Sin mucha estantería y escaparate, Balvanera amasa y hornea parva en la parta trasera de su casa. Lleva más de cinco décadas como panadera artesanal y aprendió a los doce años. Ella recuerda que comenzó como trabajadora en la panadería de las Ortíz, quienes fundaron un negocio en 1912. En ese entonces, Balvanera era apenas una niña y no dimensionaba que cincuenta años después sería la única que persistirá en el oficio.
Por mucho tiempo recorrió las calles de Santa Fe de Antioquia ofreciendo sus productos en las esquinas, las tiendas y en las afueras de las escuelas. Ahora que tiene la movilidad reducida, se sienta en el parque principal a mañana y tarde, y hasta allá llegan sus clientes a comprarle. A punta de harina horneada levantó a su familia, le quito el hambre a más de un niño y, sin duda, se volvió parte de la historia reciente del pueblo y de las historias de la gente.
Balvanera aún reconoce a las Ortiz, ya fallecidas, como sus patronas. Les guarda respeto y agradecimiento porque gracias a ellas aprendió esta labor que no solo se convirtió en tradición en su familia, sino que le ha dejado el reconocimiento como una de las matronas de la gastronomía santafereña.
