El fútbol y la literatura son dos narraciones que exponen nuestro carácter humano, nuestras arbitrariedades, nuestras contradicciones y nuestras paradojas. Previo al Mundial de Fútbol queremos contarles algunos puntos de encuentro que tienen estos dos ámbitos, para esto entrevistamos a Juan Carlos Rodas, docente de la UPB y autor de los libros El fútbol, esa metáfora y La vida en un balón.
El fútbol y la literatura son dos pasiones que muchos distancian y no reconocen que exista ningún tipo de relación. Algunos escritores, como Borges o Ruyard Kipling, han despotricado este deporte, catalogándolo de estúpido y sin sentido. Sin embargo, hay varios que le dedicaron páginas enteras al fútbol, encontrándolo como una inspiración, como un acto poético. Eduardo Galeano, uno de los primeros escritores en hacer un paralelo entre el fútbol y la historia de la literatura, escribió “¿En qué se parece el futbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales" (Fútbol a sol y sombra). Y es que para muchos eruditos el fútbol se ha visto como una actividad vulgar, una cosa de pobres y de lo popular, por eso escritores como Miguel Hernández, Vicente Huidobro y Vicente Aleixandre iban disfrazados a los partidos.

La relación del fútbol y la literatura ha sido un tema controversial para muchos, pero un fenómeno muy afín e intrigante para otros. Ese es el caso de nuestro invitado, Juan Carlos Rodas, un docente de la Facultad de Humanidades de la UPB, licenciado en Filosofía y Letras y autor de la colección de libros El fútbol, esa metáfora y La vida en un balón. Juan viene de una familia de catorce seres, de catorce futboleros, todos hinchas del Nacional. Nos cuenta que su amor por la literatura nació de una necesidad de escribir, de una especie de llamado, quizás, dice él, “De un furor sagrado”. Sin embargo, entiende que la literatura es abstracta, antojadiza y termina siendo dolorosa; entonces sentía que necesitaba un acompañante, un pasatiempo que amenizara esas desesperanzas que dejan algunos libros, y encontró en el fútbol ese complemento.
El fútbol, al igual que la literatura, se forma de sentimientos, de pasiones, de historias; en ambos habita el amor, la vida y la muerte y estas, a su vez, moran en ellos. Son dos espacios favorables que las personas usan para refugiarse de la realidad, donde se ocultan del temor, de las preocupaciones y del dolor. El fútbol y la literatura son dos formas de expresar las pasiones desde lo colectivo, dos narrativas que se entrelazan para comprender la condición humana de la incertidumbre, porque arrastran desazones y soledades; ambos son juegos y lúdica que se enriquecen de los artificios, la ficción, los engaños. Grandes jugadores de fútbol destacan por sus movimientos, los regates, las filigranas, la habilidad que tienen para engañar a sus rivales, y eso, en gran medida, hace la literatura, narrar una historia con matices tomándose algunas licencias con la realidad, pueden escribir historias imaginadas que están arraigadas a aspectos de la vida, o historias reales en las que acomodan los sucesos y hechos para completarla o para darle el sentido que el autor quiere.

