Todos los del grupo son adeptos al dios del vino, pero entre ellos soy yo el dilecto de Dionisio. Lo sé porque de las artes la música es la única renegada de Apolo. No es reflejo de la apariencia, como el dibujo o la literatura, sino fruto de la voluntad embriagada. El piano fue el instrumento de mi rebelión. También lo sé porque los favoritos de los dioses mueren pronto. A mis 33 años, la edad de los elegidos, la vida era una balada que no sabía tocar.