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Edificio Vásquez: un viaje por la memoria y la resignificación

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Edificio Vásquez: un viaje por la memoria y la resignificación

Juan Amariles ha sido testigo de todo. Desde el desmontaje del entramado de caña brava y barro que tenía el techo central del emblemático Edificio Vásquez para ser reemplazado por la teja transparente que hoy regala luces y sombras bailarinas, hasta la primera clase de los estudiantes del Holberton School que en su segundo piso comenzaron a prepararse para los retos de la Cuarta Revolución Industrial. 

Él, trabajador de Comfama en oficios varios por más de 15 años, no solo ha visto de primera mano las más recientes transformaciones de este espacio, cuya historia se remonta a finales del siglo XIX, sino también la forma poderosa en la que estas traen consigo nuevas formas de ser habitado, aprendido, compartido y disfrutado en consonancia con su entorno. 

“Vi renacer la vocación de un edificio patrimonial, pero también la de todo un sector, de la antigua Plaza Cisneros, el barrio Guayaquil y el hoy Parque de las Luces. Vi expandir las posibilidades de educación y cultura no solo para quienes visitan el centro, sino para quienes trabajan y viven en él. Vi un resurgimiento, esa es la palabra”, dice Juan, orgulloso. 

Y su testimonio resume aquello en lo que creemos: el centro como ese lugar de calles y movimientos que no solo permiten el tránsito y el comercio, sino también la conversación, la risa, el baile, el intercambio, la belleza.  

Por eso, cuando llegamos en 2005 al edificio Vásquez nos propusimos apostarle desde nuestros contenidos y experiencias a ser parte activa de esa ciudad que se renueva en sus relatos, en su arquitectura, en sus corredores y plazas, entendiendo al territorio como una expresión de las relaciones entre las personas, los espacios y las posibilidades de libertad, consciencia, esperanza y bienestar en ellos.  

Te invitamos a leer: Comfama se despide del Edificio Vásquez con gratitud

Más de un siglo de historia

Este es un recuento de las transformaciones del Edificio Vásquez, que iniciaron mucho antes, incluso, del nacimiento de Juan Amariles. Una prueba más de que el paso inevitable del tiempo trae consigo la oportunidad constante de resignificar los espacios, llenarlos de memoria y a la vez de nuevas miradas del presente para, así, juntos, imaginar futuros para todos.  

  • 1893
  • 1895
  • 1901
  • 1913
  • 1920
  • 1930
  • 1980
  • 1994
  • 2003
  • 2005
  • 2006
  • 2007
  • 2008
  • 2019
  • Presente
1893189519011913 – 19171920Décadas 1930, 1940, 1950, 1960, 197019801994 - 200020032005200620072008 - 20182019Presente
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1893

Un reconocido comerciante antioqueño llamado Eduardo Vásquez le compró a la familia Amador por 62.880 pesos un lote de 1.120 metros cuadrados ubicado en el sector Guayaquil. Así dictaban las escrituras sus linderos: 

Por el oriente, con la carretera de Carabobo; por el sur, con la calle que ha de poner en comunicación la avenida meridional de la Plaza de Mercado Cubierto de Guayaquil, con la expresada carretera; por el occidente, con la avenida oriental de la misma Plaza; y por el norte, con la calle o plazoleta que ha de poner en comunicación a dicha plaza con la referida carretera y que quedará precisamente frontera al pórtico de tal plaza. 

Vásquez tenía la visión de construir allí uno de los edificios más altos y monumentales de la creciente Medellín. Este especial encargo se lo hizo al francés Charles Émile Carré, creador de la Catedral Metropolitana y otros tesoros arquitectónicos de la ciudad. 

Fotografía: Cámara de Comercio de Medellín 

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1895

Sus puertas abrieron a la par de las de su mellizo, el Edificio Carré. Ambas estructuras coincidieron con la Plaza de Mercado en la utilización del ladrillo como material básico, huella estética del arquitecto Carré.  

Su semejanza con los secadores de café de las haciendas antioqueñas sedujo a locales y foráneos que acudían al centro en busca de actividades comerciales. Así, su primer piso fue destinado para el comercio, 16 locales en total, y su segundo y tercer piso para lugares de residencia de las familias pertenecientes a la alta sociedad de la capital antioqueña, dos apartamentos por piso. 

Fotografía: Gonzalo Escobar

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1901

Ocurrió la primera conflagración que, como consecuencia, volvió ruinas las instalaciones. Desde entonces, el edificio Vásquez, que aún no tenía nombre, comenzó a ser reconocido como el “edificio quemao”. 

Uno de los espléndidos y modernos edificios de don Eduardo Vásquez ardía con rapidez y fuerza que parecían irresistibles [...]. No solamente el barrio Guayaquil, donde se levantaba el suntuoso edificio, estaba iluminado por los resplandores siniestros de las llamas, sino que barrios y lugares apartados del teatro de la catástrofe, aparecían bañados y aclarados por aquella hoguera”, registró el periódico La Patria. 

