Una historia de piedras, rezos y comunidad
De finca en una ladera, a una congregación religiosa, a un nodo para el bienestar y disfrute de la comuna seis de Medellín, así se desarrolló esta sede:
Hacia finales de los años 60, un hombre llamado J. Bernardo Londoño le vendió al Instituto de Crédito Territorial un terreno lleno de piedras en la hoy comuna seis de Medellín, 12 de octubre, un poco más abajo del cerro tutelar El Picacho que, según se cuenta, hace que bajen corrientes de aire frío en medio del día. El Instituto lo dividió en lotes que adjudicó a familias que fueron de a poco levantando sus casas y su barrio. Así nació Pedregal, uno de los barrios más poblados de la ciudad.
Con esas piedras los habitantes también habían construido un camino que pasaba por donde hoy queda la sede Comfama Pedregal. Tras su construcción, y a pesar de la transformación del lugar en un entorno más amigable, seguro y accesible, se tomó una decisión:
Hoy, las bancas en las que diariamente se sientan familias y amigos a tejer conversaciones y encontrarse están hechas con esas mismas rocas, y las sobrantes fueron puestas para fabricar las pequeñas montañas verdes por las que los niños juegan, las mascotas corren y la comunidad se rodea de la naturaleza de este lugar.
Esta es una pequeña muestra de cómo la sede conserva en sus entrañas la historia de su territorio y su gente que hoy la sigue habitando en su biblioteca 📚, Preescolar 👧🏻, Centro de Servicios ✍🏻, piscinas 🏊🏻♂️, coworking 💻, espacios deportivos 🏀 y zonas verdes🌳.
De finca en una ladera, a una congregación religiosa, a un nodo para el bienestar y disfrute de la comuna seis de Medellín, así se desarrolló esta sede:
“Desde que yo tengo memoria vengo a esta biblioteca”, comienza a contarnos John Freddy mientras hace a un lado Santuario de William Faulkner –su lectura actual–, para recordar que hace treinta años, cuando todavía no estaba el auge de los sistemas digitales, los libros eran sus maestros y su principal fuente de información para hacer las tareas.
Ahora ha aprendido a valorar mucho más estos espacios para disfrutar de su gusto por la lectura. Por eso, tres o cuatro veces a la semana, se le ve entrar por las puertas de la biblioteca, la cual denomina su segunda casa y busca libros de historia o las novelas de ficción que tanto disfruta.
"Venía con unos dolores en las rodillas y el médico me recomendó que dizque hiciera hidroaeróbicos. Entonces me metí a clases acá y si viera, en la piscina soy lo más de aliviada".
Mientras termina de secar su pelo después de clase, Blanca dice que le encanta todo de la sede, sobre todo encontrar aquí un espacio para compartir con otras personas y no quedarse todo el día sola en su casa. Agenda clases todos los días, conversa con sus amigas y hasta han planeado ya viajes juntas para conocer algunos de los Parques Comfama.
Es un día soleado, perfecto para disfrutar del agua y Alfredo, al finalizar su clase de natación, cuenta que en la finca de su hermana siempre es que el que se queda por fuera de la piscina porque le daba miedo nadar.
Tras la insistencia de su sobrina, que ya conocía de las clases de Comfama, decidió darle la oportunidad al curso y se sorprendió al encontrar un espacio donde no solo ha podido avanzar de niveles y tenerse más confianza en el agua, sino que ha encontrado un grupo de amigos con los puede compartir y hasta viajar.
“Ya se me acabó el miedo, entonces la próxima vez que vaya a la finca le voy a dar la sorpresa a toda la familia y voy a hacer las brazadas como son”.