Palabras Rodantes

Instrucciones para vivir con un fantasma

Réquiem por un fantasma de Pablo Montoya es el título 168 de Palabras Rodantes. Diez cuentos que viajan entre la muerte, la desaparición y la memoria. Como un juego literario a la sombra de estos relatos, creamos un decálogo con varias ideas de cómo no perderse con un fantasma en medio de la ciudad de locos corazones.

Cabecera Requiem por un fantasma
Instrucciones para vivir con un fantasma
Te demoras 0 minutos leyendo esta noticia
La buena literatura conserva intactas las almas de los muertos, permite que el lector respire junto a ellos y descubra los secretos que guardan en sus tumbas. Juan Diego Mejía en el prólogo.

La literatura es una morada de fantasmas. Tiene el poder de reforzar la silueta de los muertos que tenemos cruzados en el pecho, de las ausencias que se resisten a irse del todo, de los desaparecidos que aún tienen un puesto en la mesa, de los miedos que se instalan como inquilinos. Presencias que no se dejan palpar, pero se sienten como el latido del corazón, como una sombra que se cuela en medio de la rendija. Habitan en los silencios, en lo que no se nombra, en las marañas de la memoria. No sabemos bien cómo llamarlos, pero sabemos que están allí.

Para lidiar, bregar, caminar, torear, capear (use el verbo que más se le ajuste), les proponemos estos cinco consejos para vivir con todo tipo de fantasmas en la vida cotidiana, inspirados en los personajes, historias y temas presentados en Réquiem por un fantasma, el título 168 de Palabras Rodantes. Esta lista no busca expulsar fantasmas. No trata de vencerlos, sino de dejar que, en su insistencia, nos enseñen a mirar la vida desde su espectro.

1. Aprende a leer las señales

Los fantasmas rara vez usan palabras. Todo se vuelve cifra, escritura secreta. Los fantasmas nos recuerdan que el sentido no habita en las explicaciones, sino en los gestos que sostienen lo que todavía nos ata a la vida. Son corrientes de frío, una piedra en el camino, un sueño repetido, silencios que recuerdan abrazos, miradas al horizonte donde la memoria fija una imagen bucle, palabras encriptadas en placas de vehículos, siluetas formadas por nubes, un piano que suena sin manos, como el que escuchó Pedro José Cadavid en el cuento Réquiem por un fantasma.

Esa tarde, al volver de su paseo por el lago, sucedió algo insólito. Una melodía de varios acordes, claramente separados, se delineó en el espacio. Su condición apartada le hizo pensar a Pedro que se trataba del reflejo de un eco.

2. Baila con lo imposible

La muerte no anula el deseo. Hay espectros que se presentan en forma de beso interrumpido, de un cuerpo que aún recuerda la música. En las noches largas, la danza con lo imposible es lo que mantiene vivo al corazón: pies que se mueven solos, como si obedecieran a un pulso anterior al tiempo. Bailar con un fantasma no es perder la razón, es reconocer que el goce por estar vivos se niega a morir. Tal cual le pasó al protagonista de Noche de luna llena:

Más tarde, aceptas ir a bailar. En El Eslabón Prendido, la música del Caribe retumba y el cuerpo de ella es hábil para los abrazos. En algún instante le hueles el cuello. Posee una mezcla de flor, fruta y sudor. En un giro te ofrece los labios.

3. Juega con el miedo

El miedo nunca se deja vencer, pero a veces se deja mirar. Los pequeños personajes del cuento Juego de niños lo entendieron cuando tocaron la piel helada de un cadáver y descubrieron que lo aterrador también podía ser frágil. Quien se atreve a mirarlo de frente, descubre que aquello que paraliza, también es pasajero. Que lo diga el pobre Flaquito obligado a ver y tocar muertos por la picardía de Egidio:

—¿Tenés miedo o qué? —preguntó Egidio.

4. Camina en medio de la contradicción

Hay amores que se convierten en condena, ciudades que son verdugo y refugio a la vez. Medellín era eso para el narrador de Historia de Lina, permanecer en ella era sostener la posibilidad del regreso de quien se había ido, aun cuando la misma ciudad había devorado su rastro. Esa contradicción no busca resolverse, se vive como filo que hiere y acaricia. El fantasma no es solo sombra dolorosa, también es la mano que sostiene la memoria del amor. Perder es haber amado.

Pero entonces pienso en el fantasma de Lina.

5. Persiste en nombrar lo perdido

Nombrar es resistir al olvido: repetir el nombre en voz baja, escribirlo en una pared, bordarlo en una tela, llevarlo tatuado en la memoria. No se trata solo de recordar, sino de persistir en la búsqueda de las verdades necesarias para apaciguar la angustia. En esa insistencia, aunque sea frágil, late la esperanza. Aun en la incertidumbre, buscar y nombrar mantiene abierta la posibilidad de que un ciclo se cierre, de que la herida se transforme en relato y no en silencio. Cada palabra crea el mundo, y las historias son nuestro legado.

Cuando hablamos de persistencia, recordamos a Fabiola Lalinde con su operación Cirirí. Y entre los relatos de Pablo Montoya, a Sara, la protagonista de Antígona:

Repentinamente, la secretaria entra. La necesitan al teléfono, Sara, dice con suavidad. Ella vacila. El último timbre suena. No debe salir, lo sabe, pero sale. Sabe también que debe regresar de inmediato a escena. Atraviesa el patio. Su corazón es un territorio resquebrajado, pero ya no hay vértigo. Toma el teléfono y suena una voz del anfiteatro. Manuel por fin es un nombre pronunciado.

Revive la conversación del lanzamiento

Fotografía Pablo Montoya > Requiem por un fantasma [Palabras Rodantes]

Pablo Montoya (Barrancabermeja, 1963)

Es uno de los autores más destacados de la literatura colombiana contemporánea. Filósofo, narrador, ensayista y profesor de literatura en la Universidad de Antioquia. Se doctoró en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos en la Universidad de la Sorbona, en París. Su obra —que abarca el cuento, la novela, el ensayo y la prosa poética— ha sido galardonada con premios como el Rómulo Gallegos (2015) y el José Donoso (2016); también ha recibido importantes becas de creación e investigación en Colombia y en Francia. Entre sus libros más reconocidos se encuentran "Tríptico de la infamia", "Habitantes", "Réquiem por un fantasma" y "La sed del ojo".

Cabecera Requiem por un fantasma

¿Te gustaría leer este libro?

Es un buen libro para ir de la mano de Pablo Montoya, uno de los grandes escritores colombianos de nuestro tiempo, “en busca del misterio de la muerte, acercarnos a través de sus cuentos certeros y provocadores, sentir la energía de su palabra”. Tomado del prólogo - Juan Diego Mejía.

DESCARGAR PDF