Dinomotion Studios

La hazaña de transformar la educación y la cultura con videojuegos

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La hazaña de transformar la educación y la cultura con videojuegos

Lina, Roberto, Carlos, Juan, Miguel y Holman son los rostros detrás de Dinomotion Studios, una desarrolladora de contenidos digitales que rescata la cultura y las tradiciones por medio de los videojuegos, los simuladores y las aplicaciones de realidad aumentada y realidad virtual. Holman Zarate, su fundador, nos cuenta cómo ha sido el proceso de combinar el mundo de la cultura con tecnología.

Para que un videojuego funcione debe tener un objetivo, un obstáculo y una recompensa. Siguiendo estas características fundamentales se han creado millones de videojuegos con personajes, diseños, historias y contenidos diferentes. Se estima, según un informe de DFC Intelligence, que casi el 40% de la población mundial juega videojuegos, lo que representa más de tres mil millones de personas. Lanzarse a esta industria, tan competitiva, con un videojuego que hable de la cultura y las tradiciones de Colombia, y más aún de la vida de los pobladores de una región específica, parece una hazaña arriesgada y poco exitosa; digna para una persona como Holman Zarate, fundador de Dinomotion Studios.

Al hablar de su historia de vida y de su proyecto a Holman se le escapan algunas sonrisas. Sus palabras son precisas y seguras; como las de quien conversa con experiencia y confianza sobre un proceso que lo llena de orgullo. “En Dinomotion nosotros tenemos un eslogan: Tu historia es como la juegas, entonces te voy a contar cómo he jugado mi historia”.

Holman nació y creció en Honda, Tolima, un municipio colombiano ubicado en el valle del río Magdalena. En los sueños de su infancia estaba el deseo de llegar a pintar como Vincent van Gogh y mostrar a través del arte la belleza que poseía su territorio. A medida que fue creciendo apareció otro gran interés: la actuación, e inspirado por grandes actores como Jim Carrey o Al Pacino pensó incluso en hacer películas que hablaran de la historia de Honda.

A los quince años, surgió el gusto que cambiaría su vida para siempre: la tecnología. La profesora Martha de la Institución Educativa Técnica Juan Manuel Rudas, confió en él y le permitió estudiar y practicar más tiempo en la sala de informática y a la par comenzó a realizar arreglos y mantenimientos de computadores. El proyecto con el que se graduó de esta institución fue hacer un software, que él mismo confiesa que era una presentación de PowerPoint con hipervínculos, para que los niños de cuarto y quinto de primaria aprendieran inglés de manera creativa.

Holman Zarate posa al lado de una imagen del publicidad del videojuego El Mohán.

Como producto del éxito de aquel proyecto, lo contactaron meses después del SENA para ofrecerle un cupo en la Tecnología en Análisis y Desarrollo de Sistemas de Información. Allí se juntó con un grupo de compañeros, y entre las múltiples ideas que se les ocurrieron para desarrollar el trabajo final de la formación, aparecieron los recuerdos personales de Holman: los fascinantes mitos que su abuela le contaba y su amor por los videojuegos, esos que nunca tuvo por falta de dinero en su familia. En ese momento salió el prototipo de un primer videojuego que enseñaba la historia de Honda y que consistía en salvar al municipio de las inundaciones que causaba el río Magdalena.

“Con ese proyecto del videojuego participamos en eventos de tecnología, salimos en RCN, nos entrevistaron en Caracol, nos llamaron de emisoras, y yo con dieciocho años me sentía gobernando el mundo y dizque con la vida resuelta”, cuenta Holman.

Darle forma a un sueño imposible

Holman llegó a ser instructor del SENA, de la misma formación que lo acogió desde un primer momento, fue reconocido en importantes eventos nacionales de tecnología y empezó a visitar festivales internacionales y universidades que reconocieron el impacto que hay detrás de sus propuestas. “Haber estudiado programación me dio las herramientas, pero definitivamente la creatividad me la dio mi mamá y mi papá y Diosito, porque a mí se me ocurren unas cosas muy locas. Cuando fui profesor aprendí más, porque cuando uno enseña es más lo que aprende”.

