En Comfama creemos que es posible vivir en un hábitat sostenible y de calidad. Por eso, te ofrecemos distintas oportunidades para que cada día estés más cerca de tus sueños.
Hace 22 años, Clara inició un camino lleno de incertidumbre, pero cargado de esperanza. Desde Urabá, Clara Vanegas emprendió su ruta hacia la región del Oriente antioqueño, en busca de oportunidades y un mejor futuro. Al llegar, encontró empleo en un cultivo de flores, y gracias a su esfuerzo, compromiso y perseverancia, todavía trabaja allí, ahora como operaria agrícola. Además de eso, los fines de semana se dedica a deleitar los paladares de los cejeños y cejeñas con su puesto de deliciosas empanadas.
Vive con su madre, su hermana y su hijo en La Ceja, en una vivienda que siete años atrás su padre, con mucho dedicación y esfuerzo logro obtener. El que ahora es el hogar de Clara y su familia en su momento no era una vivienda propiamente: era una carpintería, y por eso carecía de las divisiones e instalaciones apropiadas para ser un lugar habitable. Es así como Clara y su padre, poco a poco, hicieron pequeños arreglos y adecuaciones para convertirlo en un espacio en el que pudieran vivir. Aunque las condiciones iniciales de la casa ya habían cambiado, aún no alcanzaban los niveles óptimos de seguridad y comodidad que tanto anhelaban. A pesar de los esfuerzos y deseos de Clara y su padre, se encontraron con diversos desafíos y retos en el camino a tener la casa de sus sueños.
La casa de Clara era un lugar lleno de amor y armonía, pero no les garantizaba seguridad ni tranquilidad a ella y a su familia. Las paredes no estaban hechas con un material óptimo y mostraban deterioro, el baño y el techo no estaban en las mejores condiciones, el agua se filtraba, y en ocasiones sentían temor por su integridad física, les daba miedo que el techo cayera o que las lluvias provocaran estragos. Tampoco contaban con una debida instalación de la energía eléctrica, y eso también representaba un gran riesgo para ella y su familia.