En un mundo marcado por la incertidumbre, la fragmentación y la crisis de confianza, emergen voces que nos invitan a repensar profundamente la forma en que lideramos, trabajamos y convivimos. Una de ellas es la de Josep M. Coll, profesor de estrategia y sostenibilidad en EADA Business School y autor del libro El monje y el activista.
Coll propone un enfoque que va más allá de las fórmulas tradicionales de liderazgo. Para él, la clave está en el liderazgo sistémico, una manera de mirar y actuar que reconoce la interdependencia entre personas, organizaciones y ecosistemas. No se trata solo de gestionar recursos o dirigir equipos, sino de cultivar una conciencia que integra lo personal, lo organizacional y lo social en un mismo movimiento.
El monje y el activista: equilibrio entre interioridad y acción
La obra y pensamiento de Josep M. Coll parten de una tensión vital: la del monje, que busca la transformación interior, y la del activista, que lucha por transformar el mundo. En su visión, ambas dimensiones no deben competir, sino complementarse. El liderazgo sistémico surge cuando logramos sostener ese equilibrio y lo ponemos al servicio de un propósito colectivo.
Coll plantea que las organizaciones de hoy no pueden limitarse a “hacer menos daño”. Necesitamos dar un salto hacia modelos que regeneren la vida: economías que devuelvan más de lo que toman, liderazgos que expandan la confianza y culturas organizacionales que promuevan la colaboración y el cuidado. El liderazgo sistémico implica, entonces, mirar el largo plazo, reconocer patrones ocultos, y tomar decisiones que tengan en cuenta tanto a las personas como al planeta.
En la entrevista que realizamos con Josep M. Coll, su mensaje fue claro: humanizar la economía es la tarea central de nuestro tiempo. Esto requiere líderes capaces de integrar razón y emoción, visión y acción, poder y compasión. El liderazgo sistémico, en ese sentido, no es un lujo académico, sino una urgencia social.
El pensamiento de Coll nos reta a todos empresarios, dirigentes sociales, políticos y ciudadanos a asumir la responsabilidad de tejer un futuro más consciente, inclusivo y regenerativo. Porque, como él mismo señala, el cambio sistémico comienza en cada persona, pero solo se consolida cuando se convierte en movimiento colectivo.