Tiempo después, ya trabajando en la Universidad Tecnológica de Pereira, con los mismos estudiantes con los que compartió a lo largo de su trayectoria y quienes ahora eran sus colegas, decidió fundar su propio emprendimiento: Dinomotion Studios, una desarrolladora de contenidos digitales que rescata la cultura y las tradiciones a través de tres líneas: los videojuegos, los simuladores de entrenamiento y las aplicaciones de experiencias de realidad aumentada y realidad virtual.

“Nuestro sueño es que nuestros videojuegos sean una cátedra, que en el colegio te pongan a jugar para aprender las historias del país”.

Resulta que, cuenta Holman con gran preocupación, en el mundo están desapareciendo más de 1.693 culturas que muy poca gente se interesa por rescatar y uno de los mayores causantes de esa desaparición es la tecnología; de allí surge la idea de combinar estos dos mundos. “Yo amo los dinosaurios desde que era muy pequeño, de ahí el ‘Dino’. El más famoso es el Tiranosaurio rex, pero nosotros elegimos el Estegosaurio, un dinosaurio herbívoro, cuyas plaquetas se calientan cuando hace frío y se enfrían cuando hace calor y es el único que tiene un cerebro en su cabeza y un mini cerebro en su cola, la cual se puede mover o atacar por sí sola. Y eso es lo que yo quiero poner en mis proyectos, cerebro de inicio a fin, y que nos acomodemos a cualquier situación”.

Con palabras enredadas en suspiros de alivio, Holman recuerda la creación del videojuego emblema de su empresa, el que los ha llevado a ser reconocidos internacionalmente. En un garaje, a lo largo de año y medio de trasnochos y con dos portátiles a medio funcionar, Lina, Roberto, Carlos, Juan, Miguel y Holman le dan vida en 2017 a El Mohán, guardián de las aguas, un superhéroe mitológico que en nueve niveles debe salvar al río Magdalena de la contaminación que le han causado los seres humanos.

Niño jugando un videojuego en un computador.

Otras experiencias que han desarrollado son ‘Gorgona, la reconciliación con el pasado’, un videojuego gratuito realizado con el Archivo General de la Nación para descubrir cómo vivían los habitantes de la Isla Gorgona, ‘Mutimatemáticas’, un videojuego para aprender sobre matemáticas y conocer la vida de José Celestino Mutis, ‘Raíces de Armero’, un videojuego para revivir la memoria material e inmaterial de la ciudad desaparecida de Colombia, ‘Historias de dinero’, una experiencia de realidad aumentada donde es posible escanear los billetes colombianos y descubrir retos e historias, y ‘Honda, aventura histórica’, una aplicación para recorrer la ciudad y descubrir su historia escaneando los diferentes monumentos.

¿Cuáles han sido los aprendizajes de mezclar la cultura con la tecnología?

Holman: Es muy difícil combinarlas y más cuando te metes con videojuegos, porque el propósito de la cultura es no dejar desaparecer nuestra historia y nuestras tradiciones, porque si eso desaparece, pues dejamos de existir, y los videojuegos lo que buscan es entretenimiento. Y si tú vas a entretener con educación, paila, ahí no hay nada. Entonces lo primero que aprendimos nosotros fue que la educación y la cultura estuvieran inmersas en la experiencia del juego. En nuestros videojuegos jamás vas a encontrar información extensa sobre un tema, simplemente juegas y te diviertes, y el mundo en el que estás jugando te lleva indirectamente a aprender algo.

El segundo aprendizaje fue conocer el mercado, porque al crear videojuegos yo pensé que mi mercado eran los que consumen videojuegos, entonces nosotros nos íbamos para eventos donde estaba FIFA, Fortnite, y tu veías el stand del Mohán solo. Pero cuando llegó a nuestras vidas La Magdalena Fest, hace seis años, todo fue diferente porque los que vienen a este evento son gente que consume cultura, entonces ahí ya era extraño que hubiese un juego del Mohán y pues nuestro stand se llenó y fue un éxito. Por lo tanto, es mejor meterle tecnología a la cultura que llevar cultura a la tecnología. Además, es indispensable la pasión, que te palpite el corazón por lo que hagas, y determinación, para llevar a la realidad los sueños más difíciles.