Hace cincuenta años, en un rincón del Claustro de San Ignacio, abrió sus puertas la primera biblioteca infantil de Comfama. Era pequeña, pero ya entonces tenía algo que no cabía en los estantes: la vocación de ser casa. Una casa vecina, de esas donde la puerta nunca está del todo cerrada, donde uno puede entrar sin anunciarse y donde siempre hay alguien que sabe escuchar.

Desde entonces, las bibliotecas crecieron, cambiaron de aspecto, migraron a otros barrios y aprendieron nuevas formas de acompañar. Pero mantuvieron intacta esa cualidad: más que lugares que albergan libros, son sitios de encuentro, reflexión y conversación, espacios donde la vida cotidiana se acomoda, donde la memoria pasa de persona a persona como una antorcha que no se apaga.
Mi Vecina la Biblioteca es la historia oral de ese medio siglo. No de sus colecciones, sino de quienes las habitan. En cada episodio, una voz nos permite ver cómo una biblioteca se expande o se encoge según quien la cruce; cómo sus salas pueden ser refugio, aula, laboratorio o escenario. Al igual que los libros que esperan pacientes como gárgolas, estas historias orales esperan nuevos oyentes que las despiertan.
Si las bibliotecas han llegado a vivir cincuenta años es porque, como toda buena casa vecina, han sabido abrir sus puertas a quienes llegan con preguntas, con historias, con ganas de conversar. Aquí reunimos esas voces, para que sigan viajando de oído a oído y mantengan encendida la memoria de lo que una biblioteca puede ser cuando respira junto a su comunidad.

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