Bibliotecas sin límites: las lecturas que viajan a las escuelas

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Bibliotecas sin límites: las lecturas que viajan a las escuelas
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Claudia Restrepo, facilitadora de la Biblioteca Comfama Pedregal, prepara sus talleres, dirigidos a las instituciones educativas de la región, con detalle, alegría y expectativa de compartir con otros; desde el día anterior deja todo listo, pero, sobre todo, el tema y cómo lo desarrollará, pues para ella la pedagogía es fundamental a la hora de trabajar con los estudiantes.

Cuando está en la institución, la recorre por pasillos y escaleras, observa lo que pasa a su alrededor, se deja envolver por los saludos y las preguntas que saltan de los rostros curiosos de quienes la reciben. Entra al salón, se presenta y empieza el juego. Se escuchan risas y los cuerpos se mueven por todo el espacio, movidos por la dinámica inicial propuesta por Claudia. El libro se abre, sus palabras comienzan a salir, las imagenes empiezan a leerse y las historias cobran un significado único, propio y encantador. La conversación es esencial. Claudia la promueve en cada uno de sus talleres donde el respeto y la confianza predominan y la lectura es la excusa ideal para dialogar con la diferencia, con otros conocimientos, emociones e intereses.

Esta experiencia hace parte de los talleres que las Bibliotecas Comfama vienen desarrollando, durante varios años y en el marco de la Ley 115, en las instituciones educativas de los territorios. Estos talleres buscan ofrecer más preguntas que respuestas, incentivar la curiosidad y la colaboración, promover el juego y estimular la creación y la belleza.

A las escuelas llegan las artes, los audiovisuales, las ciencias, la lectura, la escritura y la oralidad y emergen múltiples conversaciones, esas que nos conectan a unos con otros. En ellas se habla de la diversidad, de los sentimientos que nos atraviesan y de los territorios que, junto con sus personajes y sus historias, nos definen.

"Recuerdo a la maestra Mónica. Ella nos presentaba al grupo con la siguiente sentencia: niños y niñas, tenemos una visita muy especial, es hora de despertar la imaginación", cuenta Claudia.

Un tallerista con los libros debajo del brazo 

Cuando un tallerista llega a una institución, se abren las puertas de par en par con sonrisas y bienvenidas: "Han llegado los cuentos", expresan los anfitriones del lugar. Los talleres no siempre suceden en las aulas de clase; las bibliotecas, las zonas verdes, los teatros, también son escenarios para el encuentro. Los libros se cuelan por todos los rincones.

Para Mayra Andrea Castrillón, facilitadora del Centro Cultural Comfama Aranjuez, un día de taller empieza con un recorrido en el Metro. Percibe el paisaje desde el Metrocable, observa a quienes pasean afanados por las calles, escucha el bullicio particular del comercio local, cruza el terreno empinado ambientado con naturaleza y divisa aquel colegio azul, un color que resalta en medio de las montañas, al que se dirige cargada de lecturas, colores y experiencias. Al llegar, los saludos no se hacen esperar. Se dirige a los salones, ve los rostros expectantes de los estudiantes y empieza un ritual alrededor del libro que resulta como un baño de agua tibia en medio de un ambiente frío y desolado.

Nury Ruíz, facilitadora del mismo Centro Cultural, también se levanta muy emocionada los días que debe asistir a algún colegio. Disfruta de la expresión de sorpresa, de las preguntas inesperadas, de los personajes que cobran vida en la voz de los estudiantes, del trato respetuoso y amistoso que se forja entre aquellos lectores que viajan juntos hacia nuevas posibilidales.

Contenidos inspiradores para tiempos difíciles 

A diferencia de otras visitas, las de estos talleres son esperadas, se planean con antelación y se les dispone un espacio especial dentro de la agenda de las instituciones. Se conversa con los directivos y docentes, se ponen en discusión las necesidades y los intereses particulares de cada institución y se evidencian las oportunidades que ofrece el territorio.

Durante la pandemia, aunque las instituciones educativas cerraron sus puertas, los encuentros virtuales comenzaron a abrirse cada vez más. Las restricciones no fueron un impedimento para llegar a los estudiantes con lecturas, autores, actividades y experiencias diversas que sirvieron como un antídoto para los tiempos difíciles. WhatsApp y Zoom fueron las ventanas para viajar y aventurarse por mundos sorprendes, llenos de aprendizaje, diversión y reflexión.

