Club de Periodismo de Jericó: Jóvenes que narran su territorio

Club de Periodismo de Jericó
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  • Familias y mascotas
  • Recuerdos y rumores

La vida está hecha de historias, estas nos habitan y permiten que el más mínimo suceso sea narrado. Las historias son ese rompecabezas de acontecimientos y las pequeñas partes de un todo que reconstruye la memoria; si algo tienen en común es su versatilidad, su capacidad de acomodarse a los formatos, a la simplicidad y al detalle. 

En el Suroeste antioqueño, un grupo de jóvenes se encuentran para narrar todas las vidas posibles. Se trata del Club de Periodismo de Jericó que, desde 2019, ha logrado fortalecer las relaciones entre la comunidad jericoana, su historia y el territorio que habitan.  

Isabella González Estrada es una joven de 15 años que ha hecho parte del Club de Periodismo desde sus inicios. Ella nos cuenta que, ejercicios como la entrevista, le han permitido redescubrir personajes, un ejemplo de ello es su abuelo John Darío Estrada. Además, ha logrado resignificar la trayectoria e historia de su familia en el territorio.  

Pareciera que estos jóvenes, entre los 14 y los 22 años, encontraron las herramientas para contarse a ellos mismos, el espacio para compartir sus memorias, transmitir otro tipo de lenguajes comunicativos y abrir diálogos con otras realidades. 

El Club de Periodismo de Jericó ha formado y fortalecido los talentos de sus integrantes. Este se creó gracias a las expectativas y a los sueños de Comfama y el Museo Maja, quienes se unieron materializando la posibilidad de aportar en procesos de periodismo, reporterismo gráfico y memoria histórica. Se trata de nutrir las narrativas y las perspectivas periodísticas, honrar el arte de contar y despertar esa sensibilidad tan característica al momento de crear textos, audios, videos o fotografías.  

Lina María Velásquez, comunicadora social - periodista de la Universidad de Antioquia, ha estado dedicada a la educación y formación de públicos infantiles y juveniles en el tema del periodismo. Ella ha sido la encargada de liderar el proceso del club desde sus inicios; un ejercicio ciudadano que sucede todos los jueves en la tarde, en donde sus integrantes establecen relaciones de respeto y reconocimiento. “Todos los participantes tienen mucho que aportar y que aprender, se propicia el recogimiento y la reflexión, se despierta el entusiasmo por escribir relatos propios e historias trascendentales del municipio”.  

Esta iniciativa de trabajar el periodismo en las regiones llega a los jóvenes a través de convocatorias en las instituciones educativas y en la plataforma juvenil del municipio de Jericó. Actualmente participan entre ocho y diez jóvenes, los cuales reciben formación en diversas disciplinas: reportería, creación y grabación de paisajes sonoros, entrevistas a personajes, ejercicios de escritura creativa, improvisación, gestualidad y técnica vocal.  

“Siento que el club de periodismo me ha permitido crecer en muchos ámbitos de mi vida, pues ha expandido mi mente a tal punto que ahora veo el mundo desde una mirada más crítica. A su vez desde lo teórico, ha mejorado mi forma de narrar o relatar un acontecimiento, mostrándome las diferentes formas de hacerlo e incluso ayudándome con la coherencia y cohesión”, dijo Isabella González. 

Más de cuarenta jóvenes han participado en el Club de Periodismo desde sus inicios. Hoy podemos afirmar que son seres creadores con una sensibilidad única ante el relato y las dinámicas de sus territorios. Son personas entusiastas, guiadas por el asombro, la reflexión y el servicio, aspectos fundamentales para ejercer el oficio del periodismo. 

Los miembros del Club fueron protagonistas de la exposición fotográfica “Una mirada joven de Jericó”, exhibida en el museo MAJA durante el HAY Festival Jericó 2019. Así mismo, han divulgado los trabajados más representativos en el periódico local “Despierta Jericó” y en el periódico regional “El Petroglifo”

A continuación, les presentamos una selección de escritos de los integrantes del Club de Periodismo de Jericó. Estos textos son un viaje a través de sus memorias y vivencias personales, una presentación de sus seres amados; relatos que representan y dibujan diversos escenarios jericoanos.  

Miriam Morales es inspiración 

Por ser una mujer tan valiente, luchadora y berraca la admiro, es mi abuela, que ha conseguido sus arrugas a punto de sacrificios, levantándose temprano para ver el amanecer ante a sus ojos y preparar un buen chocolate que arrope el frío mañanero.   

