Conversar viene del Latín conversari que significa vivir o dar vueltas en compañía.
En este espacio residen fragmentos de lo conversado, lo vivido, lo girado entre dos o más en el calor de una charla, tertulia, parla. Aquí los hilos conductores que otros propusieron se presentan como rutas de exploración, interrogantes, abrazos e incomodidades. Porque sí, cuando nos encontramos, la palabra está tan viva que es capaz de punzar, acompañar y, siempre, llamar a escena nuevas palabras.
Quizás todo es conversable para siempre. Una pregunta planteada por Clarice Lispector pueda darnos luces sobre la naturaleza de infinitud que reviste al diálogo: ¿Por qué una palabra lleva a otra?