Mayra Rodríguez y su madre vivían en un apartamento arrendado cuando recibieron la llamada de la agencia notificándoles que debían hacer entrega de este. Antes de comenzar con la búsqueda de una nueva vivienda tenían clara una cosa: ya no querían seguir pagando arriendo sino tener su casa propia.
Así fue. Con ahorros, más un crédito, compraron un apartamento; sin embargo, al ser en un edificio construido a inicios de la década de 1980 se encontraron con un lugar al que le faltaba mantenimiento. Sabían que querían vivir ahí, su ubicación estratégica y área las cautivó y encontraron en el mejoramiento una alternativa para que ese fuera el hogar de sus sueños.
El piso, la cocina, los baños, las puertas y las paredes fueron intervenidas e iniciaron un proceso que tomó casi unos cuatro meses. La idea era realizar las renovaciones antes de mudarse, pero no les dio tiempo y aunque aseguran que al principio era incómodo debido al ruido y al polvo, ahora agradecen haberlo hecho.
“Todavía faltan cosas por mejorar, pero cuando llegamos era muy feo, todo estaba casi que caído y no era cómodo. Con las remodelaciones, si bien no es un apartamento nuevo, sí parece nuevo y es mucho más bonito”, asegura Mayra.
Tenían una suma ahorrada y más las cesantías y un préstamo hicieron el mejoramiento. Hoy su casa es ese hogar en el que se sienten en un hábitat de calidad y, últimamente, como han tenido que pasar más tiempo allí, la han podido disfrutar más.
“Valió la pena, primero porque es propio y segundo porque se ve diferente. Con el solo hecho de cambiarle la baldosa fue casi que suficiente”, aseguran.
Para ellas esto fue muy importante pues afirman que la vivienda es ese lugar en el que se puede descansar y hacer lo que se quiere: “si se está a gusto en ella es porque la casa está bien con las comodidades que uno puede tener.