Ella es el motivo de mi inspiración para terminar mi trayectoria por la vida, es ella quien me ha enseñado que todos tenemos un motivo y una esperanza para cumplir nuestros propósitos sin importar cuál sea el esfuerzo. La admiro y la resalto porque sus manos están llenas de historias con las que un día me inculcó que todo se debe realizar con amor y fe. 

Andrés Ortiz 

Navegante retirado 

El viejo y su burro, ¡sí! dos seres que comparten los mismos caminos sin importar el sudor. Ellos no paran hasta llegar a su destino, verlos me llena de nostalgia, pero de esa nostalgia donde se allegan esos recuerdos de aquel hombre llamado Abuelo, ja, si, él siempre andaba con su rula en una mano y en la otra el timón de su burro, o bueno, a mi edad mi imaginación lo veía así. 

y sí, cada vez que veo a mi abuelo, en sus ojos puedo sentir un hombre achao pa' lante y me enorgullece decir que es mi abuelo que, por cierto, ya es un navegante retirado, pero aún sigue amando este gallardo trabajo. 

Juan Pablo Arcila 

Tita: la magia de amar 

La persona de Jericó que es trascendental en mi vida es Rocío del Carmen Velásquez Córdoba, la mujer que nombro como Mi Tita, aunque comúnmente la nombrarían como abuela. Ella, además de ser tradición y conocimiento jericoano, ha sido el pilar fundamental de mi familia, la persona que con su amor y fortaleza sembró en nosotros las bases necesarias para conquistar nuestras vidas.  

Ella es esa magia de amar y comprender lo desconocido, es el claro ejemplo de superación, disposición y evolución, pues ha sabido abrirse a los cambios que han ocurrido a lo largo de su vida.  

Mi Tita es quien me ha demostrado que la unión, el servicio y el cariño son armas potentes contra muchas adversidades del camino; las mismas que hoy son guías para la formación de mi ser y que, además, veo reflejadas en su sabiduría, siendo ésta producto de vivencias propias de una mujer que luchó y vivió muchos contextos en su historia. 

Isabella González 

El mejor tinto de mi vida 

Transcurría el año 2013, yo Juan Felipe, tenía solo 9 años, era 23 de noviembre, día de mi cumpleaños, yo esperaba pasar ese día como había pasado los 8 cumpleaños anteriores a ese, porque las actividades a realizar ya estaban prácticamente escritas en ese que yo denominaba "el manual" y que se venía repitiendo, año tras año, sin falta, desde 2005...  

Las actividades eran muy sencillas: mis abuelos venían desde cualquier lugar del mundo a festejar conmigo. Llegaban temprano a eso de las 7 a.m., me entregaban un regalo, libros casi siempre y uno que otro dulce que compraban en una gasolinera saliendo de Medellín.  

Yo, aunque era un niño, el regalo y el dulce me eran ya indiferentes, yo solo quería empezar el día con ellos y luego de la ceremoniosa y ya tediosa entrega del regalo iniciaba por fin realmente lo interesante. 

A eso de las 8 a.m. nos íbamos a recorrer la zona rural de Jericó, terminábamos en Quebradona (casi siempre) visitando a amigos del abuelo, hablando de minería, reforestación y desigualdad social...  observando lo majestuoso del paisaje antioqueño y con mi abuelo de fondo haciendo preguntas sobre el libro del año anterior. 

Regresábamos al pueblo a eso de las 12 del medio día, directo a almorzar a alguno de los tantos restaurantes de Jericó, esa decisión era la única no es escrita en el manual de mi cumpleaños. 

Ya en las horas de la tarde, a eso de las 2:30 p.m. llegaba el momento del café, momento para quitar el sueño que deja el almuerzo, decían... Y con tinto en mano y la cabeza llena de historias empezaba la tertulia. 

Mi cumpleaños número 9 fue el más memorable de todos porque el abuelo en su desconocimiento sobre mí, decide comprarme un tinto, el primer tinto de toda mi vida. 

Ese día hablamos de todo, sus experiencias personales (todas ellas del siglo pasado), hablamos sobre libros que ya me había regalado, me habló sobre la abuela y hasta de la política colombiana (cosa que jamás había hecho) pues me decía: “Hablar de esos temas es responsabilidad de su papá, después me culpan de meterle ideas en la cabeza” 

Yo sin entender mucho lo que me decía cuando me hablaba de política me empecé a tomar el tinto, empecé a saborear esa sustancia negra y amarga que siempre pensé que era para personas como mis abuelos, pues al fin y al cabo ellos están tan viejos que ya la comida no les debe saber nada. 

