En Lector voraz (Navona, 2018), el editor norteamericano Robert Gottlieb traza su biografía unida a los libros. Su vida es un ejemplo de qué significa elegir la edición como destino: “Comencé tal y como continué: leyendo”, dice nomás al empezar. El relato acerca de la infancia acompañada por el abuelo materno, que le enseñó a leer a los cuatro años, se convierte rápido en una pregunta por las ediciones de los libros que leían juntos en la cama. Desde este inicio es evidente que la suerte de Gottlieb está marcada no solo por la lectura, también por las historias detrás de las publicaciones. El lector prematuro que fue se reveló genial y desafiante; y, sin preverlo, la suerte terminó por desembarcarlo en una de las empresas editoriales más importantes de mediados de los años 50, Simon & Schuster, donde ocurre la anécdota que lo ha hecho trágicamente célebre.
La vida de Gottlieb como editor es trepidante: va a la caza de libros de calidad con futuros comerciales promisorios, dispuesto a correr con tal de lograr publicar primero. Bajo su lente, hacer buenos libros para no venderlos, o editarlos sin saber cómo posicionarlos en el mercado, es un sinsentido. En sus memorias incluye los comienzos en Simon & Schuster, luego su paso a la editorial Alfred A. Knopf y de ahí al semanario The New Yorker, con la tarea nada menor de reemplazar al reconocido William Shawn. Es durante su primera experiencia editorial que recibe el manuscrito de La conjura de los necios, enviado sin pedirlo por su propio autor, John Kennedy Toole. Gottlieb dedica apenas dos párrafos a resumir una historia que ha ameritado artículos, libros y hasta un premio Pulitzer.
El sino editorial y personal de Toole es bien conocido gracias a todas las investigaciones que se han desprendido de su suicidio: el autor nacido en Nueva Orleans empieza a escribir La conjura de los necios mientras presta servicio militar en una base de Puerto Rico. De regreso a su ciudad natal, y convencido de la genialidad de su manuscrito, se empeña en lograr que Simon & Schuster lo publique. Su interlocutor en la editorial es Gottlieb que, como quedará expuesto en la publicación póstuma de la correspondencia entre ambos, se dedica durante varios años a sugerirle cambios a la novela, no sin dejar de alentarlo. Toole colapsa bajo las correcciones, incapaz de convertir su historia en algo diferente de lo que ya es. Su frustración, sumada a su dramática vida familiar, podrían ser parte de la razón por la que decidió morir asfixiado en su propio auto, luego de alejarse lo suficiente de la casa materna para demorar su hallazgo.
(Si quieres conocer más sobre John Kennedy Toole puedes escuchar el capítulo que le dedican a su vida y obra en el pódcast Grandes Infelices).
Los pasos seguidos antes de la tragedia se pueden leer en los libros dedicados a la vida de Toole (como Una mariposa en la máquina de escribir de Cory Maclauchlin). Lo que interesa en este caso es la mirada retrospectiva de Gottlieb sobre el hecho de haberse negado a publicar la obra sin edición. “[…] mi error más llamativo fue La conjura de los necios…” anuncia engañosamente. Gottlieb confiesa que, pasados 50 años durante los cuales lidió con las difamaciones de la madre de Toole dedicada a inculparlo de la muerte de su hijo, decidió volver a leer el libro: “Estaba la energía explosiva que recordaba, la imaginación prodigiosa, el humor excitante, pero también el exceso, la tensión, la perspectiva inmadura de la vida. Supongo que me sentí tanto apenado como aliviado de que mi opinión no hubiera cambiado”.
Para contradecirlo: la Louisiana State University Press accedió a publicarlo, se ganó un Pulitzer y lleva décadas cosechando cientos de miles de lectores (que lo diga Anagrama, que lo ha incluido en al menos cinco colecciones desde 1982 y reimpreso más de cincuenta veces). Para darle la razón, los cientos de libros que editó esmeradamente, que ascendieron a los puestos de los más vendidos, a su gusto cultivado durante décadas de gula literaria. Que es un buen editor lo dice su terquedad, sino su ego, para sostener la negativa pese a la opinión de la mayoría.
