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Cómo llenar los días por venir

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Cómo llenar los días por venir
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Un rayo de sol tarda entre 8 minutos y 20 segundos en llegar a la tierra. Leonardo Niño tarda media hora en llegar desde su casa hasta el Club de lectura Entre Líneas, de la Biblioteca Claustro.

Cuando Leonardo se jubiló de contador hace tres meses, empezó la búsqueda de un lugar donde pudiera aprender cosas nuevas o descubrir hobbies para conocerse a sí mismo y por ende el mundo. Sospechaba que ahora cuando terminaba una vida laboral, continuaban otros días semejantes a hojas en blanco a la espera de recibir una historia inédita. Recordó que desde hacía mucho tiempo le gustaba leer. También le inquietaba la historia y la gimnasia, porque había escuchado que un cuerpo sano siempre está en movimiento.

¿Y si busco un espacio donde las personas se reunieran alrededor de un libro para conversar?

En compañía de su esposa, navegó por páginas de universidades y bibliotecas hasta que encontró uno en el Claustro Comfama.

Era la primera vez que Leonardo asistía a un Club de lectura, saludó al entrar y se sentó alrededor de una mesa mientras escuchaba a los participantes que estaban contando su primer recuerdo de la muerte, era un preludio para leer el texto de Cómo el filosofar es otra manera de aprender a morir, de Michel de Montaigne.

La palabra Conversar viene del latín conversari y significa “vivir, dar vueltas, en compañía", eso mismo sintió Leonardo al escuchar los relatos, algunos graciosos y otros conmovedores, como el recuerdo de una de las participantes que de niña esperó a su abuela enferma para acariciar con sus dedos la larga cabellera blanca, a quien en la mañana se la llevaron “dormida” y nunca más regresó a casa.

Diez personas están reunidas. Están organizados en circulo y todos están sentados. Algunos sostienen libros. Una de las personas está hablando, los demás lo escuchan.

Ahí, cada uno, en ese espacio, le estaba dando audiencia a su propio corazón. Tal vez por eso, cuando a Leonardo le tocó el turno de hablar, como los demás, semejante a un libro, de par en par, abrió su corazón. Habló de su reciente jubilación, de lo agradecido que se sentía por su familia, del COVID que visitó su hogar, de las visitas a su padre, un hombre mayor quién cuenta sus memorias semejantes a monedas de oro recién sacadas de una alcancía. "Hay mucho por conocer y por lo cual sentirse vivo", dice Leonardo.

Ahora sucede que cuando se sienta a la mesa en casa, ante los ojos atentos de su esposa, le narra los acontecimientos y algunas lecturas compartidas en el Club de lectura. Es el momento en que cada uno se cuenta lo que ha descubierto en la jornada. “Les comenté a mis hijos del último libro que estamos leyendo Aranjuez, y el mayor me contó que tiene otros dos libros del escritor Gilmer Mesa. Me los prestó y los llevaré al encuentro con el autor”.

También cuando se encuentra con su padre, le cuenta de lo que le queda dando vueltas en la cabeza de las lecturas, es otra manera de vivir con él, dar vueltas, acompañarlo en sus días de vejez, pero con más historias.

Por: Leonardo Muñoz Urueta