Pasaron los segundos, los minutos y las horas, él seguía hablando apasionado por lo que contaba, yo trataba de no pestañear pues en mi imaginario como niño uno pestañea cuando estaba aburrido y yo no quería que él lo pensara, no quería que él se detuviera. 

Pero indudablemente ese momento que yo temía llegó, él se detuvo… 

Pero para mí sorpresa me miro y me preguntó... ¿Querés otro café?  

Justo en ese momento me di cuenta de que me había tomado el mejor primer tinto de mi vida o, mejor decir, el mejor tinto de mi vida. 

Juan Felipe Restrepo 

Lola canta cuando aparece mamá 

El amor entre el ser humano y los animales son como el universo, nunca terminan. 

No hay nada mejor que tomarse un café y disfrutar del olor de la mañana y escuchar el canto de los pájaros del patio de mi casa. 

Este pájaro es una cacatúa y se llama Lola, uno de los motivos para mi mamá levantarse en las mañanas y es lo primero que ve y lo primero que escucha. Lola sabe que cuando traquea la puerta y la piedra se corre, mi mamá se ha levantado, entonces canta como un perro saludando a su amo.  Mi mamá me lo dice todos los días: “¿para qué estar triste si tengo quién me hace sonreír todas las mañanas cuando me levanto?”. Nunca había visto algo tan hermoso como la relación que tiene mi madre con esta ave. 

Todo comienza, pero tarde que temprano llegará a su fin. 

Duván Mejía 

Él es Tomy 

Mi fiel acompañante, no sé si mi hijo o mi hermano, jeje. Me da risa incluso como hemos humanizado a los animales, hasta llegar al punto de sustituirlos por figuras del ambiente familiar. 

Pero... ¿Por qué no? Pues si igual nos acompañan, se han adaptado por años para demostrar su amor y, para ellos (en el caso de los perros) vernos como el jefe de la camada. 

Pero bueno, el caso es que Tomy tiene aproximadamente 7 años, es pequeño y un poco gordito, pero cuenta con mucha musculatura. Le encanta comer, es un agujero negro que se tragará todo lo que encuentre, cabe destacar su voraz hambre, que me hace pasar momentos muy graciosos. 

Le encanta dormir y acurrucarse entre cómodas cobijas que le brindan calor y esconderse entre ellas. 

Le encanta jugar, incluso escondido entre las cobijas y dar sus mordiscos, que al final no son unos mordiscos si no simplemente un mordisco sutil que no te dolerá, para al final empezar a lamerte con su lengua la zona que te mordió. 

Tomy ha sido mi gran acompañante durante estos 7 años, aunque no he sido un muy buen padre ya que a veces no me preocupo mucho por él y se me olvida que él come y tiene necesidades, he ido intentando cambiar esa faceta para lograr al final ser un mejor cuidador. 

A Tomy le encanta dormir, ronca audiblemente en la noche y consideramos que sueña, ya que suelta pequeños alaridos mientras duerme. 

Pasada la noche despierta enérgico para salir, la tercera cosa que más le gusta, entre dormir y comer. Estira sus extremidades y empieza a mover su pequeña cola. Huele todo lo que ve y si encuentra un perro le intenta jugar, pero para al final procura tener relaciones sexuales con él/ella. 

Aunque es un Boston Terrier y su raza característica suele tener sus dos orejas paradas, Tomy presenta una descalcificación en una de ellas, pero ello lo hace más particular, y cabe destacar que fue el último en ser adoptado de su camada ya que era un cachorro muy molestón e inquieto. 

Julián Parra 

Como si fuera el primer día  

El sonido de la moto de mi padre lo podías reconocer a kilómetros de distancia, ja ¿y cómo no? si le sonaba hasta el último tornillo.  

Él llegaba por lo habitual a las 6:00 de la tarde, pero ese día llegó más tarde de lo común, seguro algo iba a pasar, y sí, cuando abrí la puerta pude ver un hocico y claro era un perro, la verdad me asusté y más aún me pasmé.   

Cuando veo la cara de mi papá, él estaba un poco temeroso ¿y quién no? Si su esposa odia los animales y, más aún, a un perro. Me dijo: 

- Juancho, ¿cómo escondo esa perra? Su mamá me va a matar. Solo era decir eso para que a la vuelta apareciera el “temor de papá”, mi mamá. Por un momento hubo un silencio incómodo, yo tuve que actuar en milésimas de segundo para defender a papá, ¿y cómo no? si él siempre recibía los correazos que venían hacia mí! Y dije:  

- Ma´ es sólo un perro, yo prometo cuidarla. Y claro una promesa mía era algo ficticio. 