La narrativa del fútbol y el juego de la literatura
El fútbol es paradójico, es un deporte lleno de contradicciones e incongruencias humanas, al igual que la palabra, el gesto y el silencio. El fútbol, como el mismo Juan Carlos lo dice, “Es una metáfora de la vida, es un arte que nadie quiere perder, nadie se quiere ir y nadie quiere que lo interrumpan”. Es una metáfora que encuentra concreciones en cada partido, por esto, hay tan pocas novelas sobre el fútbol, sí muchos cuentos y poesía, y es porque en cada partido existe, como diría Dante Panzeri, una dinámica de lo impensado, durante el tiempo de juego hay una combinación de drama, tragedia y comedia. Juan comenta que “Por eso no necesitamos una novela que nos cuente lo que pasa en un partido de fútbol en 90 minutos, porque la tensión y los estados anímicos que los seres humanos vivimos a través de la televisión o en el estadio mismo no son tan largos”. El fútbol es más que dos equipos persiguiendo un balón y la literatura es más que una sucesión de palabras, son sistemas más complejos regidos por sus propias lógicas y normas.
El fútbol y la literatura son dos naciones o países que viven del drama, la tragedia y las pasiones. Muchos libros son reflejos de tragedias humanas, de los dramas que viven las personas, y son historias que están permeadas por pasiones, por los sentimientos del escritor o de quien cuenta la historia. En un juego de fútbol se pueden vivir muchas emociones, un partido puede terminar en una decepción, en júbilo, en odio, en tristeza… Por mencionar algunos matices que viven tanto jugadores como aficionados durante el encuentro. Así, como la muerte de un personaje, perder un partido también puede significar una tragedia, son sentimientos similares ligados al factor emocional que causan las historias.
Los partidos también son narrados, no se quedan únicamente en el juego, los narradores sirven de descriptores y poetas; ahí comienza la ficción en el fútbol. Ellos cuentan su versión de la historia, de lo que están viendo, y con las repeticiones de los goles hay una invención, la televisión muestra en cámara lenta, lo que fue, lo que no fue y lo que quiere dejar ver. Como dijo el periodista Walter Saavedra “¿Cómo vas a saber lo que es la poesía si nunca tiraste una gambeta?”. Es que el fútbol y la literatura son lenguajes simbólicos, cargados cada uno de inspiraciones particulares, para los amantes del fútbol un verso de Miguel Hernández se asemeja a una gafeada, un cuento de Borges puede tener la misma complejidad que un regate de Messi. Todas las filigranas que hacen los jugadores aluden a lo que el cuerpo puede hacer, y estas se convierten en narraciones y en relatos. En el ejercicio de chutar un balón, al igual que en el de escribir, se habita el odio, la locura, la cordura, la vida y la muerte.
El sentimiento mundialista
Para Juan un mundial de fútbol es una experiencia poética, con una alta carga emotiva vinculada a la infancia, es un paréntesis de la vida que se hace cada cuatro años, como hacía Eduardo Galeano, que en cada mundial ponía un letrero en la puerta de su casa que decía “Cerrado por fútbol”, y no atendía a nadie en ese mes. Nos cuenta que su mundial favorito fue el de 1970, ese lo ganó Brasil con uno de los mejores equipos de la historia. Tenía nueve o diez años, y fue el primer mundial en el que aparecieron las tarjetas amarillas y rojas y el álbum Panini, una de las tradiciones más conocidas de los mundiales de fútbol. Llenó muchos álbumes de niño, algunos se los regalaron profesores, y para él es una suerte de memoria histórica, el álbum no solo es un negocio, es también el otro juego que se hace en las calles, con el que se socializa, es un documento en el que queda esa historia no oficial, la historia muda, y cuando alguien quiera recordar puede ir a él para interpretar.
Libros recomendados
Estos son algunos libros recomendados por Juan para entender mejor esta relación y leer cómo se narra el fútbol:
El primero es Épica y lírica en el fútbol de Luis García Candaú, es una historia del fútbol y la poesía, una compilación de los textos más bonitos sobre fútbol y literatura. Hay un libro que se llama Todo mientras Diego de Ariel Scher, su primer capítulo son los relatos de grupo de hinchas argentinos que respondieron a la pregunta “¿Usted qué estaba haciendo durante la narración del segundo gol de Argentina en el mundial del 86?”. Juan Villoro es uno de los escritores que más tinta ha gastado escribiendo sobre esta relación, sus recomendados son Balón dividido y Dios es redondo. Hay un español, Galder Reguero, que tiene Los hijos del fútbol, ahí muestra como el ser hincha de un equipo es una imposición afectiva, familiar, amorosa, pero es también pasar un testimonio de una generación a otra.
Otro se llama Futbolistas de izquierda de Jorge Peinado, en el que hace un recorrido desde España hasta Argentina de los jugadores de izquierda que tenían una postura crítica y la manifestaban abiertamente. Fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano es un homenaje y una crítica a este deporte. Todo por la patria de Martin Caparros es una novela histórica que relata la desaparición de un jugador de fútbol argentino. Y los últimos dos libros son Fútbol desde la tribuna. Pasiones y fantasías de la profesora de la Universidad de Antioquia Beatriz Vélez, en el que hace una investigación profunda del impacto social en el fútbol. Mayca Jiménez tiene Yo también quiero jugar al fútbol, que es la historia de 40 mujeres que querían jugar fútbol, pero se encontraron con todas las adversidades del mundo al enfrentarse a un deporte manejado por hombres.
El once de escritores
Le pedimos a Juan que armara una formación de fútbol con escritores y este fue el resultado:

La formación sería una 4-3-3. De arquero pondría a Vladimir Nabokov, que llegó a ser golero de equipos amateurs en Rusia. Los centrales serían Jorge Luis Borges y Rudyard Kipling, dos de los escritores que más rajaron del fútbol, entonces los podría ahí para defender sus posturas, de laterales irían Augusto Roa Bastos (derecho) y Umberto Eco (izquierdo). En el mediocampo está toda la magia del equipo, de volante de recuperación está Eduardo Galeano, y como volantes creativos estaría Vicente Huidobro y Albert Camus, que también llegó a jugar fútbol. Y arriba, los tres delanteros serían como puntera por la izquierda Beatriz Vélez generando profundidad, por la derecha Mayca Jiménez, y como centro delantero el ex futbolista del Real Madrid y escritor Jorge Valdano.