La vida de Juliana Restrepo Cadavid es tan movida como emocionante. Sus días los pasa entre el trabajo como directora de contenidos y apropiación social del Parque Explora y el ejercicio de sus actividades favoritas: nadar, leer y escribir. Sus ojos curiosos no han parado de explorar el mundo, pues, como Física, ha sabido conocer y describir el lenguaje matemático del universo; y, como amante de las palabras, se ha dejado envolver por la narración de grandes historias.

Sobre Juliana

En su infancia se ganó un concurso de cuento con la historia de dos niños que viven aventuras apasionantes y ahora ya tiene un libro de cuentos publicado llamado La corriente, en el que aborda temas como la juventud, los viajes y la muerte. Esta trayectoria como escritora ha estado atravesada por un camino extenso como lectora: “Yo soy una lectora voraz, consumo todo tipo de libros, desde los clásicos hasta los bestsellers, desde la literatura latinoamericana hasta la francesa, desde la ficción hasta la no ficción”.

Yo leo por puro placer, o sea, leo solo lo que me gusta y lo que quiero seguir leyendo, paro los libros que no me gustan así sean clásicos, así sean famosos.

Juliana ha encontrado en la lectura un hábito crucial para su cotidianidad y en ella se han escondido varios propósitos: “Yo leo por puro placer, o sea, leo solo lo que me gusta y lo que quiero seguir leyendo, paro los libros que no me gustan así sean clásicos, así sean famosos. Además, leo para desconectarme, para irme; otras veces para encontrarme. A veces la lectura me pone triste y lloro, y a veces me pone feliz”.

Durante la pandemia disfrutó leer en voz alta con sus hijos, Elve y Rafael. Al principio del confinamiento no disfrutaba tanto leer, no sabe si por el cansancio, la falta de tiempo o por algo más trascendental, pero después descubrió la lectura en compañía: “Leímos los siete libros de Harry Potter, leímos en los árboles, en la sala, en las chimeneas, al almuerzo, a la hora de dormir”.

Estos son los libros recomendados de Juliana, todos se los ha leído en los últimos dos años y ha descubierto en ellos la exquisitez, la cercanía, la tristeza, la profundidad de los temas, la extrañeza y las estructuras poco convencionales. Aquí están aquellos vertiginosos que se ha leído en una sola sentada, como Distancia de rescate de Schweblin, y los que considera tesoros en su mesa de noche, es decir, esas lecturas que siempre la acompañan y que desea tener a la mano para poetizar sus días.