Hoy 8 de julio de 2021 esa promesa sigue en pie, mi mamá prometió regalarla, pero el día que fue el señor no pudo hacerlo: 

- Juancho la iba a regalar, pero algo me detuvo, yo creo que la quiero.  

Intentamos por días y días y días que ella entendiera por Cloid, pero se los juro no se pudo, se apegó al nombre de mi papá, Katiusca. Hoy veo el efecto que causa un animal en una familia: mi mamá cambió su ideología de que un perro es grosero y comprendió que con una buena educación todo es posible; mi papá pues... digamos que para la próxima tendrá más cuidado de llevarle la contraria a la jefa; mi hermana es su mejor amiga: la peina, la baña, le pinta las uñas… A mí eso me da un poco de rabia, pero bueno mujeres son mujeres.  

Y yo desde el corazón les digo, desde hace ocho años no hay un solo amanecer que no salga voleando su colita para saludarme como si fuera el primer día.  

¡Gracias Negra! 

Juan Pablo Arcila 

El infinito deseo de mi niñez 

La historia de su llegada ha sido la más contada, la más añorada y la más feliz en toda mi vida. No hay persona a la que no le cuente la magia de su mirada, la ternura de su espíritu y lo profundo y loco de su ser, pues ella ha sido lo que para entonces (era) el infinito deseo de toda mi niñez.  

Su llegada a nuestras vidas fue algo del destino, ya que a lo largo de mi vida siempre existió el sermón de que “un perro es un encarte, que soy rinítica y que era mucha responsabilidad”, sin embargo, aquel 27 de abril envié su foto sin saber que a partir de ese día nosotros seríamos parte de su vida. 

Desde el momento cero de su adopción le prometí a la vida que su alma y vida perruna sería la más feliz, que su dueña no soy, sólo se me había encargado cuidarle y protegerle, pues somos compañeras de vida. 

Su presencia en mis días ha sido un viaje de aventuras, haciéndome reír con sus locuras, travesuras y arranques; de conocimiento, pues tuve que aprender un mundo del cual no hacía parte; de cuidados, pues la picadura de una avispa no ha sido lo más agradable; de comprensión, ya que nuestra manera de comunicarnos es muy diferente; pero sobre todo de gratitud, demostrándome que el amor que en ella hemos sembrado es producto de su semblante.  

Luna es la luz en nuestra oscuridad y María… bueno, eso sí fue un capricho. 

Te amo infinitamente Lunita, sos y serás la felicidad de mis días. 

Isabella González 

Eco-Cloud 

Durante generaciones, mi familia se ha conectado con este lugar, lo ha amado, conservado y disfrutado. Lo ha recorrido en todas las direcciones y ha observado diversas especies de aves y mamíferos.  El amor a este espacio es inigualable, por eso he decidido ser parte de este relevo generacional que cuida, ama y protege la montaña de la reserva de Las Nubes.  Cada vez que lo visito siento algo mágico, algo indescriptible, una paz en mi interior, un alivio en mi espíritu. Con un grupo de amigos creamos un colectivo ambiental llamado Eco-Cloud para darle una mano a este lugar tan asombroso, sea mediante la recolección de basuras o proyectos ambiciosos como tener la primera casa del árbol sostenible de la región. Eco-Cloud busca la concientización y la conservación del medio ambiente. 

Brahian Betancur 

¿Con quién iba a seguir hablando? 

Yo viví en esa casa la mayoría de mi infancia, cuando yo tenía 1 añito de vida, mi hermana tenía 2 años y mi hermano tenía 5, junto con mi papá y mi mamá.  

Esa casa me trae muchos recuerdos, allí en ese lugar fue cuando tuve a mi primer gatito, Lucas, con quien me levantaba todas las mañanas a jugar, pero cuando el perro de mi abuelo lo mató me puse muy triste.  

Si yo pudiera devolver el tiempo, disfrutaría más de mis travesuras cuando tenía 5 años en compañía de mis amigos imaginarios. A los 6 años nos mudamos de casa, yo no me quería ir porque o si no ¿con quién iba a seguir hablando? 

