Conversaciones

Chao, tabú. Hola, placer

Luisa Montoya, Owna Care y su apuesta por desenclosetar la salud sexual. 

Luisa Montoya, creadora de Owna Care. Cabecera nota Chao, tabú. Hola, placer
Chao, tabú. Hola, placer
Te demoras 0 minutos leyendo esta noticia

Luisa llega a la Biblioteca Claustro con una sonrisa cálida, un gesto sereno, un atuendo rosa y su mochila. Es aún más alta de lo que se ve en las redes sociales en las que habla de salud sexual y visibilidad queer. Mientras toman asiento quienes asistieron ante la promesa de conversar sobre placer sin tapujos, ella comienza a desempacar artefactos fantásticos de colores pasteles y formas esbeltas, intercalados con libros de poesía. 

El público lanza miradas curiosas a los objetos de la mesa. La intriga va también hacia las reacciones que traerá consigo el lanzamiento de la Tertulia Queer de Aquí, una iniciativa que invita a voces locales al Claustro para abordar temáticas variadas enmarcadas en lo LGBTIQ+.  

La serenidad de Luisa nos manda al presente, a la escucha plena ante su presentación. Nos llama la atención que la inicia referenciando cómo la ven sus amigos con relación a sus tres nombres y no a su formación y experiencia como ingeniera de producto, especialista, asesora en sexología, empresaria

Luisa Fernanda del Pilar alberga entonces según sus más cercanos, tres personalidades distintas, una por nombre. En orden: la amable y juiciosa, la extrovertida que diseña juguetes sexuales, y Pilar es la que lidia con los distribuidores, la que se enoja si toca, pero esa no sale casi nunca. Tres de sus versiones que ahora intuimos, comienzan a narrarnos una historia imperdible. 

¿Juguetes sexuales para mujeres?

De lo más difícil fue decirle a mi familia: "voy a diseñar juguetes sexuales". Fue como salir del clóset por segunda vez. Yo creo que en otro tiempo una mujer lesbiana que diseña juguetes sexuales daba para un: "toma tu maleta". No fue mi caso. 

En la universidad ―mientras estudiaba Ingeniería de Diseño de producto― tuvimos una materia llamada Proyecto I y en el primer semestre dijeron: "Van a escoger un hobbie para crear una escultura". Le escribí a varios profes: "¿puedo escoger el sexo como tema de mi escultura? Imaginé muy bella la representación de dos cuerpos entrelazados". Su respuesta fue afirmativa, pero no esperaba lo que vendría después: "Ahora van a crear un producto con ese hobbie que escogieron". Pensé de una: "¿En qué me metí?". 

Empecé a investigar y a darme cuenta de que en la industria sexual el 98% de los juguetes son hechos por hombres desde una perspectiva que les da placer a ellos. Todavía se piensa mucho en lo fálico para el diseño, pero no en la ergonomía. También conocer datos como que apenas hace 23 años empezamos a saber cómo lucía el clítoris por dentro, me hizo sentir que venimos en cohete hablando de la salud sexual pero que todavía falta mucho por hacer. 

Luisa Montoya presente uno de los juguetes sexuales diseñados por ella

Hace tres años creé mi marca Owna Care con el propósito de convertir en prioridad la salud sexual en la mente de las mujeres colombianas, así como normalizar y crear un espacio libre de prejuicios y tabúes para todas las personas. Me voy por los juguetes en colores pasteles para alejarme del saturado mercado de colores oscuros, usualmente en negro y rojo, además de pretender que se desmitifique que lo pastel es solo femenino. 

Yo me inspiro en la naturaleza para diseñar, eso se llama biomimética o biomímesis, que es cuando los diseñadores o cualquier persona toman elementos de la naturaleza para crear o solucionar algo, porque nadie puede superar a la naturaleza en cuanto al diseño. Así me inspiré, por ejemplo, en una mantarraya para que sus alas abarcaran toda la vulva, de modo que encaja perfecto encima de ella, en el canal vaginal o en parejas de mujeres.  

Ojos de asombro entre el público, acompañados por sonrisas cómplices. Algunos asienten. Nadie duda en estirar la mano para palpar la popular mantarraya que en realidad se llama Com. Mientras Luisa explica su funcionamiento, les invita a que toquen y enciendan también a Flick, Dip, Curv y Suc.  

Tabúes en desuso 

El primer año, que fue de diseño e investigación, recibí muchos no. Primero, porque me estaba metiendo en un tema tabú. Luego, porque había conceptos fijos sobre cómo debería funcionar un sexshop aquí. Sin mencionar que el hecho de ser una marca nueva y colombiana suponía entrar a competir en un terreno dominado principalmente por empresas extranjeras. Ni siquiera había interés en mirar mis diseños. La respuesta solía ser: "Ya tenemos lo que se vende". 

