“No dejes que los bastardos te carbonicen”. El cuento de la criada, Margaret Atwood
Cuando hablamos de una versión nueva de una narración que ha tenido gran impacto en la literatura, como la novela de Margaret Atwood El cuento de la criada o la serie de televisión del mismo nombre protagonizada por Elisabeth Moss, es difícil encontrar algún atractivo alterno en términos narrativos que pueda señalarse en el nuevo espacio contado. Lo que se cuenta, en el nuevo lenguaje puede verse atrapado por la repetición argumental o simplemente no decir algo más allá de lo que se ha leído y visto en imágenes. Pero si hablamos de que la versión es dibujada, tal vez, se pueda encontrar algo más allá del relato escrito y actuado. No solo por el hecho del dibujo en sí, sino por lo que se puede lograr con el dibujo y el uso de otros elementos como la composición, la inserción de colores o el modo en el que se estructura el relato dibujado en las páginas.

La versión dibujada de El cuento de la criada de Renée Nault, publicada al español por Salamandra Graphic en 2019, no intenta copiar al registro gráfico de la versión audiovisual o la complejidad literaria de la novela de Margaret Atwood; al contrario, la dibujante canadiense, con conocimiento del terreno de la historieta, en este caso plegada a las representaciones oníricas, usa algunos aspectos primarios y los destacada dentro de las posibilidades de la narración gráfica: Por un lado hace que el cuento original narrado en voz en off pueda estar en diálogo con los espacios dibujados, sin entorpecer la lectura, además de que la dibujante no usa el dibujo como un simple acompañante ilustrado. Sumado a esto, el dibujo y los símbolos que le dan la paleta de colores y el uso de aguadas y manchas actúan en la página haciendo que ésta sea un desplegado espacio teatral, por el que transcurre la pesadilla que escribió Atwood. De modo que, el transcurso de la lectura, tanto del diario como lo que se cuenta desde las otras páginas, se acerca a la visión de un sueño atravesado por las retorcidas fantasías con los cuerpos de las mujeres como ejes de los sometimientos y abusos.

Por otro lado, Nault usa los aspectos antes subrayados para crear un estado visual que está intervenido por los silencios y un tono exótico y lúgubre, creando así superposiciones de tiempo y espacio en las páginas para mostrar a la vez el tiempo presente de la narración y los recuerdos de lo que era el mundo de la República de Gilead antes de la perversión. De este modo, en el cruce de los eventos, entre pasado y presente, hay una constante tensión entre los rojos y los grises, y la paleta de colores más amplia que se usa para situar el pasado que es abiertamente devorado por los rojos, sus manchas y los tonos intensos que arropan los cuerpos de las mujeres subyugadas; un rojo que se mueve con suficiencia, rompiendo el diseño de página, los silencios, las paredes y los fondos; se convierte en una gran mancha que en su movimiento simboliza el estado distópico y totalitario de la narración original.

No es gratuito entonces que el libro de Naut fuera nominado a los Premios Eisner en la categoría mejor adaptación de otro medio en 2020, porque en la versión gráfica, como se ha dicho, se conserva la estructura original, pero situada, gracias al gesto de sus trazos y colores, en un espacio onírico derivado de la representación dibujada y el flujo creado entre páginas, que se desprende de la fijación del realismo que tiene la versión para televisión, haciendo en este caso que lo que se cuenta en la historieta sea un estado mental, un campo psíquico que hace de las memorias de Defred una pesadilla dibujada.
