Reseña

El miedo como hilo conductor de la vida

portada los desterrados alfredo molano
El miedo como hilo conductor de la vida
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Alfredo Molano nació en Bogotá en 1944. Fue sociólogo, periodista y escritor colombiano. Dedicó su vida a estudios culturales, preocupándose por el origen de fenómenos sociales colombianos. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio Nacional del Libro de Colcultura y el Premio Nacional en Ciencias Humanas de la Academia de Ciencias Geográficas, por una vida dedicada a la investigación y a la difusión de aspectos de la realidad colombiana. 

Fue colaborador de medios como: El Espectador, Semana, Cromos, Alternativa y Eco, y director de varias series para televisión. Debido a amenazas contra su vida se exilió en Barcelona y, a causa de este suceso, comenzó a escribir su obra titulada Desterrados.  

“No obstante, cuando mataron a Jaime Garzón admití que no podía regresar pronto, conseguí una mesa de trabajo grande, afilé la pluma y comencé a escribir este libro. Al terminarlo comprendí –agachando la cabeza en señal de profundo respeto– que el drama de mi exilio, a pesar de sus dolores, es un pálido reflejo de la auténtica tragedia que viven a diario millones de colombianos desterrados, exiliados de su propio país”, Alfredo Molano. 

Desterrados: Crónicas del desarraigo, es un libro publicado por la editorial El Áncora en 2001. Se divide en ocho capítulos: (I) Desde el exilio, (II) La derrota, (III) Ángela, (IV) Los silencios, (V) El barco turco, (VI) El jardín, (VII) Osiris y (VIII) Nubia, la Catira. Todos estos son un reflejo de la violencia ejercida por parte de los grupos armados a la población campesina del país, violencia que desencadena destierro y desplazamiento. 

Esta obra, surge a raíz de diversos testimonios recogidos en conversaciones que fueron almacenadas en audios, notas escritas y videos; poco a poco los relatos se fueron distribuyendo en Colombia, sin embargo, contar estas historias por medio de un libro no bastó y Alfredo Molano comenzó a revelarlas en los periódicos.  

El tema principal, como su nombre lo dice, es el destierro. Cada capítulo nos narra una historia diferente que busca mostrar lo que hay detrás de las personas que dejan su hogar, su trabajo y prácticamente su vida debido al conflicto armado. Son personas obligadas a abandonarlo todo. El libro refleja el dolor y la tragedia que conlleva este desplazamiento que, casi siempre, trae consigo asesinatos o desapariciones.  

El mismo Alfredo Molano lo dijo, “la gente me contó mil cuentos. En todos había –y hay– un elemento en común: el desalojo por razones políticas, pero con fines económicos. Siempre las guerras se han pagado en Colombia con tierras”. En la obra, las historias se desarrollan en lugares como: San José de Fragua, Llanos de San Juan, La Boca de Cajambre (un puerto escondido en un manglar de la costa pacífica colombiana), Nechí, Pinillos, Chigorodó, Puerto Rico (Caquetá), Chaparral (Tolima), Barragán, Dabeiba, Apartadó y Mutatá.   

La narración de cada capítulo muestra la soledad a la que están obligadas las personas víctimas de la violencia, una soledad que no se pidió, que duele, que se odia y a la que nunca se va a estar acostumbrado. Los personajes también demuestran su miedo constante a ser asesinados, a una toma guerrillera o a un contacto con el grupo armado equivocado.

Molano denuncia los destierros y las dificultades por las que tienen que atravesar los campesinos a causa de un gobierno indiferente que no diseña estrategias para la reintegración social y para ponerle fin al conflicto, según él, “sólo un acuerdo político profundo permitirá echar las bases de una verdadera democracia; la guerra no tendría resultado distinto a la dictadura de los vencedores”. 

Desterrados es un libro doloroso y cada capítulo, en primera persona, logra evocar los sentimientos y las experiencias de las víctimas retratadas. La narración es muy fluida y propia de cada personaje, además, te olvidas de los intermediarios de las historia, sientes cada testimonio, palabra, suceso, desaparición y muerte, como propios

La obra logra que el lector se apersone del asesinato del marido, del padre, de la madre, del hijo, del amigo. Que sienta empatía por las tragedias, el desplazamiento, el miedo, el hambre, las balas, el machete y todo lo que destruyeron: las casas, las familias y las vidas. 

El desenlace de cada capítulo muestra perfectamente cómo la vida es un destino incierto ante el conflicto: la madre que pasa de estar en su finca con sus seis hijos a vivir en una pieza en Bogotá junto con otras dieciocho personas; el papá de Nubia que es asesinado por arreglar botas de caucho, mismas que usa la guerrilla; Ángela, que deja su tranquilidad en Nechí para vivir en Bogotá angustiada por los robos y la comida; Álvaro que es asesinado por pagarle el cultivo de coca al grupo armado equivocado.  

En las historias la violencia es una constante y el odio comienza a ser el mejor amigo de las víctimas:

“Siempre donde esté los voy a odiar. Dicen que el odio no lleva a ninguna parte y lo que hace es envenenar la sangre. Pero ¿qué puedo hacer? Todos los días, cuando mis hijos me preguntan por su papá, cuando sienten hambre y los veo mal vestidos y sufriendo, los odio más. El pan que le falta a mis hijos alimenta mi odio. Nadie se imagina qué es dejar llorar a un hijo de hambre hasta que se canse”, fragmento de Desterrados: Crónicas de desarraigo. 

La denuncia en el libro es constante y aunque no es explícita, se puede percibir en cada relato, rechazo, en cada acción sin justificación y en cada explicación no escuchada. La indiferencia también es un factor importante en la historia porque esta impide la solución de un conflicto, ignora los problemas, enceguece ante la violencia y acostumbra al miedo. Con indiferencia no hay dolor, no se miden las palabras y las acciones.

Las problemáticas narradas ocurren casi siempre en las zonas periféricas, aquellas que no se tienen en cuenta, que no son escuchadas por el centro y las capitales para contrarrestar estos problemas. 

El libro invita a la reflexión, a preguntarnos qué tan indiferentes hemos sido con las víctimas y hasta cuándo lo seguiremos siendo. Desterrados es un reflejo de las consecuencias de la violencia y, por medio de las historias, nos hace un llamado a dejar de ser apáticos, conformistas y egoístas.