Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común … Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!
Poema Si (1895)
¿Es un hombre, o un lobo? con esa imagen nos hemos quedado por mucho tiempo pensando en el personaje principal de la obra de Rudyard Kipling: Mowgli. La obra de Kipling es leída en muchas partes como una reivindicación a la cultura popular y las historias de la India colonizada por los ingleses, en un siglo donde el poder del imperio primaba. Fue un escritor y poeta imperialista y defensor de la superioridad de la sociedad inglesa, a pesar de haber nacido en Bombay; eso le dio las cualidades para ser un soñador de sueños como se lo hizo decir a Mowgli en El libro de la selva, la historia más reconocida de Kipling.
Autor de varias novelas, muchos cuentos y escritor de poemas, le fue otorgado del Premio Nobel de literatura en el año 1907, entre muchos otros reconocimientos que lo llevaron a la gloria de la literatura. Kipling nació en 1865 en Bombay, pero su vida la hizo desde muy joven en una Inglaterra poderosa que reinaba en muchos lugares de Europa y Asia. Vivir allí produjo un amor por el imperio británico y la defensa de sus ideas, nada fue para él que su pueblo natal estuviera dominado. Empezó a ser notado en las letras cuando ejerció el periodismo en Civil and Military Gazeta, una publicación de su familia. Después de varios viajes por el mundo lo asombró el poder militar y cultural británico, lo cual fue una fuente de inspiración en muchos de sus relatos.
Allí reconocemos su obra, que está enriquecida por relatos como: Cuentos de las colinas, El hándicap de la vida, Baladas del cuartel, El libro de la selva (primero y segundo), Kim, Algo de mí mismo, Debits and Credit, poemas, y escritos de un personaje muy político, en los que cuenta historias sobre militares, batallas, espías e incluye varios discursos para reyes y políticos ingleses. También escribió varios cuentos que fueron la continuidad de los Libros de la selva; recopilaciones de lo escuchado a sus nanas y criados de infancia.
"Ahora eres realmente un hombre. Ya has dejado de ser un cachorro humano. Ya no hay sitio para ti en la Selva. Deja que corran las lágrimas, Mowgli". En El libro de la selva es donde Kipling hace una sincronía entre la civilización (El imperio), el mar (sus viajes) y la selva (La india que escuchaba). Espacios que para muchos están atravesados por lo político y lo mítico. En los dos libros, como en otros cuentos de Kipling, el lector no lee, sino que siente que le leen historias, se pone en el papel de la nieta para quién Kipling escribió. Rudyard Kipling dejó en la voz de Baloo, Baghera, Akela, Shere Khan, El pueblo de los monos, Kaa y Mowgli (el niño-lobo) la mejor muestra de una oralidad sin palabras, de esos relatos que cuentan una identidad que ni siquiera la Ley de la selva discute.
Solo estoy en los pastizales. ¡Ven a mí, Hermano Gris!
Ven a mí, Lobo Solitario, Pues la caza es abundante (La canción de Mowgli).
Algo que le interesaba mucho a Rudyard Kipling era contar las historias que escuchaba y ser defensor de su imperio, del cual se sentía partícipe. Su relación con la política y la escritura deja un adjunto siempre en el valor de su obra dedicada a la sociedad inglesa, y muy poco a la India. Las historias que contó Kipling son un retrato de la riqueza recopilada de una cultura poderosa y otra mucho más verosímil; sus historias fueron escritas para ser leídas en su tiempo y en el ahora.