Bibliotecas humanas

Melissa Toro, una mujer Putamente Poderosa

Melissa Toro de Putamente poderosa perfil
  • Biografía
  • Capítulo uno
  • Capítulo dos
  • Capítulo tres

El inicio

Soy la única hija de mi madre y durante nueve años fui el único infante entre muchas mujeres que enloquecieron de maternidad con mi llegada. Nivel: mi abuela y mi tía no permitían que nadie me alzara en brazos sin antes desinfectarse con alcohol…(ahora puede parecernos una práctica normal. En ese entonces, recuerden, no lo era). 

Yo era el gran proyecto de mi madre y desde que salí de su vientre me convertí en el centro de su mirada y en el norte de una intuición de bruja que la llevó a empeñarse en detectar a tiempo cualquier alteración o dolencia en mí. Tenía tres años de edad yo, y ella, el total convencimiento de que algo no andaba bien con mis ojos. Gracias a eso descubrieron que era prácticamente ciega y decoraron mi cara con un par de gafas “culo de botella”.  

"Una excéntrica apariencia"

Luego comenzó a sospechar de mi torpeza al caminar y “el mejor ortopedista de Medellín”, nuevamente, le dio la razón. Los puentes de mis pies estaban creciendo desviados así que, inmediatamente y por los próximos cinco años, tendría que calzar unas botas ortopédicas de cuero que mi madre consiguió en todos los colores disponibles: vinotino, negro y gris para que yo pudiera -por lo menos- variar. 

Poco tiempo después mi madre se detuvo frente a mi boca, le arrugó el ceño a mis dientes de leche y sentenció que debíamos ir raudas al odontólogo. Ella anotaba un punto más para sus pálpitos y yo recibía otra intervención sobre mi humanidad: esta vez todos mis dientes fueron forrados, uno por uno, con calzas metálicas. 

Y así fui por la vida como hasta los ocho años, con la sonrisa plateada, los ojos desorbitados, la ropita linda que me regalaban las tías para disimular las botas ortopédicas y una cascada de crespos dorados que, por suerte, diluían el primer impacto de mi excéntrica apariencia.  

"El diablo"

Hasta aquellas vacaciones en las que un primo quiso involucrarme en sus travesuras y yo acepté (decidida a no mostrarme cobarde) pero luego me arrepentí (tarde ya) al escuchar “el diablo” entre la explicación de la jugarreta. Porque la sola palabra lograba paralizarme. Y tiesa del pavor me quedé mirando la llanta que comenzó a arder en llamas hacia mí, al primo entre risas haciendo girar el neumático, y yo que por fin salí corriendo como alma que lleva el diablo. 

(La Candelada del Diablo o Llamarada del Diablo es una costumbre navideña popular en el que un grupo de personas se reúne para derretir la parafina de las velas utilizadas en los alumbrados. Cuando esta alcanza una temperatura suficientemente alta, se agrega agua, generando una enorme llama que es celebrada por los participantes). 

 …Pero mi primo cambió la parafina por el plástico y logró que el fuego rodara hasta la cascada de crespos que toda una legión de tías no pudo salvar del caucho fundido y a la que debieron reducir a la forma de un hongo. Es el look que ostento en las fotografías de mi primera comunión en las que, no obstante, aparezco triunfante. Había ganado la batalla de esos primeros años de vida que no fueron fáciles, pero, si me preguntan, declaro que fui profundamente feliz. 

"Pasión por el servicio"

Comienzo así mi biografía para presentar a un personaje fundamental de esta historia: mi madre. Porque su determinación y su corazón eran del mismo tamaño que su obsesión por mi bienestar. Porque nunca me preguntó si tenía ganas de acompañarla en sus misiones y semilleros de paz, simplemente me llevaba de la mano y me dejaba entre niños y jóvenes sabiendo que yo no la perdería de vista maravillada por la alegría que repartía sin miramientos. Así me llevó al encuentro de una pasión por el servicio. Sin duda fue su influjo el que me hizo creer, desde niña, que sí se puede hacer algo por este mundo

Este mundo atrapado en las apariencias, las miradas ajenas y los prejuicios. Este mundo que empuja y esconde lo que incomoda, lo que no entiende, lo diferente. Por esos primeros años, por mi madre, por mi padre, por La Abuela y esa maravillosa legión de tías; por cursar el secundario en una escuela pública en Barcelona, por el teatro y por el diseño de modas, que encontró un cauce profundo gracias a ese teatro. 

Por enamorarme de otras mujeres y reconocer que me habita un deseo disidente. Porque nunca imaginé que me iba a casar con una mujer. 

Les invito a mi Biblioteca Humana.

POR LAS PUTAS. Que me miraron a los ojos para recordarme que yo estaba en cada una de ellas y que en sus cuerpos se siguen escribiendo todas y cada una de las violencias que vivimos las mujeres. Porque fueron ellas la inspiración para  liderar esta causa que le dio sentido a mi vida.

Putamente Poderosas tiene como objetivo dialogar, incomodar y resignificar la palabra PUTA. Cuenta con proyectos como Expresiones poderosas que cree en el poder del arte y la cultura como una herramienta para la transformación social, Formaciones poderosas que busca generar espacios de formación y educación para las trabajadoras sexuales y Puta, cadeneta y chisme, un espacio para conversar, escuchar a las mujeres que ejercen el trabajo sexual, romper estereotipos y derribar estigmas.

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