Un poeta, un escritor, un mimo, un músico, un compositor de canciones infantiles y un actor de teatro habitan en el mismo cuerpo: el de Argemiro Vargas, un hombre sensible que en cada bocanada de aire inhala y exhala el arte en el que vive inmerso. Lleva más de cuarenta años en esto, ha pasado por diversos grupos artísticos y recorrido un largo camino en solitario.
Argemimo se llama el colectivo que le permite soñar y materializar sus ideas. Ellos van más allá del entretenimiento, pues entienden el arte como un medio para sensibilizar sobre violencia, corrupción, desplazamiento forzado y otros problemas sociales. En escena se valen de la ironía, el humor y una simpatía y elocuencias excepcionales con las que captura la atención de sus espectadores.
En el proyecto de talleres formativos, llamado Argemimo Semilla, trabaja desde hace cuatro años con un grupo de niños en la vereda El Salado, de Bello. Él los reúne en torno a música, teatro y manualidades; así afianza sus valores y les despierta creatividad y amor por la naturaleza.
Argemiro ha recorrido un sinnúmero de países en su trabajo callejero de pantomima y así ha acumulado kilómetros de experiencias y aprendizajes que comparte con generosidad.
Ha pasado la vida entregando a su arte y aún conserva un gran corazón dispuesto a enamorar y a dejarse cautivar por sonrisas y aplausos.
