"La historia de la literatura empieza de forma inesperada. El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer. Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. [...] Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionados por su escritura brillante y compleja", capítulo Tejedoras de historias de El infinito en un junco de Irene Vallejo.
A lo largo de los años el mundo editorial ha estado predominantemente dirigido por liderazgos "masculinos", quienes han privilegiado la voz de los autores y escritores por encima de la voz literaria de las mujeres que siempre han tenido mucho que contar. Esta situación, incluso, hizo que desde 2018 las mujeres que trabajan en el sector editorial se manifestaran en todo el mundo.
Las mujeres del libro, como se hicieron llamar, lanzaron desde España un manifiesto en el que develaban el siguiente panorama: "El mundo del libro es un sector feminizado, en el que el 80% de los puestos de trabajo los ocupan las mujeres y en el que encontramos que el 66,5 % de las mujeres lee habitualmente frente al 57,6% de los hombres. A pesar de esto, y como ya es habitual, los cargos de responsabilidad, los premios literarios y “los autores universales” siguen estando plenamente masculinizados", ante lo cual exigían, entre otras acciones, la eliminación de la brecha salarial y la participación equitativa en las plataformas de difusión de la literatura para honrar el trabajo de las mujeres que editan, publican y distribuyen libros.
Por eso hoy, queremos reconocer el trabajo que editoras como Pilar Reyes, Directora Editorial de Alfaguara, Taurus, Debate, Lumen y Publicaciones Académicas, Elena Ramírez, Directora Editorial Seix Barral y Ficción Internacional Grupo Planeta, o María Fasce, Directora Literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books en Penguin Random House Grupo Editorial, hacen desde grandes empresas editoriales para incluir en catálogos importantes las voces de Elena Ferrante, Susan Sontag, Virginia Woolf, Natalia Ginzburg o Elsa Morante, pero también el trabajo constante y poderodo que decenas de mujeres realizan desde el escenario editorial independiente.
En Antioquia, en la mayoría de las editoriales independientes son las mujeres las que llevan las riendas; ellas leen, conversan, editan y recomiendan obras de otras mujeres que experimentan, crean, continúan y reflexionan desde las páginas de sus libros. Para ellas la sola tarea de intentar sostener un emprendimento cultural en Colombia supone fortaleza y trabajo duro y además, como afirma Alexandra Pareja, editora de Angosta Editores, reconocen que a las mujeres les "hacen falta más oportunidades de ser oídas al mismo nivel de los hombres" y desean que, confiesa Lucía Donadío, directora general y editora de Sílaba Editores, "el trabajo de las mujeres se valore igual que el de los hombres".
Para Daniela Gómez, asistente editorial de Casa Tragaluz, tanto en las empresas editoriales grandes como en las pequeñas siempre debe existir la pregunta constante por "la representación equilibrada en sus catálogos de mujeres escritoras y hombres, más desde una mirada de incluir en el canon literario todo lo que es relevante para la tradición literaria de un país y pues las investigaciones que se han dado al respecto muestran que hay muchas voces de mujeres que son relevantes y que han sido dejadas al margen más por cuestiones políticas y sociales y no en términos de la calidad de su obra".