Tanto de manera virtual como presencial, estos talleres han plantado la semilla. Se han creado redes de trabajo colaborativo con bibliotecarios y líderes de los territorios para que se sigan sumando esfuerzos, para que los procesos alrededor del libro sean sostenibles en el tiempo. Acompañamos el riego de aquella semilla, pero la cosecha es de los territorios, son ellos quienes se apropian y crean a partir de las estrategias y los contenidos.

Aprendizajes que valen oro 

"Un libro recomendado a tiempo puede salvar vidas", confiesa Luis Alberto Arango, el librero de Palinuro. Por eso, las lecturas que se comparten con otros, que despiertan un no sé qué en los lectores que hace que la perspectiva desde la cual observan el mundo se dirija hacia una nueva dirección, son fundamentales. En todo este proceso, el disfrute y la libertad son los ingredientes mágicos. Los estudiantes ven estos talleres desde la sorpresa, no desde la imposición, lo que los hace más participativos, receptivos y propositivos.

Cada una de estas comunidades llega a nosotros casi que como por obra del destino y el aprendizaje se da en amba direcciones. Aprendemos de ellos mucho más de lo que ellos aprenden de nosotros.

Descubre aquí algunos aprendizajes que hemos recopilado con nuestros talleristas.

Entre bellas cicatrices, risas y anécdotas inolvidables 

Los estudiantes, los bibliotecarios, los talleristas y los colaboradores crean un espacio único e inolvidable en cada sesión. Aquí algunas de sus anécdotas:

Sebastián Bedoya, promotor de lectura de la Biblioteca Comfama Caldas, cuenta que en una jornada de talleres, uno de los participantes expresó: "Me gustó mucho este taller porque pudimos leer y conocer de los libros y autores". Esta fue la puntada inicial, el impulso del arranque de lo que se convertiría en un club de lectura en el que se conocieron más a ellos mismos, compartieron, se escucharon y soñaron juntos.

Por su parte, Yenny Valencia, facilitadora también de la Biblioteca Comfama Caldas, manifiesta que hay talleres muy emocionales como "La cicatriz más bella". En él se socializan todo tipo de relatos alrededor de esos momentos que han marcado nuestras vidas; algunos son muy fuertes, otros no se atreven a salir aún por medio de las palabras habladas, pero la escritura se convierte en un medio de sanación y el encuentro en la posibilidad de ser escuchados. En otra ocasión, un grupo de estudiantes se presentó a un concurso con lo aprendido en uno de los talleres sobre stopmotion y ganó una convocatoria.

Para Claudia Restrepo, facilitadora de la Biblioteca Comfama Pedregal, es muy gratificante recibir en la evaluación de los talleres comentarios como: "Me encanta la profesora porque nos hace reír y siempre aprendemos de todo lo que sabe". Reconoce que algunas de estas escuelas están inmiscuidas en escenarios de violencia, pero sus estudiantes hacen de las aulas un lugar lleno de colores y arte, por lo que es importante acompañarlos y apoyarlos en la búsqueda de mayores oportunidades para el desarrollo de sus talentos artísticos.

Camila Giraldo, facilitadora también de la Biblioteca Pedregal, cuenta: "Recuerdo con ternura un taller de objetos preciados, fue virtual, todos fueron a buscar en su casa los objetos, y cuando fueron a evaluar el taller, reconocieron que pudieron hablar de sí mismos. Sobre todo, la línea autobiográfica es importante porque es necesario preguntarles a ellos por esas conversaciones que los atraviesan y que viven; sin importar la edad, todos necesitamos ser escuchados".

Carlos Marío Gil, promotor de lectura del Centro Cultural Comfama Aranjuez, reconoce el valor de la presencialidad con la siguiente anécdota: "Muchos de los profesores con los que ya empezamos actividades presenciales nos contaban acerca de sus deseos de volver a tener estos contenidos en las aulas. La semana pasada me tocó sentir ese calor humano y esa alegría que tenían los niños y la profe del colegio con mi regreso, pues no nos conocíamos en persona, solamente de manera virtual, y cuando nos encontramos, fue una grata sorpresa para todos. La profe hizo todo un ritual de presentación, ya que ahora teníamos esa posibilidad de vernos en vivo y en directo".