Palabras Rodantes

Una infancia en el corazón de la ciudad

Cabecera La vieja casa de la calle Maracaibo
Una infancia en el corazón de la ciudad

El primer lanzamiento de Palabras Rodantes de 2022 llega con dos sorpresas para los que fielmente buscan cada mes su libro en las estaciones del Metro: María Cristina Restrepo, con su colección de relatos La vieja casa de la calle Maracaibo, es la primera autora en un año en el que solo se publicarán obras escritas por mujeres y el formato de los libros tendrá cambios que los hacen más amigables con el medio ambiente. 

Formas que también son contenido 

¿Un centímetro puede hacer la diferencia? Los libros de la colección de Palabras Rodantes tendrán un centímetro más a cada lado. Resulta que, al momento de organizar los pliegos para la impresión de los libros, descubrimos que más de diez centímetros de ese pliego se estaban desperdiciando, por lo que, convencidos de la responsabilidad necesaria y fundamental que hoy nos compromete con el medio ambiente, decidimos aprovechar al máximo cada material utilizado. Este cambio en el tamaño trae consigo la ampliación de sus márgenes, lo que mejora también la lectura de su contenido. 

Los libros tendrán una tipografía diferente y su portada, que antes estaba laminada con un plástico, vendrá ahora recubierta con una fina capa de esmalte para eludir el material que más contamina y amenaza la vida de los ecosistemas y sus especies. El papel de las páginas será Earth Pack, uno de los papeles ecológicos más relevantes del mercado que proviene de la caña de azúcar y cuya elaboración disminuye el consumo de agua y energía y la generación de residuos. 

Un homenaje indispensable a las mujeres escritoras 

Palabras Rodantes publicó su primer título en 2007 y hoy son 131 libros los que componen la colección. 26 de esos lanzamientos han tenido como protagonistas a escritoras nacionales e internacionales que con su mirada y su voz han enriquecido enormemente el escenario literario del mundo.

Esta colección nació con el objetivo de poner a circular libros que son hitos de la literatura universal pero también autores que han sido invisibilizados, obras que ya casi no se encuentran y propuestas que las grandes editoriales no se interesan en publicar. Por eso, reconociendo la deuda que el mundo entero tiene con las creaciones de las mujeres, el Consejo Editorial decidió que este año la colección solo publicará a mujeres escritoras que se suman a esas 26 voces que debemos conocer, escuchar y comprender. 

“Se trata de una decisión bella, generosa y necesaria”, afirma Luis Fernando Macías, integrante del Consejo Editorial de la colección. 

Esta decisión implica también que los prólogos de los libros sean realizados por mujeres y que las conversaciones de cada lanzamiento sean un escenario para que las mujeres artistas, profesoras, investigadoras, académicas, lideresas, aporten a la reflexión que cada título nos propone como sociedad

El primer lanzamiento de este año es La vieja casa de la calle Maracaibo de María Cristina Restrepo y el próximo será una obra de María Mercedes Carranza. El equipo de trabajo está en conversaciones para tener las voces de, por ejemplo, Ida Vitale, María Elena Uribe, Margo Glantz, Gioconda Belli, Pilar Lozano o Cristina Peri Rossi. 

La vida vista desde la infancia

"La curiosidad es la guía. La niña evocada quiere saberlo todo, quiere que todas las puertas se abran, incluso aquellas que presiente aterradoras" dice Janeth Posada en el prólogo de La vieja casa de la calle Maracaibo, una obra dividida en relatos cortos en la que María Cristina Restrepo evoca las memorias de su infancia.

Un Medellín antiguo, las formas de la vida de su gente y el intento de una niña por comprender lo que pasa a su alrededor, son los protagonistas del primer libro, publicado en 1989, de la escritora nacida en Medellín, autora de cinco obras más dentro de las que sobresale Amores sin tregua (2006) o Al otro lado del mar (2017). 

“La buena literatura forma la inteligencia de los pueblos. Este es un libro inteligente y sabio”, Luis Fernando Macías sobre La vieja casa de la calle Maracaibo. 

Male Correa, pintora de oficio, grabadora y dibujante, tiene fresco el recuerdo de un encargo que cumplió con mucha emoción. Luis Fernando Macías, editor de la primera publicación del libro, le propuso ilustrarlo: "Yo era una estudiante de diseño gráfico en la Facultad de Diseño de la Universidad Pontificia Bolivariana y Luis Fernando vio mi trabajo y pensó que podría ilustrar este trabajo de María Cristina; ya ella había sido mi maestra en una asignatura que se llamaba Español y nos habíamos hecho muy amigas, entonces para mí fue un honor ilustrar este libro”, cuenta Male.

*Ilustraciones cortesía de Male Correa.

En las ilustraciones aparece el detalle de los pisos, las ventanas, los balcones y los objetos de esa Medellín pasada. Los espacios se vuelven protagonistas, presencian la vida de los personajes con los que la niña conversa y sobre los cuales posa su mirada sensible e inteligente.

“Ahora que veo las ilustraciones más de 30 años después, pienso que hoy en día haría exactamente las mismas ilustraciones. Son espacios, cada capítulo del libro alude a un personaje y en mis ilustraciones no hay ningún personaje, eso se lo dejo a la imaginación del lector, pero si ilustro esos espacios que habitaba la niña como si estuvieran en una cámara subjetiva y mostraran lo que ve la niña a través de sus ojos”, confiesa la artista. 

Una obra como la de María Cristina les propone a los lectores de hoy la vida vista desde la infancia, los seres que más bondadosos, más maliciosos, más pacientes, más amorosos, más generosos, más inocentes que otros influencian los primeros años de la vida.

Revive la conversación que compartimos alrededor del título:

“Caminé hasta el patio y me senté frente a la puerta cerrada. Siempre guardaba la esperanza de que alguien la abriera para ver lo que Mimí y Berenice escondían con tanto celo. No podía tratarse de un niño, puesto que latía, casada con un viudo mucho mayor, jamás los había tenido. ¿O sí? Ya no estaba segura. Todo allí era confuso, como los pasos sin eco de Berenice. Berenice pasaba encorvada, barriendo y trapeando el corredor, sin mirarme, sin mirar la puerta, cuidando, eso sí, de no ir a tocar los maderos con la escoba. ¿Ocultarían al viejo esposo de la tía? Carola, la lava pisos, me había dicho que le gustaba el trago, que era barrigón y muy rico. Podía tratarse de una momia, envuelta en tiras de lienzo, como las que el abuelo me mostraba en los libros de historia. Tal vez una colección de mariposas, frágiles, sensibles al aire y a la luz. O un pedazo de estrella, de esos que caían a la tierra. Cabía también la posibilidad de que no hubiera nada. El cuarto estaría vacío, sin alfombras, sin muebles. Lo mantendrían así para ahorrarle trabajo a Berenice”, fragmento de La vieja casa de la calle Maracaibo de María Cristina Restrepo.