El Bajo Cauca antioqueño se ubica al nororiente del departamento, hacia el final de las ramificaciones de la cordillera central, en las llanuras que bordean las serranías de Ayapel y San Lucas y que atraviesan los ríos Cauca y Nechí. Es la segunda subregión con más bosques, la tercera más grande y la quinta en cantidad de habitantes. Está conformada por seis municipios: Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí, Tarazá y Zaragoza
Para acercarse al Bajo Cauca es necesario tener en cuenta dos características que han marcado a esta subregión: su condición de frontera, y su riqueza aurífera.
Se dice que el Bajo Cauca fue una de las primeras subregiones en ser colonizada por los españoles. Antes era territorio de los zenúes. La fundación de Cáceres se da en 1576 y la de Zaragoza en 1581, con el propósito de explotar los mantos de las montañas para la extracción del mineral. Nechí y El Bagre se erigen después, a mediados del siglo XVII en el camino marcado por la búsqueda del oro. Finalmente, Caucasia y Tarazá son fundados en el siglo XX. Durante la época republicana —en el siglo XIX— la explotación de oro se ve frenada, y con ello el poblamiento de esta subregión, dados los altos costos de mantenimiento y la escasez de esclavos. Pero es reanudada a principios del siglo XX gracias a la llegada de mano de obra barata —campesinos que huían de la guerra de los Mil Días, personas libres y mazamorreros— y la implementación de la minería de aluvión. La riqueza subterránea de estas tierras la convierte en una economía de enclave. Un área abundante en recursos que es fuertemente explotada sin que se reinvierta nada. El Bajo Cauca es una de las subregiones con porcentajes más altos de necesidades insatisfechas.
Su condición de frontera ha tendido puentes entre la cultura antioqueña, la sabanera y la caribeña. Pero también la ha posicionado como punto estratégico para el control de los recursos y el tráfico de narcóticos. Desde la década de los sesenta, el Bajo Cauca ha alojado grupos armados al margen de la ley que se han disputado el territorio de las formas más violentas. Hacia 2017, el DANE censó 311.800 habitantes en esta subregión, de los cuales 32% se encuentran registrados como víctimas de la violencia.
Habitado por mulatos, zambos y mestizos, en el Bajo Cauca se dibujan los límites —políticos— de Antioquia con Sucre, Córdoba y Bolívar, y se desdibujan los epítetos regionales. Se almuerza fríjoles con bocachico, se viste ruana con sombrero vueltiao y se baila al son de las gaitas y los tambores. Los paisajes son extensos, llanos, y el clima cálido. Entre los 30 m. s. n. m. y los 125 m. s. n. m. de Tarazá, el Bajo Cauca es la Antioquia de la sabana.
En esta expedición llegamos a Caucasia, bajamos a El Bagre y cruzamos los ríos Nechí y Cauca para llegar a Tarazá. Queríamos saber cómo suena el acento paisa-sabanero y qué se escucha en los puestos del parque. ¿A quién dedican sus poemas? ¿Qué canciones se tararean cuando se labra la tierra? ¿A qué ritmo se marcan los pasos al bailar?