Edición Limitada

Editorial Pesopluma: Los libros que faltan

Pesopluma es una editorial peruana independiente fundada en 2014. Está compuesta por tres amigos que comparten la pasión por los libros, el mar y los viajes ligeros.

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Editorial Pesopluma: Los libros que faltan

El panorama del libro en Perú luce bastante similar al de sus vecinos en el continente, explica Teo Pinzás, editor y cofundador de Pesopluma: se concentra en Lima, la capital, y dentro de esta en tres o cuatro distritos, aun cuando tiene más de 40. En el resto del país, pocas ciudades reportan un número importante de lectores. La relación que tiene la mayoría de la población con el libro es exigua o ajena a las dinámicas regulares del mercado. Esta centralización de la distribución refleja, además, la manera en que se ha construido el canon, a base del protagonismo de los escritores limeños, casi de forma exclusiva. Contra esta realidad, valía armar una pequeña revolución editorial

Cuando en octubre de 2014 decidieron crear Peso pluma ―de la que también hacen parte Paloma Reaño y Carlos Vela―, tomaron como impulso el deseo de tener a su alcance los libros que querían leer. Estas publicaciones debían alejarse de lo convencional en varios sentidos, al abarcar las literaturas escritas por autores hasta entonces obviados, abordar a los grandes escritores desde otros frentes y entender la labor editorial de una manera más integral, preocupada tanto por los contenidos como por la forma de transmitirlos. 

Su primer libro, publicado en 2014, fue Crónica de San Gabriel de Julio Ramón Ribeyro. Inauguró la colección Crisálida dedicada a rescatar “libros de pesos pesados escritos cuando aún eran pesos pluma” u obras descatalogadas. Esta primera novela de Ribeyro ganó el Premio Nacional en 1960, pero no hacía parte del corpus que se editaba del autor. A la colección se han sumado títulos como Pobre gente de París de Sebastián Salazar Bondy, que duró varias décadas sin una nueva edición comercial; Cuentos para cerebros detenidos de Raquel Jodorowsky, reeditado cincuenta años después de su primera publicación; y Mosko-Strom, una novela distópica de 1933, escrita por una autora poco conocida como Rosa Arciniegas.  

Las islas aladas de Luis Hernández también hace parte de Crisálida, pero este autor es un caso aparte, pues dio origen a su propia colección. Universo Luis Hernández está dedicado a editar los cuadernos ológrafos en los que se reúne la obra del médico poeta, que renunció a publicar sus libros con la intermediación de las editoriales y en vez de eso optó por convertir sus libretas en material que circulaba de mano en mano. La colección dedicada a él engloba además otras publicaciones escritas alrededor de su figura, como la biografía La música de las esferas de Rafael Romero Tassara. La estética de Hernández inspira en Peso Pluma una actitud constante de búsqueda límite entre los géneros, los formatos y las convenciones. 

La colección Iceberg, por su parte, reúne títulos escritos por autores jóvenes, que la editorial se lanza a descubrir y espera acompañarlos en la maduración de su carrera. Hacen parte los libros Famulus de Romina Paredes, Ámok de Giacomo Roncagliolo y Los enfermos de Natalia Rozenblum, entre otros. De cierta manera esta colección avanza y se complementa con LiteraRutas Contemporáneas, dedicada a autores latinoamericanos sobresalientes que poco a poco logran ser leídos en toda la región (incluyendo a algunos peruanos), como Gabriela Wiener, Margarita García Robayo, Mariana Enriquez y Martin Felipe Castagnet.  

La oferta amplia en géneros de Peso pluma se completa con una colección de ensayo llamado Pensamiento, compuesta por títulos que problematizan asuntos contemporáneos, otra colección dedicada a la literatura infantil y una última, Fuera de serie, para los libros que eluden las categorías aplicadas al resto del catálogo, como una antología de poemas del escritor portugués Fernando Pessoa.

A un ritmo de cinco, seis títulos por año, la editorial busca fortalecer su presencia local, asegurándose de que esos libros no solo se impriman sino que, efectivamente, lleguen a los lectores. La edición, el diseño y la distribución son procesos lentos: si la edición no avanza a su ritmo, si se acelera solo por cumplir con la demanda de novedades, el diseño no termina por reflejar bien la ambición narrativa del libro, y si nada de eso está bien logrado, si el resultado final no es bello, el esfuerzo de distribución será infructuoso. A la prisa de los grandes grupos por saturar el mercado, Peso pluma opone la búsqueda parsimoniosa de las ideas. 

Revive la conversación con Teo Pinzás, editor de PesoPluma