Danzar en el agua desde casa, una historia de adaptación
11 de Abril 2022
Animal de agua, soñadora voluntaria y aprendiz inacabada. Mónica Sarai Arango se concibe a sí misma bailando en las profundidades y compartiéndole al mundo que el destino solo vale el esfuerzo si se disfruta del camino.
Gracias a su talento y disciplina, en dupla con su compañera Estefanía Álvarez, Colombia clasificó por primera vez a la categoría de nado sincronizado, hoy natación artística, en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Sin embargo, su aventura comenzó mucho antes de recibir un sello en su pasaporte al pisar Brasil y sonreír con orgullo ante un objetivo materializado.
Estando allá, cuenta, entendió que “la verdadera recompensa de llegar a la meta está en mirar hacia atrás y ser testigo de un esfuerzo que va anclado a toda la vida. Finalmente, alcanzar un resultado dura un instante, pero lograrlo es todo un camino”. Por eso, su historia se remonta incluso antes de los cuatro años previos al ciclo olímpico, durante los que se preparó bajo el agua por más de 8 horas diarias para vivir aquel momento. De hecho, cobró vida en una época de la que pocas veces tenemos recuerdos claros pero en la que definimos los primeros pasos de nuestra identidad: la infancia.
Mónica Sarai tenía cuatro años cuando, por primera vez, se entró sola en una piscina. A pesar de su corta edad y con las palabras de una niña, expresó que en el mundo acuático pudo sentirse “segura y completa”. A partir de ahí, su cuerpo y su espíritu emprendieron una búsqueda que aún no termina: la de vivir danzando sumergida.
Hoy, ante un panorama en el que el cuidado preventivo es lo esencial, esta atleta olímpica no ha vuelto a nadar desde marzo, pero eso no ha significado un obstáculo para seguir conectada con el baile, el arte, el entrenamiento y su hogar primario, el agua. Su reto del presente ya no es hacer figuras sincronizadas, preservar la pulcritud de su deporte o memorizar coreografías junto a su equipo, sino adecuarse a las circunstancias y encontrar nuevas formas de vivir su pasión desde el amor, la disciplina y la adaptabilidad.
“El agua es mi hábitat natural y me ha hecho mucha falta, pues mi sustento es estar sumergida. Hoy he tenido que aprender a adaptarme a la tierra y entrenar sin el sostenimiento del líquido, su escenario único y sus sonidos relajantes. La clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio va a ser de quienes mejor se adapten porque todos estamos viviendo esta experiencia”, comenta.
Ante este desafío, Mónica Sarai ha valorado el poder de estar en constante aprendizaje. Por ejemplo, ha descubierto que las vigas y las bandas elásticas pueden imitar la resistencia del agua, que a través de clases virtuales de baile, yoga y capoeira puede trabajar la consciencia y agilidad de sus movimientos y que las posibilidades de estar en armonía con su cuerpo y sus hábitos son infinitas, aún sin poder practicar la natación.
“La relación con el cuerpo no es una cuestión deportiva sino vital, pues es el vehículo que nos mantiene vivos. Agradecerle y abrazarlo por todo lo que puede hacer es una enseñanza que he tenido en este tiempo”, manifiesta. Además de esto, también ha empleado los días en su hogar para explorar nuevos senderos para sus sueños. El año pasado Mónica Sarai se graduó como psicóloga y anhela pronto poner sus conocimientos al servicio de los demás. Por eso, desde su casa ha participado en primeros auxilios psicológicos y está en proceso de definir su maestría.
Según ella, “poder aportar, acompañar y entregar me genera la misma pasión que mi deporte, y todo confluye en la psicología. Soy una suma de experiencias deportivas y gracias a ellas he obtenido habilidades psicológicas como resiliencia, tolerancia a la frustración, trabajo en equipo y consecución de objetivos. Partiendo de ahí quiero encontrar la manera de devolver todo lo que he podido crecer a través de la psicología y el deporte para contribuir a que existan no solo mejores deportistas, sino mejores ciudadanos y seres humanos”.
¿Quieres saber más de la historia de Mónica Sarai Arango? Escucha todo lo que nos compartió esta atleta olímpica en la conversación inspiradora que tuvimos en #HablemosDeIdeas, un espacio posible gracias a nuestra alianza con TEDx: