soledad, la imaginación y el amor, por supuesto. A raíz de su experiencia, se pueden ver las dimensiones de un escenario de lectura que desencadena tales consecuencias: un niño aprende o saca conclusiones del mundo no solo por el hecho de haber superado situaciones junto a otros o de haber sido aleccionado por los adultos al respecto, sino porque gracias a la libertad, la voluntad o simplemente al azar tuvo la oportunidad de estar frente a un determinado libro, y solo bastó leerlo para verse frente a una nueva manera de sentir, una que quizá tenga vigencia para él por el resto de su vida.

En la búsqueda de ese efecto, la forma del relato parece ser crucial: la travesía retrospectiva de Colasanti empieza desmontando los cuentos de hadas, sigue con los libros de aventuras, la poesía, los mitos, la narrativa —con especial énfasis, los novelistas rusos—, hasta llegar a una época en que las carátulas de los libros se confunden con las caras de personas conocidas, razón por la cual tratar de suprimirlos ya no haría correr ríos de tinta sino también de sangre.

Puede ser lo monstruoso de ese cuadro lo que hace rebotar, una y otra vez, el propósito de desaparecer los libros constitutivos al período de la infancia, en el que para la autora es claro el reconocimiento de un empeño poderosamente instintivo en aprender a vivir, tarea que según va comprobando parece facilitar la literatura. La conclusión arrojada por el desmonte, título a título, del paisaje interior creado por los libros, no podría ser otra que el hallazgo de una imagen irreconocible. De otro sería el reflejo, no se sabe si mejor, pero sí distinto, de forma tal que ya no sería ella, la autora que escribe cuentos de hadas en el siglo XXI, la que se haría la pregunta.

En el segundo ensayo compilado en esta edición brevísima, Colasanti lleva la cuestión a un plano más concreto al situarse en el mercado del libro. Su punto de partida, por si no ha quedado suficientemente claro a la luz del primer texto, es que los libros son un hecho cultural y como tal deben ser leídos. “Podemos aun afirmar que los libros no existen para narrar historias sino para narrar cultura, las historias son apenas un medio del que se vale la cultura para viajar”, dice.

Esta perspectiva obliga a leer no solo lo que ocurre portada adentro, sino el significado atribuible a la existencia misma de un ejemplar en el mercado. Entre la prisa y las grandes cifras, la vida de los libros se ha vuelto más difícil, al menos de esos títulos que Marina localiza como centrales en su formación, por eso se pregunta cuáles son los límites de los grupos editoriales, esos que acumulan sellos y sellos para luego aplicarles a todos la misma fórmula económica; producir más para vender más. Pero más allá de sus límites físicos, el asunto parece dirigirse a sospechar sobre el marco ético en el que operan las editoriales que publican los libros que, como le ocurrió a ella en su momento, otros niños usan y usarán para decir: “La lectura me hizo así como soy”.

Pd: la editorial Babel acaba de publicar una nueva edición de estos ensayos de Marina Colasanti, escritos a propósito de su participación en diferentes eventos sobre literatura alrededor del mundo, y suma otros que alimentan el discurso de la autora sobre la lectura, la escritura y la maternidad. Es una edición preciosa titulada Fragatas para tierras lejanas y la acompaña un prólogo escrito por Yolanda Reyes.