La imagen de la Filigrana
Carolina Vélez es una historiadora, joyera y activa residente que acogió Santa Fe después de un largo viaje que hizo por el sur del continente, cuando terminó sus estudios. De su llegada a Antioquia nos cuenta, “Yo llegué a Santa Fe de Antioquía hace unos 13 años para rastrear unos documentos en el archivo notarial del pueblo, fueron cinco meses con este trabajo y por fortuna un familiar también estaba iniciando su empresa en santa fe, Ovidio Sánchez, con el restaurante La Comedia, así que me pude quedar en su casa mientras hacía el trabajo, poco a poco fui viviendo el pueblo”, donde aprendió la Filigrana, que es el arte de encajar creativamente finísimos hilos de plata u oro dentro de una pieza de joyería.
Esta técnica la conoció muy joven, cuando era estudiante de la Nacional en una visita a un taller y se sorprendió con su belleza, luego la aprendió a fondo con el joyero Fredy Osorno y desde entonces la viene perfeccionado con otros y otras entorno a la Asociación de Filigrana de Santa fe de Antioquía, poseedorxs de diversas experticias y habilidades en el arte de hilar con plata las finísimas corrientes del río Cauca sobre increíbles joyas.
El frente del taller de joyería de Carolina Vélez está arropado por un curazao florecido que hace las veces de umbral al cuartito mágico que es su tienda y taller. Lugar de alquimia y plata al rojo vivo. Un día me encuentro allí con Sara y Lisandro del Colectivo Cinelatura con la intención de hacer una práctica de fotografía con la esencia de Carolina, quien nos abrió su taller y nos brindó café, té y cerveza, y hasta nos permitió acercarnos lo más que podíamos con nuestros lentes a retratar el fuego calentando el metal mientras era manipulado por sus manos con detalle y habilidad. Pequeñísimo hilos y otras figuras se unían uno tras otro formando una ornamentada roseta de caracol, donde cada corrosquito del metal hacía parte de un patrón, que a la vez obedecía a otros, hasta formar una delicada pieza de invaluable detalle y armonía. Plantas, flores, animales y algunas formas geométricas hacen parte de diseños orgánicos que Carolina elabora, tejiendo a la vez una tradición ribereña que viaja desde Mompox por dos grandes ríos de Colombia, Magdalena y Cauca, desde hace muchos años atrás.
