Edición Limitada

Editorial Severo: Convertir el libro en una barca

Severo Editorial nació en noviembre de 2019, en Quito, y está especializada en literatura hispanoamericana contemporánea, particularmente en la de Ecuador. Su proyecto acoge todos los géneros literarios, sin restricciones, y pone énfasis en aquellas escrituras que se escapan del formalismo más conservador.

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Editorial Severo: Convertir el libro en una barca

Severo presta su nombre de Severo Sarduy, el escritor cubano que hace parte de las voces asociadas al boom latinoamericano. Bautizarse como un escritor, tomar prestado ese nombre que es también un adjetivo, es de entrada un juego literario, entre una alusión y una especie de paradoja. Rinde homenaje a una figura de cierta manera canónica, pero reconocida por el carácter experimental de su obra, al tiempo que promete rigurosidad y firmeza en la publicación de literatura hispanoamericana contemporánea que es disruptiva, desentendida de la tradición, fiel únicamente a sí misma.  

El deseo de fundar una editorial, que por supuesto antecede al nombre, tiene también una doble razón, política y literaria: reunir, bajo el marco de un mismo sello  —con la misión de dar mayor sentido y fuerza—, las voces de las escritoras ecuatorianas contemporáneas, autoras de los libros más sobresalientes de su generación, pero desperdigadas entre los catálogos de diferentes editoriales, como aparentes islas. Fausto Rivera lee a escritoras como Gabriela Ponce, Mónica Ojeda, Daniela Alcívar, María Auxiliadora Balladares y se le ocurre crear una casa editorial que acoja con justicia esas propuestas dispersas, potenciándolas. Invita a Adrián Balseca y Vanessa Terán y nace Severo.  

 

El catálogo se estructura bajo siete colecciones, nombradas en homenaje a los libros de Sarduy: Cobra, de la que hacen parte, entre otras, las novelas Sanguínea de Gabriela Ponce (libro con el que debutó la editorial en 2019), Los enterramientos de Sandra Araya y Jamás el fuego nunca de Diamela Eltit; Pájaros de la playa, con los libros de poemas La historia de la leche de Mónica Ojeda y Nostalgia y fronteras de Sonia Guiñansaca; Colibrí, con los cuentos de Andrés Cadena reunidos en Biopic y Flotar, pude, de nuevo de Gabriela Ponce; Para la voz, con las crónicas Una mesa más larga de Santiago Rosero y Los fantasmas se cabrearon de Purita Pelayo; La simulación, con el ensayo El canto de los monos enloquecidos de Ernesto Flores; Nueva inestabilidad (tributo a Cristina Peri Rossi), con un texto híbrido entre el ensayo y el testimonio como Estancias de Alicia Ortega; y, finalmente, Los matadores de hormigas, para los libros gráficos como Tenía cada vez menos partes de Antonia Aguirre. 

Para cada nuevo proyecto, Severo conforma un equipo de diseño que propone y ejecuta la apariencia gráfica del libro, por eso no hay uniformidad global ni entre los ejemplares de la mayoría de las colecciones. El elemento común es el esmero por la belleza y la dedicación para lograr una forma en comunicación con el contenido. Todo lo relacionado con la editorial tiene ese mismo espíritu, una voluntad estética que conmueve. En su página web, se lee: “Decía Severo Sarduy que cuando escribe trata de poner al lector en  una situación física, muy parecida a la del amor. Lo mismo queremos hacer con nuestras publicaciones”. Esto es el diseño editorial al servicio de producir una experiencia artística destinada a no dejar indiferentes a los lectores.  

Teniendo en cuenta los límites del mercado ecuatoriano, para la editorial fue importante desde sus inicios extender la pregunta por las nuevas apuestas del libro hasta el ámbito de la circulación. Su manera particular de ser editores los llevó a reformular la distribución en librerías —haciendo énfasis no en el número sino en cómo trabajan—, los lanzamientos de libros —mejor, fiestas—, la participación en ferias, las colaboraciones con sellos extranjeros y el marketing digital, para sostener el enfoque y demostrar la preocupación por los lectores, por alimentar su público cercano para desde ahí propiciar otras migraciones, llegadas y salidas de libros y autores que al principio siempre buscaban.

Con el tiempo, han ido permitiendo que sean los manuscritos los que los encuentren a través de las recomendaciones de otros. El riesgo es connatural a navegar en artefactos tan delicados como los libros, o las mesas, sugiere el logo de la editorial. A punta de esos hallazgos intencionados y accidentales ha ido creciendo un catálogo que tras cinco años de haber creado la editorial ya suma 25 títulos. 

Revive la conversación con Fausto Rivera, Severo Editorial