Pero bueno, una sigue luchando para que la gente tenga su orgasmo. Todo el camino ha valido la pena para ayudar a las personas a conocerse y hallar placer. En este tiempo, hemos encontrado que, en general, nos da miedo decir qué nos gusta durante el encuentro sexual y, otras veces, ni siquiera es miedo, simplemente no sabemos qué nos gusta. Me han llegado historias de mujeres que en esta época hasta se bañan con la luz apagada. 

La masturbación es otro tabú vigente. Por lo menos cinco veces al día me escriben por Owna parejas o personas solas diciendo cosas como: "nunca me he tocado y me da asco", "me da pena", "mi pareja no me deja" o "¿Cómo le digo a mi pareja que quiero empezar a usar juguetes sexuales?" Es frecuente ver la misógina idea de que si una mujer quiere utilizar juguetes es porque su pareja "no funciona". Pero es falso, los juguetes son un complemento. También se asocia la estimulación prostática como exclusiva de la homosexualidad, pero es igualmente falso. 

Un grupo de personas reunidos en la biblioteca Claustro aprecian los juguetes sexuales diseñados por Owna

Nos han preguntado si los juguetes desincentivan el deseo de intimar con otras personas. No lo hacen, ni quitan sensibilidad, ni generan adicción. Puede pasar que al usar con frecuencia el mismo estímulo pierden intensidad, así que es mejor usar, por ejemplo, diferentes vibradores, la mano, variar posturas con tu pareja, etc. 

Cuando voy a ferias y exhibo los productos, puedo observar todo tipo de reacciones que dan pista tanto de los mitos como de lo que hemos avanzado como sociedad en no esconder el sexo debajo del tapete: el grupo de amigas que entran y todas se llevan un vibrador; quien se echa la bendición y se va; los grupos de familias que vienen con niños chiquitos y, claro, los niños son muy curiosos y quieren tocar y preguntar y, cuando se los llevan a los gritos, más quieren venir a mirar; las familias que llegan y dicen: "Estos son juguetes para los papás". Con esa sola respuesta quedan tranquilos los niños. 

Un par de confesiones irrumpen en escena sobre tapujos y conquistas propias. En la biblioteca notamos un afortunado aumento de lectores sobre temáticas eróticas y conociendo la afinidad de Luisa por los relatos cortos, conjuramos uno de amor de la chilena Carolina Dagach llamado La noche del día que llovió en verano

Me llevé al teatro, me compré una cena, caminé. Me compré un helado y creo que ahora me haré el amor. 

Placer y bienestar

Luisa Montoya, sentada en el piso, escribe en una libreta.

Tomamos nota más que atenta e invitamos a los asistentes a no perder de vista a Luisa, quien además es talentosísima en temas como la fotografía, la ilustración y la escritura. Para cerrar nos leyó en voz alta un escrito queer de su autoría:

Tres, cuatro… Podría seguir contando la realidad de nuestros antepasados que dejaron sin saber un sabor amargo entre los pasos que algún día quisiera dar. 

Mi preferencia hace que la sociedad difiera con el bienestar. 

Orquídeas y riqueza cultural se ven opacadas por la irracionalidad de lo que es ser normal. 

Hija, ¿Cuándo vas a traer al amor de verdad? Lo que no saben es que no será lo que tanto anhelan, ver casar con un hombre a su hija sin pensar en su felicidad. 

Conclusiones de la conversación

  • Luisa nos dejó con la invitación de que escuchemos más a nuestro cuerpo como lo hacemos con la comida. Al ponerle fecha y hora al sexo tal vez nos estamos cargando de muchos ideales que no nos dejen llegar al orgasmo. 

  • También es muy importante destinar espacios para conocer nuestro cuerpo. Poner un espejo cerca a nuestra vulva y empezar a notar cómo es, cuándo está distinta, todo eso ayuda. 

  • Rompamos el tapujo y regalemos juguetes sexuales a quienes queremos. Luisa nos contó que este año, en el día de la madre, publicó: "Regálale un vibrador a la mamá". Al otro día le escribió una mamá a preguntarle: "Mira, me acaban de regalar esto, qué hago". Un día después la llamó para darle las gracias, le confesó que a sus 67 años nunca había tenido un orgasmo. 

  • Incluyamos dentro de nuestras prioridades la salud sexual. Así como vamos al gimnasio pensando en la salud física o a terapia para cuidar nuestra salud mental, deberíamos pensar en nuestra salud sexual como pilar para estar bien. Un orgasmo por ejemplo trae infinidad de beneficios con evidencia científica: pueden aliviar el estrés y casi cualquier dolor, incluyendo el de la artritis, cirugías e incluso del parto. Un orgasmo es maravilloso, es difícil comprender por qué tenemos tan pocos. 

Por: Karen Lopera