Duván Mejía  

Sollozos en la noche 

Se escucha el rumor de que en los pasillos de la Institución Educativa San José pasan cosas raras en horas de la noche.  Los celadores afirman sentir la presencia de un alma en pena, un joven sollozando y acercándose a ellos para pedir ayuda, pero ¿quién sería este joven? y ¿qué estaría haciendo en este lugar? Se especula que este joven era un deportista participante de un evento cuya sede era Jericó y el lugar en el cual se quedó junto a sus compañeros fue el Liceo.  

Un tanto indisciplinado decidió no acatar las órdenes estipuladas por los dirigentes, se tomó la noche de parranda y fiesta, pasada cierta hora de la noche no estaba permitido el ingreso de más personas a la Institución Educativa, como aquel deportista se la pasó de parranda se olvidó del tiempo, pero no podía quedarse sin un lugar donde dormir y decidió trepar las rejas del colegio.  Un celador apresurado, nervioso, decidió disparar pensando que era un ladrón, alguien que buscaba profanar la seguridad del lugar, acertó la bala y el chico cayó, se declaró como muerto y desde entonces se dice que el joven pasa por los pasillos sollozando y pidiendo ayuda para entrar y tratar su herida. 

Santiago Tangarife 

El Chaquiro 

Una de la mañana, tenía mi linterna, mi buen chaleco y claro mi goma de mascar, de un momento a otro en medio de la oscuridad una niña salió del bosque con su muñeca en la mano, cada vez se acercaba más y más y más a mí, yo no podía hacer nada, mi cuerpo lo impedía, recuerdo muy bien que le pedí a mi Diosito que esa presencia se alejara de mí... 

Cerré mis ojos, pensé en mi familia, como pude agarré mi camándula, cuando menos pensé desperté muy conmovido, las gotas de sudor ya se metían a mis ojos, nunca había vivido una experiencia como esta donde el miedo me paralizaba e impedía gritar, hablar, para que me sacaran de esta pesadilla que más que una pesadilla era una realidad en carne propia y más en aquel lugar llamado El Chaquiro donde aquellos que se hacen llamar hombres terminan siendo hormigas. 

Juan Pablo Arcila 

Para siempre en mi memoria 

Eran alrededor de las ocho de la noche, mi familia se encontraba haciendo la cena mientras mi tía Beatriz compraba una bolsa de leche. Yo esperaba sentada en la mesa del comedor ansiosa a su llegada, pues sin ella no podíamos hacer el chocolate de “mamá Rochi”.   

Sentí rechinar el resorte de la puerta y cerrarla, escuché unos pasos que se desplazaban por el pasillo y que comenzaban a hundir las tablas viejas de las escaleras, al llegar a su final, este ser que aún no me había percatado de mirar, abrió la chambrana y con su sonido particular la cerró.   

Corrí con la emoción en mi corazón pensando que quien había hecho aquel recorrido era mi tía con la tan esperada bolsa de leche, para mi sorpresa todo estaba negro y vacío… no había nadie. ¿Pero entonces quién entró esa noche? 

Después de ser vendida y demolida la casa que por 65 años había sido habitada por mi familia, "los Estrada", mi Tita decide contarme el porqué de aquellas situaciones extrañas, dice, que sin falta un espanto rondaba en la inmensidad de la casa, movía herramientas del taller, abría y cerraba la puerta de la entrada, caminaba por el corredor, subía las escalas, pero que por lo general eran puntos muy fijos de la casa. Según ella, el espanto se debía a la antigüedad de la misma, ya que se cree que fue cuartel, colegio, zapatería, convento y telar.... entonces es en este punto en el que comprendo muchas situaciones que viví en aquella casa y el por qué esa noche se había quedado marcada para siempre en mi memoria. 

Isabella González 

¡Cómo te extraño Jardín Botánico! 

A la edad de 10 años era de esos aventureros que iba a atrapar renacuajos al laguito del Jardín Botánico, uff era lo mejor, aunque claro el regaño de mi mamá no pasaba por alto, era un lugar donde te sentías risueño con la vida. 

Al pasar de los años se me hacía raro ver que ya nadie entraba y aún peor, mis amigos sentían esa cobardía de acompañarme y sí, tengo que decirles con esta espina en mi garganta, hoy a mis 18 años mis ojos solo ven basura, personas que lo visitan sin la más mínima vergüenza para "pegar su ploncito" o la aparición esporádica de un exhibicionista que acosa a las mujeres, situaciones que afectan a la comunidad jericoana.  

Juan Pablo Arcila