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1913 – 1917

Durante estos años se efectuaron con lentitud las reparaciones debido a la crisis monetaria del país. Finalmente, el proceso se aceleró con la llegada del Ferrocarril de Antioquia. A su reapertura, el edificio fue bautizado como Edificio Vásquez, nombre que le fue expuesto en el portón de acceso. 

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1920

La edificación tuvo su primera metamorfosis interna gracias al movimiento generado por las dinámicas del Ferrocarril a Antioquia, que llegaba día a día con nuevos inmigrantes buscando oportunidades en la ciudad. Se subdividieron los apartamentos para crear ocho habitaciones en total que funcionaban como hoteles de paso. 

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Décadas 1930, 1940, 1950, 1960, 1970

El acelerado proceso de urbanización de la ciudad, la alta afluencia de personas itinerantes y la actividad comercial en el sector hicieron que el edificio Vásquez comenzara a deteriorarse y sufrir los rigores de nueve dueños diferentes, miles de huéspedes y diversos temblores de tierra. 

Construcciones patrimoniales como esta, erigidas en la primera mitad del siglo XX, fueron destruidas o dejadas al olvido, como el Teatro Junín o el Pasaje Sucre, debido a las dinámicas de producción de una ciudad industrial expandiéndose. 

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1980

En la década de 1980 fue trasladada la plaza de mercado conocida como El Pedrero, ubicada en el hoy el Parque de las Luces, dejando el entorno sin movimientos comerciales o mercantiles. Ante las necesidades de los ciudadanos del sector, el Edificio Vásquez se convirtió clandestinamente en un inquilinato para habitantes de calle. 

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1994 - 2000

Estos años fueron cruciales para el futuro del Vásquez, pues se ordenó su expropiación a favor del municipio de Medellín y fue declarado Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional, según la Resolución 1751 del 6 de agosto del 2000 del Ministerio de Cultura. 

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2003

Comfama llegó a un acuerdo con el Municipio de Medellín para emprender su restauración y destinarlo a la realización de diversas labores educativas y culturales, como parte del macroproyecto de recuperación general de la zona de La Alpujarra. 

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2005

La Caja acogió el edificio con el compromiso de recuperarlo, no solo desde su arquitectura y estado estructural, sino desde su habitación y sostenibilidad. 

En nueve meses y tras una inversión cercana a los $3.900 millones de pesos que fueron asumidos por la Caja de Compensación y que se usaron para levantar las ruinas que el paso del tiempo dejó en la obra arquitectónica de Carré, el edificio dejó de ser una presencia y se armó de sentido, de propuestas y contenidos inspiradores y creativos, probando que Medellín es una ciudad capaz de reescribirse.  

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2006

Comfama abrió oficialmente las puertas del Edificio Vásquez, entregándole al público un espacio para el goce, el aprendizaje y las oportunidades.

El Edificio Carré, su hermano, se convirtió en la sede de la Secretaría de Educación de Medellín, una aliada estratégica para la activación cultural y educativa de la ciudad. 

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2007

El Edificio Vásquez comenzó a convertirse en epicentro de tertulias con universidades, nuevas alternativas para miles de trabajadores antioqueños, principalmente provenientes de La Alpujarra, agendas culturales diversas y activas, jóvenes estudiantes de informática, pintura, macramé y danza.

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2008 - 2018

Personas afiliadas y sus familias se apropiaron del lugar como una sede en la que es posible acceder a beneficios que mejoran su calidad de vida, a conversaciones conectadas con Medellín y a decenas de encuentros enriquecedores.  

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2019

El segundo piso del Edificio Vásquez se convirtió en el lugar de aprendizaje del Holberton School Medellín, desde el que más de 300 de jóvenes se forman con metodologías disruptivas, se abren puertas a nuevas oportunidades, se conectan talentos y se sueña en grande. 

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Presente

El guayacán sembrado por Comfama en 2003, cuando la Caja asumió esta metamorfosis estética, estructural, simbólica y ciudadana, sigue en pie, creciendo a la par de las familias antioqueñas que hoy encuentran en este recinto patrimonial un lugar para el goce, la formación y el servicio. Durante los 18 años que han pasado, nos hemos hecho responsables de los gastos de mantenimiento y operación de este bien.

Cada año prestamos en la sede, en la cual empleamos a 54 personas, cerca de 110.000 servicios para afiliados y no afiliados, además de impactar a la ciudad con unas 20.000 matrículas y ofertas de empleo anuales. Desde que comenzamos nuestra operación, en el año 2006, hemos matriculado a unas 300.000 personas en nuestros programas de educación para la vida e impactado una población cercana a 1 millón 500 mil personas.

Esta línea de tiempo fue realizada con la información presente en:

  • El Carré y el Vásquez : memoria urbana de Medellín en el contexto de Guayaquil, libro de Luis Fernando González Escobar, publicado por la Alcaldía de Medellín y la Secretaría de Cultura Ciudadana en 2011. Leer fragmento

  • El salario social de los trabajadores, libro de César Augusto Giraldo Giraldo, publicado por Comfama en 2014. Leer versión completa

  • El Vásquez cobró nueva vida, nota periodística de Javier Nicolás Restrepo, publicada en el periódico El mundo en 2005. Leer artículo