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Cuidar el empleo es de #EmpresasHeroicas

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Cuidar el empleo es de #EmpresasHeroicas

Mantener el agua limpia. Esa misión une los días de Juan Miguel Botero, Edison Navarro y Rafael Contreras. Gerente, operario y líder técnico. A los tres los conecta ese propósito a través de su empresa, M.H. Mantenimientos Hidráulicos. El 2020 -el año de la vulnerabilidad y la esperanza- les dejó, entre su maleta de regalos, un crédito para mantener el empleo y más amor por su oficio. Conoce, con sus voces, un ejemplo de cómo el cuidado enaltece el trabajo y construye sueños.

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Para ello, te presentamos sus testimonios en este aplicativo. Solo debes entrar a la historia por medio del botón 'Enter story' y luego seleccionar uno de los protagonistas desde el botón 'Meet your interviewees'.

Del temor a los nuevos horizontes: M.H. y su 2020

Juan Miguel dice que no tiene competidores. Su lista de clientes, que suma 328 en Antioquia y en otras regiones colombianas, cree en la tecnología que implementa su empresa y en la rigurosidad de sus procedimientos para cuidar el agua.

Mantenimientos Hidráulicos ofrece el servicio de conservar el saneamiento de centros comerciales, establecimientos de salud, universidades, colegios, conjuntos residenciales.

Sus operarios están acostumbrados a trabajar aislados: revisan tuberías de aguas negras y lluvia con cámaras especializadas, y las lavan con aparatos a presión. Se trata de un oficio casi de la talla de las empresas de servicios públicos como EPM o Aguas de Bogotá.

Luego de 11 años de crecimiento, de compra de materiales y equipos digitales, de inversiones y préstamos, el 2020 prometía por fin estabilidad.

Pero llegó la turbulencia mundial que ya conocemos, y M.H se enfrentó a su más gruesa disyuntiva: cerrar o perseverar. Abandonar o dar la pelea. Derribar lo construido o convertirse en héroe.

Abril: tocar puertas

Juan Miguel empezó por ganarse el permiso del gobierno local para visitar las redes de alcantarillado de sus clientes y mantenerlas en el mejor estado. Logró la autorización, pero se encontró con la barrera del temor de sus clientes.

“¿Es bueno que alguien externo ingrese a nuestras instalaciones?”, “es mejor no abrir por ahora”… eran los comentarios que Juan Miguel recibía. El resultado: 47 días de espera. El personal de M.H. se quedó en casa esperando el momento de salir a trabajar.

Los noticieros sumaban contagios y pronosticaban un encierro más largo del que el Gobierno establecía cada dos semanas. Él, desde su apartamento en el sur del Valle de Aburrá, se angustiaba con cada augurio.

A algunos conocidos los despidieron. Le enviaban a Juan Miguel la hoja de vida, pidiéndole ayuda. La impotencia alimentaba su zozobra.

Otros clientes, golpeados a nivel financiero, alargaron hasta cuatro veces los pagos que desembolsaban sin falta cada mes, y que le sirven no solo a Juan Miguel para subsistir, sino para garantizar el salario de sus diez colaboradores.

Mayo: renunciar al sueldo

Juan Miguel empezó a tocar puertas. Recibió un subsidio del Gobierno para el pago de nómina, y consiguió el dinero para que, cada quincena, sus colaboradores respiraran aliviados desde casa.

Él, en cambio, suspendió su sueldo. Su hermana, que vive en Estados Unidos, le envió dinero para mercar y pagar los servicios durante los dos meses siguientes.

“¿Será que vendo la empresa?”, se preguntaba Juan Miguel. La respuesta siempre era “Imposible”. No es fácil renunciar a doce años de esfuerzo, de sembrar confianza entre cientos de aliados y de encontrar un modelo de negocio con poca competencia.

“Tendría que pasar de ser gerente a ser empleado de alguien más… No puedo”, concluía. Optó por vender parte de las acciones de la empresa.

Mientras tanto, sus colaboradores mantenían la calma. Rafael Contreras, uno de sus líderes técnicos, dice: “El sueldo llegaba sin inconveniente. Sabíamos que no estábamos a la deriva”.

Junio, julio y agosto: ampliar el portafolio

La flexibilidad se convirtió en oportunidad.

Empleados de M.H. como Edison, experto en construcción y en diagnóstico de tuberías, empezaron a cumplir funciones no usuales como transportar maquinaria, excavar y vaciar concreto. A desempeñar trabajos urgentes para mantener a la empresa en pie. “Juan Miguel nos daba alcohol, gel, la careta. La policía nos paraba en un retén, pero nosotros mostrábamos los papeles”, nos contó Edison.

Algunos de los principales clientes de M.H., confiando en los protocolos de seguridad que la empresa siempre ha implementado, confió en ellos para otro tipo de actividades urgentes.

Mientras tanto, Juan Miguel seguía tocando puertas.

Septiembre: encontrar un crédito y respirar

M.H. encontró en Comfama y Finaktiva una oportunidad para cubrir la nómina, seguridad social y prima de su equipo, con un periodo de gracia de seis meses para empezar a pagar. La luz que empezó a asomarse con la confianza de sus clientes se hizo más grande.

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Octubre y noviembre: perderle el miedo al golpe

El desembolso del crédito llegó, y Juan Miguel se sintió “por fuera del agua”. A ese milagro se sumó el ánimo del comercio: percibió que en su entorno la esperanza estaba reemplazando el temor.

Le había dicho a su equipo que conservara la calma, que todo estaría bien, pero solo hasta ese momento él se la empezó a creer. “Ya no me da miedo el efecto de la pandemia”, nos dijo.

Diciembre: soñar con tiempos mejores.

Ahora, a punto de terminar el año, Juan Miguel planea que el 2021 empiece con vacaciones para sus colaboradores. De a poco, por supuesto, podrán empezar a descansar de un tiempo de angustia y de trabajo sin parar.

Desde otro ángulo, Rafael, quien se sintió acompañado todo el tiempo por M.H., tiene el propósito de empezar a estudiar Ingeniería Hidráulica o Ambiental. “Quiero capacitarme más para brindarles a los clientes un mejor respaldo, por parte mía y por parte de mi empresa”.

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