El mundo visto desde el Cielo
Hablar de Cielo Holguín es hablar de muchas historias, de muchas personas y de un montón lugares compartidos. Hace ya varios años que tengo la fortuna de conocerla y ver cómo sigue imparable me llena de orgullo; para mí este proceso fotográfico me reúne de nuevo con ella, con Moravia y con sus luchas, con el aprendizaje desde la experiencia y con ese mundo visto desde el Cielo.
Cielo tiene una manera particular de entender su territorio y a su gente, ella habita un mundo donde el liderazgo femenino junta corazones, apaga incendios, llena ollas comunitarias y hasta sirve para abrazar los dolores.
Entrar a los callejones de Moravia es ¨surfear¨ una avalancha de colores, de escenas llenas de realidad, de la música y el barullo; pero sobre todo es conocer un barrio lleno de personajes ricos en historias, gentes de todos los rincones de Colombia que llegaron a buscar un mejor futuro corriéndole a la muerte, escapando de la guerra y experimentando algunos la vida en una ciudad por primera vez.
Cielo es muchas mujeres, es su madre, es Mamá chila, es Elsi, es Heroína, es también Ángela su hermana gemela y muchas más… Ellas juntas van tejiendo en el territorio una red que está atenta a las necesidades de todos, ellas están pendientes de sus hijos, ellas cuidadoras, ellas conciliadoras, ellas que comparten sus penas, ellas que quedaron vivas, que quedaron viudas, huérfanas, desplazadas, madres solteras, cabezas de hogar; ellas que con todo en contra; que de alguna manera llenaron las ollas comunitarias y que también acogieron con amor, con solidaridad y con bienestar a muchas personas en momentos muy muy difíciles.
Aprendí viéndolas que el respeto por estos liderazgos se construye, que las decisiones de la comunidad se negocian todos los días en una cuerda floja con los poderes que se disputan el territorio. Y a Cielo, especialmente a ella, le ha tocado de todo y desde el principio, entonces conoce las entrañas de su comunidad, ella va ayudando en silencio aquí y allá, va haciendo cosas que cambian su entorno.
No ha sido fácil, las luchas cuestan y a veces mucho, en el pasado un territorio violento, hacinado, lleno tugurios que disputaban su permanencia con la policía todos los días, los embarazos de piedra, niños por doquier en medio de la basura, el partido de las locas, en fin, para mí, todo un laboratorio de procesos sociales donde se comienzan a ensayar nuevas maneras para construir un mundo mejor.
Pero esta mujer no conoce fronteras. Va por el mundo sembrando esperanza para otros y a la vez para ella misma, recién terminó su maestría con tesis laureada y todo, literal entre sus viajes y las ocupaciones del territorio, es difícil poder lograr un ratico a su lado.
Cielo se alimenta al parecer de los abrazos, de los saludos afectivos, de las buenas noticias de sus vecinos, de los proyectos avanzando, de las conversaciones entre las mujeres, de las sonrisas que le regalan todos y de ir cumpliendo uno a uno sus sueños.
El brillo de su mirada es muy difícil de ignorar, la transparencia que se transforma en sonrisa hace que a donde llegua Cielo, se abran las puertas, se consigan acuerdos, se trabaje juntos y al final; ella consigue que todo se transforme del mundo común a un mundo visto desde el Cielo.
