A diferencia de otros mercados latinoamericanos, el sector editorial boliviano carece de los competidores que en muchos otros países ponen en vilo la sostenibilidad de proyectos más pequeños o independientes. La ausencia de las grandes multinacionales españolas abre campo para que el protagonista sea el libro nacional. Echando mano de esa posibilidad, nace en 2008 El Cuervo y su intención de satisfacer a los lectores que casi nunca encontraban lo que querían leer, además de proponer el libro como un camino cultural para aquellos que no lo habían recorrido nunca.

El paisaje aparentemente despejado tenía otros obstáculos: una población no habituada a la lectura, la carencia de políticas de fomento y la piratería —apenas esperable en un sector con poca renovación de la oferta—. El primer paso para consolidar el sello nació de un par de experiencias de edición emprendidas de la mano del autor boliviano Julio Barriga. Para el tercer libro, proyectado al igual que los anteriores como una autoedición, Fernando Barrientos decidió corregir los errores y plantearse un marco más formal que lo comprometiera a resolver el libro de una mejor manera. Aceleró la elección de un nombre, la creación de un logo, se asentaron los procesos de corrección, de diseño y de diagramación. Ese primer libro, oficialmente editado por El Cuervo, fue Cuaderno de sombra, una experiencia pulida por la necesidad de consolidar, de una vez por todas, una apuesta.
Desde el lugar que Fernando ocupaba hasta entonces como lector, era fácil percatarse de los faltantes del mercado, aunque la solución no estuviera a la mano. Por eso El Cuervo optó por asumir como su principal objetivo la difusión de la literatura contemporánea que no circulaba en Bolivia y el apoyo a la obra de los escritores bolivianos que estaban logrando ser reconocidos en otros puntos de Latinoamérica, incluso en España, pero que no eran editados dentro de las fronteras. Con el tiempo, este intercambio traería otros efectos, como promover la publicación de más bolivianos al interior del país y lograr llevarlos a mercados inexplorados.

Para abordar un propósito tan amplio, el catálogo ha crecido en varias direcciones: ficción, crónica, ensayo, literatura infantil, poesía y cómic. Hay traducciones del maltés, el alemán, el inglés y el portugués —en claro aprovechamiento de los fondos de traducción de los países de origen—. Son ya 16 años de trabajo que dan como resultado más de 70 libros, que se reparten en la red interna de librerías de Bolivia, que es pequeña (en La Paz, por ejemplo, logran estar en solo siete puntos de venta), además de hacer presencia en más de 12 países, con distribución permanente en Perú, Chile y Argentina.
El filtro de lo contemporáneo concentra obras en desarrollo de autores que debutan apenas, al lado de otros que se encuentran en la cúspide su producción. Son firmas que en muchos casos comparten con otras editoriales latinoamericanas que hacen lo suyo en sus propias geografías, garantizando entre todos que, al menos a pequeña escala, los libros circulan por toda la región. Entre los autores publicados están Mariana Enríquez, Álvaro Bisama, Fabián Casas, Nona Fernández, Rodrigo Hasbún, Giovanna Rivero, Maximiliano Barrientos y Liliana Colanzi, quien se estrenó junto a ellos en el mundo editorial con su libro Vacaciones permanentes.

El Cuervo fue el sello elegido para publicar la edición boliviana de Bogotá39 en 2018, libro que compila a los autores elegidos por el Hay Festival como los 40 más prometedores de su generación. También hace parte de las editoriales promotoras del Premio de No ficción Latinoamérica Independiente, que publica al ganador de manera simultánea en nueve países. Para completar la apuesta de colaboración con otras editoriales, el proyecto vive en simultánea como librería, entre otras cosas, para solucionar la poca visibilidad que tienen los libros hechos por las editoriales independientes del país en las librerías tradicionales. Gracias a la importación de otros sellos, consigue a su vez hermanarse con catálogos extranjeros que, siguiendo vías paralelas, robustecen lo que El Cuervo busca decir y lo acercan a los lectores que espera cosechar en el futuro.
Revive la conversación con Fernando Barrientos, editor de El Cuervo





