En el prólogo a Redonda y radical, antología poética de tatiana de la tierra, la antologista Laura Arenas cuenta cómo sus primeros encuentros con la literatura de esta poeta —que nació en Villavicencio en 1961 y que migró muy joven a los Estados Unidos, en donde murió en 2012— se dio gracias a una clase de estudios de género. Hasta hace un año, la poesía de tatiana de la tierra era solo conocida por un pequeño nicho de lectoras que se la pasaban por medio del voz a voz, o mejor, como lo dice un verso de su poema “literatura lesbiana”: “de mano en mano y de boca en boca”. Porque hasta hace un año, los poemas de tatiana de la tierra solo existían en fotocopias desgastadas, blogs y en la memoria de lectoras que se aprendían sus versos para recitarlos en encuentros. Pero, gracias a la Beca para la Publicación de obras de autoras colombianas del Ministerio de Cultura, el equipo de Sincronía Casa Editorial (@sincroniacasaeditorial) logró publicar por primera vez a esta autora en Colombia, recogiendo no solo su libro más reconocido, Para las duras, sino también fanzines con portadas que tatiana diseñaba, la versión bilingüe de muchos de sus poemas y un texto escrito por su madre y otro por sus amigas que complementan la lectura de su obra poética.
Solo basta ver el “Diccionario de la papaya”, que abre la antología, y que recoge dieciséis palabras en español que nombran a la vagina, para entender el placer profundo con el que su mirada y su voz hacen visible la experiencia lésbica. Porque tatiana de la tierra fue una mujer que escribió de manera gozosa sobre lesbianas que se aman de manera abierta. Y su escritura honesta y deslenguada resistió la mirada castigadora de una sociedad heteronormada que ha puesto a las disidencias sexuales en los márgenes. En palabras de Laura Arenas: “La necesidad de tener este libro nace de la ausencia de representación lésbica en la literatura colombiana. No porque no hay autoras lesbianas, sino porque hay muy pocas, porque en un afán por elogiar la obra y concentrarse en ella, se invisibiliza una experiencia de vida”.
Una muestra de esto es el poema “oda a las lesbianas desagradables”, en donde la poeta subvierte valores como la belleza estética y el estatus económico. Al desear a una lesbiana fea, sin dinero y regorda el poema se desmarca de una tradición erótica en donde se acostumbra a que la musa se vea de cierta manera —muy seguramente bonita, millonaria y reflaca—. Al hacer de esta lesbiana desagradable un sujeto que es deseado, capaz de dar y recibir placer, el poema también propone una reflexión sobre la violenta narrativa convencional sobre el amor romántico en donde solo unos pocos cuerpos merecen ser amados y erotizados:
Me encanta una lesbiana fea / que camina coja / que habla con un ceceo / que deja su caja de dientes en el lavamanos en la noche (…) / le tengo ganas a una lesbiana desagradable / ella me transforma un día mediocre / me lleva en una lambada / alumbra el farol entre mis piernas.
Sin embargo, los gestos subversivos que hizo tatiana de la tierra no se dieron únicamente dentro del plano de la escritura, sino también en la manera en la que entendía su lugar dentro del mercado editorial y, sobre todo, en el trabajo que realizó para buscar horizontes más amplios dentro de una estructura que parece infranqueable. Porque al estar en los márgenes —al ser una escritora lesbiana, migrante, que había aprendido a domar el inglés y a hacer poesía con ese idioma extraño—, tatiana era consciente de los mecanismos de poder que aún hoy sostienen a las industrias culturales.
Así lo narran sus amigas Olga García Echevarría y Maylei Blackwell en la introducción a la antología: “Como la pionera que era, tatiana rechazó la idea de rogar por un asiento en las mesas literarias excluyentes que ya existían. En cambio, ella identificó el hambre que tenían las queer de distintos orígenes y creó banquetes literarios suntuosos, donde las lesbianas latinas fueron colocadas en el centro del escenario y la página”. Porque a lo largo de su vida, tatiana de la tierra fundó colectivos de escritura queer y abrió espacios de escritura para diversidades sexuales con las que estableció un comadrazgo y una amistad profunda. Del mismo modo cofundó, coeditó y copublicó revistas literarias y fanzines en donde las escritoras podían sacudir su lengua y escribir sobre el amor, el cuerpo y la belleza a salvo de los juicios patriarcales.
Creo que, de alguna manera, ese espíritu de comadrazgo y rebeldía es lo que impregna las páginas de Redonda y radical. No solo porque Sincronía Casa Editorial es un proyecto independiente que continúa trabajando por “la causa” al publicar únicamente a mujeres poetas latinoamericanas, sino porque la recopilación de los archivos y poemas de tatiana de la tierra fue un trabajo colectivo que hicieron sus lectoras mano a mano con sus grandes amigas. Y esa juntanza muestra que es posible transgredir los ámbitos más conservadores del canon de la poesía nacional. Porque ese pasarse los textos “de mano en mano y de boca en boca” ha resultado en la materialización de un libro objeto en donde las lesbianas aman libremente, refulgen y resisten al olvido y a la muerte.
