Bibliotecas humanas

Cenedith Herrera Atehortúa: Leer el patrimonio

Btca Humana Cenedith 1
  • Biografía
  • Capítulo uno
  • Capítulo dos
  • Capítulo tres
  • Anecdotario

Nací en Medellín, a comienzos de la década de 1980, pero he tenido la fortuna de vivir en el lugar en el que la lluvia es una constante —Caldas, que vive sus días bajo un Cielo Roto—. Aprendí de la magia de la lectura y los libros a muy corta edad… Desde los 5 años, la Biblioteca de Comfama era uno de los lugares favoritos al que me escapaba cada semana para viajar por la literatura… Allí conocí la historia y allí decidí que mi oficio sería la escritura. Por ello me dediqué al oficio de Clío y tuve la fortuna de ingresar a una de las mejores facultades del país que tienen entre sus ofertas a la historia, con sede en la Universidad Nacional de Colombia. En el camino aprendí de la importancia de conocer lo propio y, en esa vía, defender y fomentar aquello que llaman “patrimonio”… Otra de las fortunas fue ser profesor en ese mismo lugar y poder compartir con los estudiantes, además de algunos cursos sobre historia de América y de Colombia, uno particular sobre la relación memoria y patrimonio, a la par que investigaba el pasado del teatro, la ópera, la zarzuela y las diversiones públicas en el Medellín del siglo XIX. 

En Caldas, hubo otros amores: la Casa de la Cultura se convirtió en el espacio para aprender del teatro y de la música… Jugué a ser actor y a ser músico, y aparecieron los lenguajes de la poesía y el cuento que se unieron a la experimentación con la dramaturgia… Fue también la Casa de la Cultura mi laboratorio para las pesquisas sobre la rica historia de Caldas y antes de graduarme de la universidad, tuve el chance de desempeñarme como historiador. De eso hace ya más de 15 años y en el camino de esas pesquisas sobre la historia y el patrimonio caldeños va la ruta.

 

La casa bajo la lluvia 

Caldas es un lugar mágico. Su atmósfera reviste tal encanto que, a lo largo del año, la lluvia y el frío que la acompañan, hacen que muchos se dediquen a actividades artísticas, que las hay de variados tonos y sonidos. El verde es quizá otro de los rasgos que hacen de esta ciudad en transformación, un lugar propicio para la creación… Llueve y esa lluvia, como una metáfora, hace que cantantes, agrupaciones musicales, artistas plásticos, actores y escritores sean referente en la historia reciente del sur del Valle de Aburrá y de Antioquia, prácticas artísticas que pueden rastrearse en el pasado y dan fe del porqué de la riqueza cultural de sus habitantes… Llueve y a esa lluvia la celebramos en el mes de octubre con las Fiestas del Aguacero que surgieron en la misma década en la que vi la luz como respuesta a la pregunta de qué elemento particularizaba la idiosincrasia de los que allí residen… Llueve y en esa lluvia se mezcla la manera de ser y hacer caldeños. 

La casa en el pasado 

Reza un adagio popular: “El olvido está hecho de memoria”, el oficio del historiador se ocupa de esos olvidos para evidenciar la historia que, más que una narración cronológica de hechos y personajes, se ocupa de mostrar cómo el pasado ha devenido en presente y cómo ese presente puede ayudar a proyectar el futuro… No. No se trata de una surte de oráculo de Delfos… Se ocupa el oficio de leer las huellas que ese pasado, siempre fragmentario, ha dejado a las generaciones del presente y, con una paciente búsqueda y tejido de esos fragmentos, dar respuesta a las preguntas por el pasado. Mis preguntas han sido entonces —además de mi preocupación por el siglo XIX medellinense y sus prácticas artísticas y de ocio— dar cuerpo y voz a los hombres y mujeres que han hecho de Caldas el espacio que ahora apreciamos y, para ello, me he servido de una lectura de la evolución espacial del territorio y quiénes lo han transformado hasta ahora, evidenciando que lo cultural ha resaltado desde siempre. Así las cosas, los hallazgos —las fuentes, para hablar en un lenguaje más próximo a la historia, al oficio— han sido de variada factura: documentos de archivo, fotografías, mapas, grabaciones fonográficas y audiovisuales, entre otras, han servido al propósito de contar la historia de Caldas y de dar forma al patrimonio arquitectónico y natural con el que contamos

La casa que viene se hace desde el presente 

La palabra patrimonio hace referencia clara al pasado, pero también al peso, a la relevancia que ese pasado tiene en el presente. Sin embargo, también reviste una dinámica particular en tanto que quienes identifican ese patrimonio como importante lo revisten de significación en el presente y lo convierten en un patrimonio vivo que palpita, en tanto que es valioso para dar cuenta de la riqueza y de la identidad de un lugar. A esto se suma que, en el caso particular de Caldas, de ese patrimonio vivo también hacen parte una cantidad importante de músicos y agrupaciones musicales que son referente de la cultura local tanto en el país como allende el mar. Nuestro presente, entonces, está marcado por una ruta que pone a Caldas en el mapa del mundo como un referente cultural y como un destino para conocer, con una historia rica en matices, bañada siempre por la caricia de la lluvia. 

Anecdotario: 

  • Soy escritor porque desde pequeño fui un ávido lector, prácticas —la lectura y la escritura— que aún mantengo. 

El teatro y la música han sido herramientas estéticas que han permeado de manera constante mi manera de ver y transformar el mundo. 
  • Soy padre porque me gusta ser maestro y estudiante: la relación enseñanza y aprendizaje está implícita en el oficio de ser padre. 

  • La Casa de la Cultura de Caldas ha sido y sigue siendo para mí un espacio único de aprendizajes y un laboratorio para poner en práctica mis oficios. 

  • Los libros han sido y siguen siendo un punto fundamental en mi formación profesional y humana. 

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